Allí vivían los pobres beneficiados de Mi Casa Propia, personas muy humildes qué tal vez podrían cumplir su sueño de obtener una vivienda básica. Hasta entonces esas casas habían sido para mí solo un dibujo en un plano, un punto, un mapa con una construcción modelo para ser fotografiado. Anduve en poblaciones muy pobres, en callejuelas de polvo y barro, entre perros vagos y ratones, entre niños sin escuela, jóvenes, ociosos y mujeres envejecidas por el trabajo. Las casas prefabricadas dejaron de ser solamente una buena idea o un buen negocio y entendí lo que significaban para esas familias. En todas partes vinos típicos murales de palomas en ese horrible estilo del realismo soviético, en las viviendas y fotos del presidente, junto a estampas del padre Juan Quiroga, como santos protectores. El hombre arrogante con traje italiano, has querido otro cariz a mis ojos.