La emoción que se apoderó de ella, luego que lo hubo descubierto, le cortó el habla por completo. No le quedó ni aliento para dar las gracias. Lo único que pudo hacer fue disimular su violenta nerviosidad acercándose a Carlitos. La amabilidad por Federico desplegada, al ir en su ayuda, las circunstancias que rodeaban a la acción, el silencio y el modo en que la llevara a efecto, junto con la convicción, que pronto se impuso a Ana, por las palabras que al niño dirigió el capitán, como estudiado recurso para evitar que le significaran agradecimiento, de que la conversación con ella era lo que menos deseaba Wentworth, motivaron tal cúmulo de variadas y ardorosas zozobras, que no pudo recobrarse de ellas, hasta que la llegada de María y de las Musgrove, relevándola de sus ocupaciones de enfermera, la permitió abandonar la estancia.