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Las mejores frases de Emma (75)

Galena
Galena 12 December 2017
Al expresar en voz alta su asombro ante las pocas personas que conocían su opinión sobre la señora Elton, una de ellas, la señora Weston, aventuró esta disculpa:
-No creo que esté a gusto en la vicaría, mi querida Emma, pero siempre será mejor que no salir de casa. Su tía es una bellísima persona pero como compañera permanente debe de resultar muy aburrida. Antes de decidir que la señorita Fairfax tiene muy mal gusto hemos de acordarnos de su situación.
-Tiene usted toda la razón, señora Weston -dijo el señor Knightley con calor- La señorita Fairfax es tan capaz como cualquiera de juzgar a la señora Elton. Si estuviera en su mano no la habría elegido, pero -con una sonrisa de reproche dirigida a Emma- la señora Elton tiene con ella atenciones que no recibe de ninguna otra persona.
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Galena
Galena 12 December 2017
Su declaración y su propuesta de matrimonio no le habían servido de nada. Emma no creía en su afecto, y sus infundadas esperanzas la insultaban. El señor Elton quería casarse bien y, después de tener la arrogancia de poner los ojos en ella, fingían estar enamorad. A Emma no le cabía la menor duda de que su desengaño no le haría perder el sueño. Faltaba afecto sincero tanto en sus modales como en sus palabras. Había prodigado suspiros y frases acarameladas, pero era difícil reunir un conjunto de expresiones o utilizar un tono de voz menos ligados con el verdadero amor. No necesitaba apiadarse de él, porque sólo buscaba mejorar su posición social y enriquecerse; y si la señorita Woodhouse de Hartfield, heredera de treinta mil libras, no era tan fácil de conseguir como había imaginado, el señor Elton pronto volvería a intentarlo con otra que dispusiera de veinte o de diez.
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Galena
Galena 12 December 2017
La señora Bates, viuda de un antiguo vicario de Highbury, era una señora muy anciana, de vuelta ya de casi todo, si se exceptúan el té y el cuatrillo. La señora Bates vivía muy modestamente, con una hija soltera, y recibía la consideración y el respeto que suele despertar una anciana inofensiva en circunstancias tan desafortunadas. Su hija disfrutaba de una popularidad inusitada, tratándose de unya mujer que no era joven, ni hermosa ni rica y que ni siquiera estaba casada. La señorita Bates se encontraba en una pésima situación frente al mundo precisamente por gozar de tanta popularidad; y carecía de la superioridad intelectual que la reconciliara consigo misma o que asustara a quienes pudieran aborrecerla, obligándoles a manifestarle respeto al menos en público. La señorita Bates nunca había presumido de belleza ni de inteligencia. Su juventud transcurrió sin relieve y ahora dedicaba los años de madurez a cuidar de una madre a quien sel e iba la cabeza, esforzándose por sacar el mejor partido posible a sus pequeños ingresos. La señorita Bates, sin embargo, era una mujer feliz y una mujer de la que todo el mundo hablaba con simpatía. Eran su bondad para con todos y su buen carácter las cualidades responsables de tales maravillas.
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Galena
Galena 19 November 2017
—¡Ahora quiere usted escaparse! Pero, piénselo bien, no debe asustarle delegar en mí esos poderes. No soy una jovencita en edad de merecer. Las mujeres casadas pueden ocuparse de esas cuestiones sin el menor peligro. Es mi fiesta. Déjeme hacerlo. Yo me encargaré de las invitaciones.
—No —replicó el señor Knightley con mucha serenidad—; sólo existe una mujer casada a quien permitiría invitar a Donwell Abbey a los huéspedes de su elección, y se trata de…
—La señora Weston, imagino —irrumpió la señora Elton, bastante molesta.
—No; la señora Knightley. Y hasta que exista una señora Knightley, me seguiré encargando personalmente de esos asuntos.
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Galena
Galena 19 November 2017
La señora Bates vivía muy modestamente, con una hija soltera, y recibía la consideración y el respeto que suele despertar una anciana inofensiva en circunstancias tan desafortunadas. Su hija disfrutaba de una popularidad inusitada, tratándose de una mujer que no era ni joven, ni hermosa ni rica y que ni siquiera estaba casada. La señorita Bates se encontraba en una pésima situación frente al mundo precisamente por gozar de tanta popularidad; y carecía de la superioridad intelectual que la reconciliara consigo misma o que asustara a quienes podían aborrecerla, obligándoles a manifestarle respeto al menos en público
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