Las olas de Virginia Woolf
A veces pienso que no soy una mujer, sino la luz que ilumina esta verja, esta tierra. Soy las estaciones, pienso a veces, enero, mayo, noviembre, el barro, la niebla, el alba.
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Las olas de Virginia Woolf
A veces pienso que no soy una mujer, sino la luz que ilumina esta verja, esta tierra. Soy las estaciones, pienso a veces, enero, mayo, noviembre, el barro, la niebla, el alba.
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Las olas de Virginia Woolf
En un mundo que contiene el presente momento, ¿a santo de qué distinguir? A nada debemos dar nombre, no sea que al hacerlo lo alteremos. Dejemos que todo exista, que exista esta orilla, que exista esta belleza.
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De viaje de Virginia Woolf
Una casa que no tiene raíces en ninguna parte, sino que se puede mover con rapidez según te apetezca y es autosuficiente es, sin duda, la casa más deseable
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De viaje de Virginia Woolf
El viajero solitario comienza su viaje con un estado de ánimo plácido y práctico. Si solo eres uno, curiosamente tienes muy poco en que pensar; tus deseos se satisfacen con facilidad
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De viaje de Virginia Woolf
Decir que el paisaje desde la Acrópolis es bello es una manera de escaparse de la dificultad: toda la tierra es florida como un melocotón, con sombras ligeras de color púrpura; a lo lejos, el mar brilla como plata opaca; arriba, en el cielo, las nubes tiemblan por su cúpula, en carmesí y oro. Al mismo tiempo, la luna está tan afilada como para partir el cielo con su delgado filo plateado, y una estrella cuelga cerca…
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De viaje de Virginia Woolf
En Grecia, sientes muy a menudo que el espectáculo pasó hace mucho y has llegado demasiado tarde
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De viaje de Virginia Woolf
Nadie dirá de mi que he conocido la felicidad perfecta, pero pocos podrán señalar el momento o decir qué la provocó
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De viaje de Virginia Woolf
El singular y embriagador encanto de Stonehenge para mí, y supongo que para casi todos, es que nadie en el mundo te puede explicar nada
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De viaje de Virginia Woolf
La oveja solo se convierte en un animal pintoresco cuando está recogida en rebaños y un perro y un hombre la conducen por la ladera
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Matar al ángel del hogar: 5 de Virginia Woolf
(…) ahora que se había liberado a sí misma de la mentira, esa mujer joven solo tenía que ser ella misma. Ah, pero, ¿qué es «ella misma»? Es decir, ¿qué es una mujer? Se lo aseguro, no lo sé. No creo que ustedes lo sepan. No creo que nadie pueda saberlo hasta que ella se haya expresado en todas las artes y profesiones abiertas a la inteligencia humana.
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Matar al ángel del hogar: 5 de Virginia Woolf
el crítico del sexo opuesto quedará intrigado y sorprendido, de un modo genuino, por el intento de alterar la actual escala de valores y verá en ello no la mera existencia de un punto de vista diferente, sino un punto de vista que calificará de débil, o trivial, o sentimental, solo porque es diferente al suyo.
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De viaje de Virginia Woolf
Mañana, s empezar otra vez, lo que me alegra. Viajar me llena de desasosiego. Quiero ver el siguiente lugar
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Las olas de Virginia Woolf
A intermitentes sacudidas, bruscas como el salto del tigre, la vida surge del mar jadeante, mostrando primero su oscura cresta.
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Las olas de Virginia Woolf
Ahora baja la marea. Ahora los árboles vuelven a la tierra, las olas que baten contra mis costillas avanzan y se retiran más suavemente, y mi corazón echa el ancla como un velero cuyas velas resbalan desde lo alto a la blanca cubierta.
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Las olas de Virginia Woolf
Sola, a menudo me sumo en la nada. He de mover los pies con gran cautela, para no rebasar los límites del mundo y caer en la nada. He de golpear con la mano una dura puerta, para llamarme a mí misma a fin de que vuelva a entrar en el cuerpo.
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Las aventuras agrícolas de un cockney de Virginia Woolf
Aunque sean de origen humilde tienen más sentido común que mucha gente que conozca
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Las grandes masas de gente nunca son responsables de lo que hacen. Las mueven instintos que no están bajo su control.
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Una habitación propia de Virginia Woolf
Posiblemente, cuando el profesor insistía con demasiado énfasis sobre la inferioridad de las mujeres, no era la inferioridad de estas lo que le preocupaba, sino su propia superioridad.
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Las olas de Virginia Woolf
Quiero salir de estas aguas. Pero se amontonan sobre mí. Entre sus grandes hombros me llevan. Me obligan a dar un giro sobre mí misma, me derriban, estoy tendida entre esas largas luces, esas largas olas, esos interminable senderos, esas gentes que me persiguen, me persiguen.
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Su nombre de nacimiento es: