Memorias de una novelista de Virginia Woolf
Es más fácil escribir sobre la muerte, cosa muy común, que sobre una vida
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Memorias de una novelista de Virginia Woolf
Es más fácil escribir sobre la muerte, cosa muy común, que sobre una vida
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Las olas de Virginia Woolf
Cogeré mi angustia y la dejaré sobre las raíces, bajo las copas de las hayas. La examinaré y la cogeré con las puntas de los dedos.
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Orlando de Virginia Woolf
Una cosa es el verde en la naturaleza y otra en la literatura. La naturaleza y las letras parecen tenerse una natural antipatía; basta juntarlas para que se hagan pedazos.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Pero el futuro de la civilización está, pensó, en manos de jóvenes así; de jóvenes como había sido él hacía treinta años; con su amor por los principios abstractos, haciendo que le enviaran libros desde Londres hasta un pico en el Himalaya, leyendo libros de ciencia, leyendo libros de filosofía. Él futuro está en manos de jóvenes así.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
...escribir como una mujer; pero como una mujer que ha olvidado que lo es, de modo que sus páginas están llenas de esa curiosa calidad sexual que sólo se adquiere cuando el sexo no es consciente de sí mismo.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Hace siglos que las mujeres han servido de espejos dotados de la virtud mágica y deliciosa de reflejar la figura del hombre, dos veces agrandada.
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Orlando de Virginia Woolf
Recordó que cuando era hombre exigía que las mujeres fueran obedientes y castas, que aparecieran perfumadas y exquisitamente ataviadas. "Ahora tendré que pagar en carne propia por esas exigencias".
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Orlando de Virginia Woolf
Una mujer sabe muy bien que, por más que un hombre de ingenio le envíe sus poemas, alabe su juicio, solicite su opinión y se beba su té, eso no significa en modo alguno que respete sus opiniones, admire su entendimiento o llegado el caso deje de atravesarla, si le está negado el acero, al menos con su pluma.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Por eso Napoleón y Mussolini insisten con tanto énfasis en la inferioridad de las mujeres, porque si ellas no fueran inferiores, ellos no serían superiores. Eso explica en parte lo necesarias que son las mujeres para los hombres.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
...una buena comida es muy importante para una buena conversación. No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien si se ha comido mal.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Si la casualidad me hubiera deparado un cenicero, si a falta de cenicero no hubiera tirado la ceniza por la ventana, si las cosas hubieran sido algo distintas de lo que fueron, yo verosímilmente no habría visto un gato sin cola.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
¿De verdad importaba -se preguntó, mientras andaba hacia Bond Street-, de verdad importaba que inevitablemente ella tuviera que desaparecer; que todo esto fuese a seguir sin ella?; ¿lo lamentaba, o era un consuelo creer que la muerte ponía fin a todo?
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Siendo dos veces más inteligente que Dalloway, Clarissa tenia que verlo todo a través de los ojos de Dallo-way, lo cual es una de las tragedias de la vida matrimonial. Dotada de criterio propio, tenía que citar siempre las palabras de Richard,
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Flush de Virginia Woolf
Sí, Flush era digno de Miss Barret; Miss Barret era digna de Flush. Un sacrificio, es verdad, pero había que hacerlo.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Pese a tener el doble de inteligencia que su marido, estaba obligada a ver las cosas con sus ojos, lo que constituye una de las tragedias de la vida matrimonial.
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Al faro de Virginia Woolf
Ya estaban encendidas todas las velas y la luz acercaba los rostros situados a ambos lados de la mesa, creando, como no había sido posible durante el crepúsculo, un grupo unido; y es que ahora los cristales dejaban fuera la noche, porque lejos de dar una visión exacta del mundo exterior, lo ondulaban de una manera tan extraña que el interior del comedor parecía el reino del orden y de la tierra firme, mientras que del otro lado solo existía un reflejo en el que las cosas temblaban y desaparecían como en un mundo acuático.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Tenía la rarísima sensación de ser invisible, no vista, desconocida; ya no volvería a casarse, ya no volvería a tener hijo ahora, y solo le quedaban este pasmoso y un tanto solemne avance con todos los demás por Bond Street, este sr la señora Dalloway, ahora ni siquiera Clarissa.
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Un cuarto propio de Virginia Woolf
Es obvio el que los valores de las mujeres difieren con frecuencia de los valores creados por el otro sexo y sin embargo son los valores masculinos los que predominan.
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Orlando de Virginia Woolf
La conversación más vulgar es a menudo la más poética, y la más poética es precisamente la que no se puede escribir.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta de un hombre de tamaño doble del natural...Por eso, tanto Napoleón como Mussolini insisten tan marcadamente en la inferioridad de las mujeres, ya que si ellas no fueran inferiores, ellos cesarían de agrandarse.
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Su nombre de nacimiento es: