Las voladoras

En primer lugar, quiero dar las gracias a la editorial Páginas de espuma y a Babelio por hacerme llegar Las Voladoras a través de la última edición de Masa Crítica.

En este libro nos asomamos al género del gótico andino a través de ocho relatos cortos, salidos de la pluma de la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda.

En ellos leemos sobre volcanes, terremotos y páramos; sobre sadomasoquismo, música underground y revenge porn; sobre criaturas sobrenaturales y brujas.

Esta mezcla de temas de actualidad y tradición, de realidad y de fantasía, es lo que más me ha gustado de esta recopilación de cuentos. A través de ella podemos explorar reivindicaciones feministas contemporáneas dándose la mano con rituales ancestrales, con la violencia y el mito como trasfondo.

Como me suele pasar con el terror, algunas de las imágenes más gore o escatológicas me generan una reacción que se queda solo en lo visceral, sin llegar a lo emocional. Pero sin lugar a dudas la manera de escribir de la autora te atrapa: a veces poética y otras perturbadora, hay un componente desconcertante en sus cuentos que te empuja a seguir leyendo y que consigue que hasta los sucesos más espantosos resulten inquietantemente fascinantes.
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No conocía a esta autora, jamás había oído hablar de ella y al echar un vístazo a uno de los videos de uno de mis Booktubers favoritos, me decidí a comprarlo.

¡No me gustó nada! Creo que es muy arriesgado recomendar/regalar un libro así. al principio me pareció diferente, una emoción y sensaciones increíbles en el primer relato pero nada más lejos de la realidad.
Creo que no siento la fascinación por Mónica Ojeda de la que habla todo el mundo.
No conecté con su forma de escribir, ni de querer expresarnos su punto de vista dentro de lo gótico, lo explosivo o lo macabro.
Me resultaron desagradables, de difícil masticación he incluso hasta me resultaron aburridos.

Sin duda alguna, le puse demasiadas expectativas ante demasiadas buenas reseñas inmerecidas, sinceramente.

La narrativa de Ojeda explora las emociones ligadas al miedo, al dolor, a la perversidad, especialmente en el entorno intrafamiliar. Mónica Ojeda se interesa a la relación entre lo femenino y lo monstruoso y define su estilo como gótico andino.

Las voladoras son 8 relatos conectados con ese estilo gótico andino y desarrollan el miedo y la violencia. El título del libro « las voladoras », viene de una leyenda andina sobre la creencia que mujeres pueden entrar en un transe mágico y volar. Estos 8 relatos andinos están hechos de un sincretismo entre mitos, leyendas, violencia, misticismo, sexo malsano, miedo, anomalías, horror, abusos, duelo, etc.

La prosa de Mónica Ojeda es recia, contundente, demoledora, pero para mi esta prosa está al servicio de lo malsano, al servicio de las pulsiones humanas más repulsivas por muy universales que resulten, al servicio de la descripción de casos enfermizos, incluso patológicos , muy patológicos que podrían prestarse a un estudio psiquiátrico.
Porque su prosa es fuerte y su estilo original, pongo una estrella. Debí dejar la lectura, pero me venció la curiosidad.

Su obra se puede acercar al estilo de la escritora argentina Mariana Enríquez (leída) y de la escritora venezolana Michelle Roche (también leída).

No me agrada en absoluto este tipo de literatura porque una viene a la literatura en busca de cierta belleza, de cierta realidad con algo de positivo, de cierta exaltación de lo poco bueno de lo humano, de la idea ingenua de hacerse mejor con la lectura. Una no viene a despertar monstruos con el imaginario, sino a tratar de ignorarlos.
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En estos cuentos reaparece la exploración del animismo de la cultura andina. Las voladoras de estos cuentos son figuras rotundamente corpóreas y quizá más cercanas al significado que tiene la palabra ánima en la novela homónima de Wadji Mouawad, quien al igual que Ojeda bucea en las profundidades de lo atroz. Esta corporalidad se trasluce en cuerpos tremendamente violentados, la figura de la decapitación o la degollación, así como muchas referencias a la mutilación tienen una presencia fundamental en este libro. Precisamente la mutilación más mortal y cruel que pueda existir, la “decapitación”, impregna los relatos de vísceras, de coágulos de sangre y especialmente de cabezas que vuelan. de modo que Ojeda explora en el símbolo de la cabeza, entendida como una analogía de la mente o el pensamiento.

Estos ocho relatos de Mónica Ojeda son líricos a la par que siniestros, entre fantásticos y terroríficos, entre oníricos y angustiosos, entre mágicos y tenebrosos. Tienen una melodía propia a la frontera entre lo bello y lo horripilante, pero que te hacen sentir tan vulnerable y te emocionan tanto que no sabes explicar cómo, pero logran extrañarte y despertar tu curiosidad al mismo tiempo.

