Los hombres hablan de política y negocios; las mujeres hablan de sus achaques y de servicio doméstico. Al despertar por la mañana, mi madre hacía un inventario de lo que le dolía lo anotaba en la misma libreta donde llevaba la lista de los remedios del pasado y del presente, y a menudo se entretenía leyendo esas páginas con más ternura de la que le inspiraba el álbum de fotos familiares. Yo iba por el mismo camino de mi madre; de tanto, fingirme enferma, era experta en una variedad de enfermedades, pero gracias a miss Taylor, que no me hacía caso, se me curaron solas.