¡Me ha encantado! No sé si será una de las mejores obras del autor, pero, sin duda, la creatividad y la calidad de esta es muy elevada. Me ha gustado mucho toda la historia, tanto la que se desarrolla dentro del colegio como fuera de él.
En lo relativo a la temática, encontramos alusiones al valor de la función docente, al poder de la amistad, la solidaridad, la confianza, el respeto, etc., pero también se tratan temas como el abuso de poder, los fraudes, la muerte, la infravaloración del poder de la lectura y de la escuela, y el abandono.
Entre los personajes encontramos dos tipos: a los que amas y a los que odias. Sin duda, entre los primeros se encuentran
Matilda y la señorita Honey, quienes son carismáticas, solidarias, humildes y adorables; y, entre los segundos, los padres de
Matilda y la señorita Trunchbull, personas que se desviven por logran el poder a costa de lo que sea y quienes creen que se encuentran a un nivel superior al resto de los seres humanos.
Como siempre, la historia está acompañada por las ilustraciones de
Quentin Blake. Estas son en blanco y negro y tienen el poder de reflejar a la perfección las palabras de
Roald Dahl. Tengo que destacar que me ha encantado la imagen con la que se caracteriza a
Matilda, pues nos permite captar tanto su humildad como su fuerza.
La novela se divide en veintiún capítulos titulados (no numerados), por lo que, antes de comenzar cada uno de ellos tenemos una idea de lo que van a tratar. La prosa del autor es sencilla y muy asequible para los alumnos a los que se dirige (en este caso para niños a partir de 12 años). Aunque la historia es muy atractiva, no recomiendo que sea leída por niños mucho menores de la edad recomendada, pues es posible que no lleguen a captar la esencia de todos los temas que se tratan y que desconozcan el significado de algunas palabras.
En definitiva, es una lectura totalmente recomendable y, más que recomendable, diría que imprescindible para ser leída por niños y no tan niños.