Son cuentos con una escritura rica en imágenes, metáforas, mitología, que rompen los esquemas, que te remueven por dentro, que muestran la cara que nunca queremos ver de lo que en teoría conocemos, que cuestionan la infalibilidad de la familia y te hacen mirar de frente temas tabús como el aborto, los abusos, la muerte...

En muchos de los cuentos he cerrado los ojos porque no quería mirar, pero sí ver y me he sorprendido al presentir los sentimientos de los personajes asomándose a sus precipicios.

Mi preferido es el más largo, con nombre de mito: “El mundo de arriba y el mundo de abajo”, en el cual el protagonista se pone en camino para cambiar su dolor y su pérdida por liberación.

Todo lo que me ha llegado en los últimos años sobre Mónica Ojeda era muy bueno, así que elegí "Las voladoras" como primer acercamiento a la obra de la autora. "Las voladoras" es un conjunto de ocho relatos donde la autora mezcla el terror, el folclore y la fantasía, todo tiñéndolo de una cruda realidad. Prácticamente todos los relatos dan mal rollo, te ponen los pelos de punta y te dejan con ganas de más. Algo muy a valorar, ya que rara vez encuentro libros de relatos que mantengan el nivel entre ellos.

No quiero destripar mucho cada relato porque todos tienen ese toque de misterio y sopresa, pero como digo, casi todos me han gustado por igual. En "Las voladoras", relato que da nombre al título, nos encontramos con mujeres que vuelan y se cuelan de noche en las casas; la protagonista de "Sangre coagulada" tiene una extraña obsesión por la sangre; una traumatizada profesora recoge una cabeza de su jardín en "Cabeza voladora"; en "Caninos" nos encontramos con una chica con un extraño apego a una dentadura postiza; "Slasher" nos muestra la extraña y perturbadora relación entre dos gemelas; "Soroche" nos habla de la relación entre cuatro amigas; asistiremos a un terremoto apocalíptico en "Terremoto", y por último, un chamán tratará de revivir a su hija en "El mundo de arriba y el de abajo".

Cada relato tiene su algo interesante, pero mis favoritos han sido "Cabeza voladora", "Slasher", "Sangre Coagulada" y "Soroche". La pluma de la autora me ha parecido una gozada, y ya estoy deseando leer alguna de sus novelas. Ojalá mantenga esta estela tétrica y terrorífica que he descubierto en estos relatos. La autora consigue despertar ese miedo en lo más cotidiano, pero a la vez lo mezcla con fantasía. Una de las autoras más interesantes que he descubierto este año.

Según el folklore popular, las voladoras son un tipo de mujeres que participan en actividades de brujería y que tienen el don de transformarse en ave.

No hay mejor exponente que recoja toda la esencia y profundidad de este concepto, que Las voladoras, antología de ocho relatos breves de la ecuatoriana Mónica Ojeda, que hoy os quiero dar a conocer.

La mujer y el cuerpo femenino como tema central, su dolor físico y mental, la sangre como fuente de vida y de muerte. Metáforas, simbolismo, cultura popular y folklore, complementan una narrativa tan bestial y turbia, que se os enraizará muy dentro. Leer a Mónica Ojeda es quedarse sin aire, y clamar de rabia y dolor. No hay mejor adjetivo para definir sus letras que desgarradoras.

Llena de sutiles toques oníricos o fantásticos que impregnan todos los relatos, convive a la vez con la realidad más real y cruel; una mezcla de lo terrenal y lo sobrenatural que la autora sabe enlazar armoniosamente creando verdaderas historias de terror cotidiano. Desde luego, no es una lectura apta para todos los públicos.

Me gustaría salientar, a título personal, Sangre coagulada, un relato estremecedor sobre la violencia ejercida sobre las mujeres, donde la sangre no solo brota de una herida física, si no de lo más profundo del alma femenina; y Saroche, una original visión de la amistad, el autoconocimiento y aceptación, un llamamiento a la sororidad con uno de los monólogos más estremecedores acerca del cuerpo femenino y de la visión “social” y de sometimiento que de él tenemos. No, lo bello no es lo normativo, lo bello eres tú, siempre.

Historias que me han sorprendido, me han sacudido y me han marcado. Una autora que se queda ya conmigo. Atreveos a leer a Mónica.

Segundo libro que leo de Mónica Ojeda, segundo libro suyo que me deja catatónica tras terminarlo. 

Y es que Mónica Ojeda es capaz de construir esos ambientes rarísimos y oníricos, en los que lo tabú sale a la luz y lo que consideramos normal queda enterrado por capas de sangre y vísceras. Todo ello confluye con su pluma, extremadamente lírica y repleta de metáforas (que, dicho sea de paso, a veces llegaba a sacarme un poquito de la historia). 

