María Antonieta de Stefan Zweig
...cuando un edificio está podrido y largamente socavado, basta con sacar un solo clavo de la pared para que la casa entera se desplome.
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María Antonieta de Stefan Zweig
...cuando un edificio está podrido y largamente socavado, basta con sacar un solo clavo de la pared para que la casa entera se desplome.
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Viaje al pasado de Stefan Zweig
Pero el amor sólo se confirma de verdad como tal cuando deja de revolverse dolorosamente en el interior de uno, oscuro como un embrión, y es nombrado con los labios y el aliento, cuando se atreve a confesar su existencia.
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Veinticuatro horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig
Parece que muchas personas experimentan cierto goce en juzgarse más fuertes, más morales y más puras que aquellas que son «fáciles de seducir». Yo, personalmente, encuentro más digno que una mujer ceda a su instinto, libre y apasionadamente, que no que, como ocurre por lo general, engañe al marido en sus propios brazos y a ojos cerrados.
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El candelabro enterrado de Stefan Zweig
Atrajo suavemente hacía sí la mano del niño, que, como una mariposa, descansó temblorosa y ligera en la fría palma del anciano.
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El candelabro enterrado de Stefan Zweig
Peor es para los hombres no saber que preguntar. Sólo aquel que ha preguntado mucho puede comprender mucho. Y sólo aquel que mucho comprende hace justicia.
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El candelabro enterrado de Stefan Zweig
El mal nace de la riqueza y lo valioso tienta a los ladrones.
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El candelabro enterrado de Stefan Zweig
El óvalo escalonado permanecía marmoleo, mudo y vacío bajo el sol de verano. Tan sólo, en la arena, quedaba el olvidado león - los gladiadores habían huido hacia rato junto con los demás -, que, agitando la melena, desafiada al repentino vacío con sus rugidos.
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Veinticuatro horas en la vida de una mujer de Stefan Zweig
El tiempo, sin embargo, posee una fuerza profunda y la vejez un poder singular para quitar intensidad a los sentimientos.
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Carta de una desconocida de Stefan Zweig
Me di cuenta que en este mundo, el pobre siempre será el maltratado, el humillado, la eterna víctima.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
En Jakob Mendel, aquel pequeño librero de viejo de Galitzia, contemplé por primera vez, siendo joven, el vasto misterio de la concentración absoluta, que hace tanto al artista como al erudito, al verdadero sabio como al loco de remate, esa trágica felicidad y desgracia de la obsesión completa.
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Novela de ajedrez de Stefan Zweig
Nada en el mundo puede oprimir tanto el corazón del hombre como la nada.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
El atroz cometa de sangre, en su loca carrera, debió de golpear también, retumba do, la apartada y pacífica estrella alcionica de su mundo de los libros.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Sus ojos acostumbrados durante décadas a las delicadas y silenciosas letras del tamaño de patas de insecto, debieron de ver cosas terribles en aquel corral para hombres entre alambradas de espino.
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
El mágico telescopio que le permitía contemplar el mundo del espíritu se rompió en mil pedazos
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Mendel el de los libros de Stefan Zweig
Jakob Mendel miraba a través de sus gafas y desde aquella mesa cuadrada ese otro universo de los libros, que asimismo gira eternamente y renace transformado
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Carta de una desconocida de Stefan Zweig
Sintió a la muerte y sintió un amor inmortall: algo le atravesó el alma y pensó en aquella mujer invisible, etérea uy apasionada como el recuerdo de una lejana melodia.
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El candelabro enterrado de Stefan Zweig
Ebrias de pompa y a la vez enardecidas de su propio entusiasmo, gritaban, alborotaban, silbaban y aclamaban en cien lenguas estos miles de voces hasta hacer temblar con su eco los muros de piedra: era toda una ciudad, un mundo entero, que recibía vibrante al hijo de campesinos de Macedonia y a la bella mujer que en otro tiempo -los viejos todavía se acordaban- había exhibido su cuerpo desnudo en ese mismo lugar como bailarina y de noche lo vendía a cualquiera. Pero también esto se había olvidado, igual que se olvida toda ignominia después de la victoria y todo desafuero después del triunfo.
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Gregorio Samsa es un ...