Esta continuación nos sitúa tres años después del final de Todo lo que nunca fuimos. Leah está a punto de terminar su carrera en la universidad de Brisbane y se ha agarrado a la pintura como si de un salvavidas se tratase. Tiene amigos, tiene algo parecido a un novio y podría decirse que al fin ha alcanzado esa paz que tanto necesitaba, esa estabilidad que se esfumó en el momento en el que perdió a sus padres. Sin embargo, se siente incompleta. El amargo adiós que tuvo con Axel dejó una herida que no ha terminado de cicatrizar y por más que se empeñe sus pensamientos siempre llegan a él.
Segundo libro de una bilogía, fácil de leer, me gustó mucho ver la evolución de los personajes, ya Leah casi he terminado su carrera, pinta, tiene un "novio" con el que se siente bien y Axel pues ha "madurado", pues todo el tiempo que lleva sin ver a Leah le ha hecho reconocer que no la tenía que haber dejado escapar, que lo suyo FUE REAL, que no era algo malo, que daba igual la diferencia de edad cuando dos personas se quieren y están enamoradas.
Me encantó cuando se van juntos por temas de trabajo a París, a la "ciudad del AMOR", porque allí es muy difícil darle la espalda al los sentimientos, con un escenario como ese, así que bueno, me gustaron las descripciones, realmente sientes que estás allí con ellos, paseando por esas calles tan bonitas, participando un poco de los éxitos de Leah, de sus amistades, de cómo poco a poco Axel y ella dan rienda suelta a lo que sienten, que también hay otra despedida, porque en la vida a veces hace falta estar solo para saber lo que realmente necesitamos pero que al final Leah también se da cuenta que es COMPATIBLE, poder desarrollar su carrera poro con quien quieres, en este caso a Axel.
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