600 Libros desde que te conocí de Virginia Woolf
Creo que he leído unos 600 libros desde que nos vimos
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600 Libros desde que te conocí de Virginia Woolf
Creo que he leído unos 600 libros desde que nos vimos
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600 Libros desde que te conocí de Virginia Woolf
Estoy de acuerdo contigo en que probablemente las reseñas no hagan ninguna diferencia
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Cierren sus bibliotecas si quieren; pero no hay puertas, ni cerraduras, ni cerrojo que cierre la libertad de mi espíritu.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Cierre con llave sus bibliotecas si quiere, pero no hay puerta, ni cerradura, ni cerrojo que pueda imponer a la libertad de mi mente.
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Flush de Virginia Woolf
El verdadero filósofo es el que se queda sin pelo pero se libra de las pulgas.
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El lector común de Virginia Woolf
La mayor parte de cualquier biblioteca no es más que el registro de semejantes momentos efímeros en las vidas de hombres, mujeres y burros. Toda literatura, cuando envejece, tiene su pila de desperdicios, su registro de momentos desvanecidos y vidas olvidadas contadas con acentos débiles y entrecortados que han perecido. Pero si nos abandonamos al placer de leer desperdicios quedaremos sorprendidos, es más, sobrecogidos por las reliquias de vida humana que se han desechado para que se pudran.
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El lector común de Virginia Woolf
Hay que ser capaz de caer fácilmente en esos éxtasis, esas palabras desaforadas y en apariencia irrelevantes, esas expresiones a veces obvias y tópicas, para determinar su relevancia o irrelevancia, y atribuirles su relación con el conjunto de la obra.
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El lector común de Virginia Woolf
La mayoría de las veces llegamos a los libros con la mente confusa y dividida, exigiendo a la ficción que sea verdad, a la poesía que sea falsa, a la biografía que sea aduladora, a la historia que refuerce nuestros propios prejuicios. Si pudiéramos desterrar todas esas ideas preconcebidas cuando leemos, sería un comienzo admirable. No le dictemos al autor; intentemos convertirnos en él. Seamos sus compañeros de trabajo y sus cómplices. Si nos retraemos y mostramos reparos y críticas al principio, nos estamos impidiendo sacar el mayor provecho posible de lo que leemos. Pero si abrimos la mente al máximo, entonces unos signos e indicios de hermosura casi imperceptible, al cabo de las primeras frases, nos llevarán ante la presencia de un ser humano como ningún otro.
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El lector común de Virginia Woolf
El único consejo, en verdad, que una persona puede dar a otra acerca de la lectura es que no se deje aconsejar, que siga su propio instinto, que utilice su sentido común, que llegue a sus propias conclusiones.
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El lector común de Virginia Woolf
su capacidad de condensar, de ensanchar, de enunciar de una vez y para siempre.
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El lector común de Virginia Woolf
Entonces, de pronto, la suave narración se hiende, un arco se abre tras otro, se revela la imagen de algo que siempre se escapa, siempre a la fuga, y el tiempo se detiene.
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Al faro de Virginia Woolf
Estaban pensando las mismas cosas y él le había respondido sin que ella hiciera la pregunta. Se paró ahí como si estuviera dando un abrazo a todas las debilidades y sufrimiento de la humanidad.: ella pensó que él estaba vigilando, con tolerancia y compasión, el destino final. ahora lo ha rematado con gran esplendor, pensó, cuando sus manos descendieron lentamente, como si le hubiera visto dejar caer, desde su gran altura, una guirnalda de violetas y asfódelos que, aleteando lentamente, terminaba por posarse, sobre la tierra.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Que bojos que som. Només Déu sap per quina raó l’arribem a estimar tant, la veiem com la veiem, inventant-la, construint-la al nostra voltant, destruint-la i creant-la de nou a cada moment: estimem la vida.
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Un cuarto propio de Virginia Woolf
Por eso Napoleón y Mussolini insisten con tanto énfasis en la inferioridad de las mujeres, porque si ellas no fueran inferiores, ellos no serían superiores.
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Un cuarto propio de Virginia Woolf
Aquella mujer, pues, que nació con el don de la poesía en el siglo dieciséis, era una mujer desdichada, una mujer en lucha consigo misma.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
Tenia la extrañisima sensación de que nadie la veía ni la conocía; se había acabado el matrimonio y tener hijos, solo quedaba aquel sorprendente avanzar de manera solemne, aquel ser la señora Dalloway; ni siquiera Clarissa ya; tan solo la señora de Richard Dalloway.
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
“Ahora que uno era viejo, ahora que uno era maduro, entonces, uno podía mirar, uno podía comprender, y uno conservaba la capacidad de sentir.”
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La Señora Dalloway de Virginia Woolf
“Sentía que él comprendía, porque la gente comprende sin necesidad de decir nada lo que uno entiende al hacerse viejo”
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Sólo puedo ofrecerles una opinión sobre un tema menor: para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela.
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Tres guineas de Virginia Woolf
Toma esta guinea y con ella quema la universidad hasta los cimientos.
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Su nombre de nacimiento es: