Querido fan de Harry Potter, Haces parte de una generación que cultivó su gusto por la lectura a la sombra de la saga del niño mago y que hayas crecido al igual que tus personajes favoritos. Que un grupo de libros logre unir a tanta gente alrededor del mundo sin importar su lengua, etnia, creencia o gustos es algo maravilloso y todos sabemos qué fue lo que hizo J. K. Rowling para lograrlo con sus libros. Han pasado años, seguro ya creciste, tu túnica no te queda ya e incluso tendrás hijos en los que estás cultivando el amor por Harry Potter desde la cuna, así que ahora eres una persona —eso espera uno— crítica, centrada y con al menos tres dedos de frente para discernir entre lo real, lo imaginario; entre la obra y el autor como persona que tiene una vida igual a la de todos los demás y que puede decir lo que le venga en gana igual que tú lo haces a diario, para eso se supone que son las redes sociales, ¿no? Que alguien opine diferente a ti y por eso pretendas “cancelarlo” es hacer justamente lo contrario a lo que se supone te enseñaron 7 libros a lo largo de más de 10 años. Es hora de que dejes de hacer un Maelstrom en un vaso de agua por dártelas de incluyente mientras lo único que haces es poner e inventar nuevas etiquetas. Deja la tontería y admira la obra, el ingenio y las posibilidades de imaginar que te entrega un autor. Si coincides o no con la posición de la persona que firma, es valor agregado. Ya el mundo tiene problemas más importantes y grandes que requieren nuestra atención como para gastar el tiempo en tonterías. Yo, el que escribe esta reseña. Cornucopia es un país gobernado por el rey Fred, el Intrépido —él mismo se puso el mote—, que vive en relativa paz y armonía entre los pueblos que conforman el país. La mayoría de sus habitantes gozan de tierras fértiles para sembrar, mantener sus animales y tener una familia. El único que parece inconforme con la forma en la que van las cosas en su país es el propio rey, un tipo egoísta, vanidoso y cruel que pronto se verá envuelto en una serie de errores que le costarán todo lo que tiene y que lo llevarán a alegarse de lo que vive su pueblo, mientras él solo se preocupa por su imagen. Por su parte, Daisy y Bert, junto con sus familias y los demás habitantes de Cornucopia tendrán que hacer hasta lo imposible para que una mentira no llegue lo suficientemente lejos y termine con todo lo que tienen. En el centro del relato está el ickabog, un ser casi mítico que vive al norte de Cornucopia y del cual se dicen tantas cosas y tan diferentes que ya cuesta creer en su existencia. Este va a ser el punto de partida para una campaña de mentiras que lo único que busca es que el rey Fred conserve su imagen y que sus principales consejeros llenen sus arcas a costa del miedo, el trabajo y el esfuerzo de los ciudadanos de a pie. Leyendo el libro siempre tuve en la cabeza la cuestión de ¿hasta dónde puede llegar el orgullo de alguien?, acá llega a decirse una mentira, otra, otra y otra con tal de que se sostenga la imagen del rey. Todo esto a costa de perder incluso la libertad (o la vida, en algunos casos) si se llega a cuestionar o medio a poner en duda la existencia de un terrible monstruo que quiere acabar con todo el país. Me pareció muy curioso el hecho de que la mayoría del tiempo la historia se va contando desde los acontecimientos de los personajes “malos”. Vemos como los consejeros del rey recurren cada vez a una peor artimaña para mantener a flote todo el teatro que han montado mientras las consecuencias las vive el pueblo y alrededor del rey se sigue formando una burbuja cada vez más grande. Los capítulos donde aparecen los otros personajes se convierten en un rayo de esperanza mientras todo parece ir más oscuro. Creo que un libro del tipo es muy apropiado para los momentos que vivimos —no vale la pena decir de nuevo que el mundo afuera está hecho un caos mientras un bicho invisible pone a prueba nuestras sociedades— pues deja entrelíneas el mensaje sobre la validez de las cosas en las que creemos, los fundamentos de estas y la capacidad —no siempre utilizada— de reflexionar y validar lo que se nos presenta como verdad. Ante esto, es inevitable no traer a colación la ‘navaja de Ockham', un principio metodológico muy usado en la Ciencia que dice que: «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable» y que mientras más pelos se le ponga a la moña, queda más fea y difícil de manejar. Algo que vale la pena tener en la cabeza siempre que nos llegan con el cuento de que el ickabog solo ataca de noche, bajo ciertas condiciones de luz, que solo se le puede ver por el rabito del ojo si se tiene una camiseta azul y todo lo demás. Grata la labor que hizo Rowling al publicar esta historia que en un principio solo fue escrita para sus hijos, como lo han hecho otros autores a lo largo de la historia: Tolkien, Kipling, etc. en medio de este momento en el cual lo único que tenemos es la imaginación y las historias que nos acompañan. Maravilloso que haya invitado a los niños a enviar sus dibujos sobre el cuento y que hayan sido escogidos para adornar las páginas interiores del libro; me imagino la felicidad de los escogidos al ver su dibujo dentro del libro —ahora se pueden considerar artistas de renombre—. Qué bueno que, por fin, para mí, Rowling haya sido capaz de darle al mundo algo lejos de Harry Potter, pero con una calidad imaginativa y narrativo en el mismo nivel que la saga que la hizo famosa. + Leer más |
Ya está aquí Hooky (Tomo 3), tercera y última parte de la trilogía de Míriam Bonastre. Si te gustan las historias cute, el manga y Harry Potter, el enganche está asegurado.
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