El candelabro enterrado de Stefan Zweig
Atrajo suavemente hacía sí la mano del niño, que, como una mariposa, descansó temblorosa y ligera en la fría palma del anciano.
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El candelabro enterrado de Stefan Zweig
Atrajo suavemente hacía sí la mano del niño, que, como una mariposa, descansó temblorosa y ligera en la fría palma del anciano.
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