De viaje de Virginia Woolf
Decir que el paisaje desde la Acrópolis es bello es una manera de escaparse de la dificultad: toda la tierra es florida como un melocotón, con sombras ligeras de color púrpura; a lo lejos, el mar brilla como plata opaca; arriba, en el cielo, las nubes tiemblan por su cúpula, en carmesí y oro. Al mismo tiempo, la luna está tan afilada como para partir el cielo con su delgado filo plateado, y una estrella cuelga cerca…
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