Emma de Jane Austen
La señora Bates vivía muy modestamente, con una hija soltera, y recibía la consideración y el respeto que suele despertar una anciana inofensiva en circunstancias tan desafortunadas. Su hija disfrutaba de una popularidad inusitada, tratándose de una mujer que no era ni joven, ni hermosa ni rica y que ni siquiera estaba casada. La señorita Bates se encontraba en una pésima situación frente al mundo precisamente por gozar de tanta popularidad; y carecía de la superioridad intelectual que la reconciliara consigo misma o que asustara a quienes podían aborrecerla, obligándoles a manifestarle respeto al menos en público
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