Es decir: te cuenta lo más crudo, sórdido y desagradable con una pluma que lo dota de una morbosa belleza que no puedes dejar de mirar. Y es esa manera de jugar con tus emociones y crear sensaciones de incomodidad lo que hace a Ojeda ser La Ojeda. 

En «Las Voladoras», la autora mezcla escenas que bien podrían ser cotidianas con misticismo, leyendas y giros oscuros. Se puede observar una enorme presencia de la tradición y mitología andinas, a través de la descripción de unos paisajes fascinantes y la inclusión de criaturas como las umas o las voladoras que dan título a esta antología (ambas relacionadas con la brujería, lo cual es bastante curioso). Y con todos estos recursos, Mónica Ojeda nos habla de feminicidio, de violencia, de muerte, de incesto, del paso de tiempo, de cuerpos ya sea desde lo monstruoso o desde la reivindicación de sus funciones naturales.

Y de todo ello construye imágenes que no puedes sacarte de la cabeza. 

Si tuviese que señalar mis relatos favoritos, me quedaría con «Caninos», «Cabeza Voladora», «Soroche» (me interesaron muchísimo sus temas) y «El mundo de arriba y el mundo de abajo», que me resultó una auténtica preciosidad llena de dolor. 

En conclusión: a Mónica Ojeda hay que leerla. «Mandíbula» me pareció una burrada de novela y esta colección de relatos, aunque me ha gustado menos, me parece también una pedazo de obra. 

Confieso que me daba miedo acercarme a la escritura de Mónica Ojeda, porque soy una persona muy aprensiva y con muchos miedos, y la literatura que tiene que ver con el terror o la violencia de forma explícita me da bastante respeto. Una imagen puede perseguirme durante meses y no dejarme dormir, así que ando con cuidado a la hora de leer.

Y la verdad es que este libro de Mónica Ojeda me ha quitado un poco esos miedos: me ha llegado tan profundo que ahora siento que no hay vuelta atrás. A través del terror y la fantasía, Ojeda consigue hablar de cosas que quizás desde otro prisma no sea posible abordar tan de frente.

No esperaba esta sacudida, esta cantidad de imágenes con las que Ojeda te golpea, esta riqueza en el lenguaje, en las metáforas. La autora parte de la mitología Andina para hablarnos de las violencias que atraviesan los cuerpos, con especial hincapié en las violencias que atraviesan los cuerpos de las mujeres. El gótico andino se apoya en el paisaje andino, que es, sin duda, un personaje más de la trama. Los cuentos aquí reunidos nos hablan de feminicidios, de abortos clandestinos, de violencia s3xual, de la violencia de la comunidad, pero también de la pérdida, del dolor, de la muerte. 

A través de personajes mitológicos como las Umas o las voladoras, Ojeda habla de miedos atávicos, del horror en lo cotidiano. La familia, la comunidad están muy presentes en todos los relatos y son, a veces apoyo, y otras veces los ejecutores de esas violencias. Las criaturas sobrenaturales vienen a vengar a los muertos, a castigar a los vivos por sus acciones. Acechan y vigilan, guían y apoyan, acompañan y atemorizan.

Me ha maravillado la inteligencia de la autora, que ha sabido tejer, a partir de la sabiduría comunitaria, relatos que abordan el horror del presente de una forma magistral.

No se sale ileso después de terminar una lectura como esta.

8 relatos que muestran el lado del ser humano que muchas veces no queremos ver. Digo que muestra porque con su estilo de escritura, Mónica hace una excelente construcción de imágenes. Las palabras las usa de tal manera, que construye en medio de los paisajes andinos, el paisaje violento de nuestra humanidad.

De una forma clara, explícita la autora toca temas como el aborto, el abuso, la muerte, la depresión entre otros. En su narración va mezclando los hechos con detalles escabrosos y bastante misticismo. En los cuentos encontré mucha realidad llena de una fantasía horrorífica, plasmada de una forma poética.

Es mi primer acercamiento a la autora, y desde que empecé a leer estos cuentos, me he sentido envuelta entre la hermosura de la escritura y al mismo tiempo la crudeza de las situaciones y de la emociones que causa. Sentí mucha incomodidad con lo que decía, pero una incomodidad que me gustaba, como estrellarse a la realidad que uno no ha visto nunca o que ha ignorado. Y cuando sentía que ya había llegado al tope, siempre había un detalle que hacía el cuento más espeluznante. Siempre había una palabra que hacía la experiencia de leer a Mónica Ojeda mucho mejor.

Hubo un par de cuentos que no me gustaron mucho, pero en general fue una lectura que disfruté, sobre todo: Sangre coagulada, Soroche y El mundo de arriba y el mundo de abajo.