La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
No creo que exista el diablo pero el Jaguar me hace dudar a veces. Él dice que no cree, pero es mentira, pura pose. Se vio cuando le pegó a Arróspide por halar mal de Santa Rosa.
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La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
No creo que exista el diablo pero el Jaguar me hace dudar a veces. Él dice que no cree, pero es mentira, pura pose. Se vio cuando le pegó a Arróspide por halar mal de Santa Rosa.
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Dos soledades: Un diálogo sobre la novela en América Latina de Mario Vargas Llosa
Creo que para expresar la inmensa soledad del poder no hay ningún arquetipo mejor que el del dictador latinoamericano, que es el gran monstruo mitológico de nuestra historia.
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Medio siglo con Borges de Mario Vargas Llosa
En política, Borges fue rotundo. Decía que no se podía admirar a los políticos, personas que se dedican a estar de acuerdo, a sobornar, a sonreír, a hacerse retratar y a ser populares.
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Diálogos en el Perú de Mario Vargas Llosa
Mi vida es eso: es contar historias, escribir historias, preocuparse de cuál es el camino que sigue la gestación de una historia y la función que tienen las historias en la vida de una persona. Esto puede ser el divertimento para otras personas, pero para mí es el centro de la vida.
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Diálogos en el Perú de Mario Vargas Llosa
Yo parto siempre, para escribir una novela, de un tipo determinado de experiencia: vista, soñada u oída. Luego trazo el argumento, labor que me lleva semanas íntegras de trabajo. Después viene lo que yo llamo el “magma”, un borrador de dimensiones enciclopédicas en que digo todo, anoto todo, apunto todo. La última fase está constituida por la reducción de la obra. Esta redacción equivale a una destilación del “magma”, una criba que realizo atendiendo, sobre todo, a la estructura de la obra. Y prefiero la eficacia a la eufonía, la belleza o la exactitud.
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Cartas a un joven novelista de Mario Vargas Llosa
¿Que origen tiene esa disposición precoz a inventar seres e historias que es el punto de partida de la vocación de escritor? Creo que la respuesta es:la rebeldía. (...) La vida que las ficciones describen-sobretodo, las más logradas-no es nunca la que realmente vivieron quienes la inventaron, escribieron, leyeron y celebraron, sino la ficticia, la que debieron artificialmente crear porque no podían vivirla en la realidad, y por ello se resignar on a vivirla sólo de la manera indirecta y subjetiva en que se vive esa otra vida:la de los sueños y las ficciones. |
Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
Pero te voy a decir uan cosa-dice Santiago-. No me arrepiento de haber entrado a San Marcos en vez de la Católica. (...) Porque gracias a San Marcos no fui un alumno modelo, ni un hijo modelo ni un abogado modelo, Ambrosio-dice Santiago (...) Porque gracias a San Marcos me jodi-dice, Santiago-. Y en este país el que no se jode, jode a los demás. |
Tiempos recios de Mario Vargas Llosa
Pareciera que en el fondo de todos nosotros hubiese un monstruo, Que sólo espera el momento propicio para salir a la luz y causar estragos.
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La tía Julia y el escribidor de Mario Vargas Llosa
El arte y la bolsa son enemigos mortales, como los chanchos y las margaritas.
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La verdad de las mentiras de Mario Vargas Llosa
Cuando leemos novelas no somos el que somos habitualmente, sino también los seres hechizos entre los cuales el novelista nos traslada. El traslado es una metamorfosis: el reducto asfixiante que es nuestra vida real se abre y salimos a ser otros, a vivir vicariamente experiencias que la ficción vuelve nuestras. Sueño lúcido, fantasía encarnada, la ficción nos completa, a nosotros, seres mutilados a quienes ha sido impuesta la atroz dicotomía de tener una sola vida y los deseos y fantasías de desear mil. Ese espacio entre nuestra vida real y los deseos y las fantasías que le exigen ser más rica y diversa es el que ocupan las ficciones.
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La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa
Honor, venganza, esa religión rigurosa, esos códigos de conducta puntuales. ¿Cómo explicar su existencia aquí, en el fin del mundo, entre las personas que no poseían nada más que los trapos y los piojos que tenían sobre ellos?
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La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
Pero no olvide tampoco que lo primero que se aprende en el Ejército es a ser hombres. Los hombres fuman, se emborrachan, tiran contra, culean. Los cadetes saben que, si son descubiertos, se les expulsa. Ya han salido varios. Para hacerse hombre hay que correr riesgo, hay que ser audaz. Eso es el Ejército, Gamboa, no sólo la disciplina.
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La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
El amor es lo peor que hay. Uno anda hecho un idiota y ya no se preocupa de sí mismo. Las cosas cambian de significado y uno es capaz de hacer las peores locuras y de fregarse para siempre en un minuto.
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La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa
Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.
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La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa
No era el deseo de aprender, de triunfar, lo que te confinaba en la biblioteca, sino de marearte, intoxicarte, perderte en esas materias.
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Travesuras de la niña mala de Mario Vargas Llosa
¿Cómo era posible que volver a verla después de tanto tiempo te trastornara así, Ricardito? Porque, era cierto todo lo que le había dicho: seguía loco por ella. Me bastó verla para reconocer que, aun a sabiendas de que cualquier relación con la niña mala estaba condenada al fracaso, lo único que realmente deseaba yo en la vida con esa pasión con que otros persiguen la fortuna, la gloria, el éxito, el poder, era tenerla a ella, con todas sus mentiras, sus enredos, su egoísmo, y sus desapariciones.
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Un bárbaro en París de Mario Vargas Llosa
La historia, más que una lucha de religiones o de clases, ha opuesto siempre esos pequeños espacios de civilización a la barbarie circundante, en todas las culturas y las épocas y a todos los niveles de la escala social
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Un bárbaro en París de Mario Vargas Llosa
A fines de los años cincuenta, cuando vine a vivir a París, aunque uno fuera paupérrimo podía darse el lujo supremo de un buen teatro, por lo menos una vez por semana
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Dos soledades: Un diálogo sobre la novela en América Latina de Mario Vargas Llosa
(...) El escritor es el eterno disconforme, esté donde esté. Su obra nace del descontento. (...) Cuando el orden perfecto llegue, el escritor seguirá inconforme: lo humano es infinitamente perfectible, y siempre habrá razones para la obra de un escritor. Gabriel García Márquez |
Los cachorros de Mario Vargas Llosa
Y Chabuca que no fuera aguado, ven y así un día encontrarás una chica que te guste y le caerás. Pero él ni de a vainas, de perdido, nuestras fiestas lo aburrían, de sobrado avejentado, no iba porque tenía otras mejores donde me divierto más.
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¿Quién escribió la saga?