Cuando no queden más estrellas que contar

"Mi padre decía que si ves una señal, no pases de largo y síguela. Porque, una vez que la dejas atrás, nunca vuelve".

La libertad es un derecho y nadie debería condicionarla. Porque quien quiere volver vuelve. Quien quiere quedarse se queda. Te busca. Te encuentra. Y no te suelta.

La felicidad no depende de lo que nos pueda pasar, sino de cómo percibimos aquello que nos ocurre.

El perdón no es un favor que se concede, es un privilegio que te permites. Una libertad que no anulará el sufrimiento, ese se quedará en tu interior y siempre formará parte de ti porque no se puede borrar el pasado. Pero que cerrará las heridas y las transformará en cicatrices.


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Tú volarías hasta con las alas rotas, Maya

El amor no lo justifica todo y querer no siempre es suficiente. No basta para que dos personas puedan estar juntas. A veces, amar de verdad es dejar ir a la otra persona antes de hacerle más daño. Amar es poner distancia y elegirte a ti mismo por encima de todo lo demás. Aunque duela. Aunque te parezca imposible soportar su ausencia.

Para aquellos que piden deseos cuando ven una estrella fugaz.

La familia no es sangre, es un sentimiento. Una emoción cálida que te arropa y te envuelve.

Él me enseñó que hay viajes sin destino.
Y que el destino es un viaje en sí mismo.
Sin mapa. Sin brújula. Sin estrellas que nos guíen.
Porque no importa el camino que elijas.
Ni que te pases la vida viajando a «ninguna» parte.
Al final, la última parada siempre será la tuya.
Tu destino.

Para querer a los demás, y quererlos bien, primero tenemos que empezar por nosotros mismos.