Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
¿a pesar de todo te importaba la familia, querías a la familia que no te quería? ¿O es que la soledad era todavía peor que la humillación, tío?
|
Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
¿a pesar de todo te importaba la familia, querías a la familia que no te quería? ¿O es que la soledad era todavía peor que la humillación, tío?
|
Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
- Bueno, mientras los tengan contentos, apoyarán el régimen. Después, se conseguirán otro general y los sacarán a ustedes. ¿Siempre no ha sido así el Perú?
|
Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
Pensaría la trabajo, mojo y la dejo, y ella se daría cuenta que el blanquito babeaba por ella y pensaría dejo que me trabaje, dejo que moje y lo cojo.
|
¿Quién mato a Palomino Molero? de Mario Vargas Llosa
Entonces, no sabes lo que es el amor-lo oyó burlarse-. Yo me metería de avionero, de soldado raso, de cura, de recogedor de basura y hasta comería caca si hiciera falta, para estar cerca de mi gordita, Lituma.
|
Un bárbaro en París de Mario Vargas Llosa
(Hugo) pese a haberse llevado a su esposa Adèle y a su amante Juliette, y de haber entablado esporádicas relaciones íntimas con damas locales o de paso, mantuvo un constante y múltiple comercio carnal con las muchachas del servicio.
|
Travesuras de la niña mala de Mario Vargas Llosa
Estas últimas veinticuatro horas me has hecho morir mil veces. A qué juegas tú conmigo, dime a qué. ¿Para eso me llamaste, me buscaste, cuando ya me había librado de ti? ¿Hasta cuándo crees que voy a aguantar? Yo también tengo un límite. Te podría matar.
|
Los cachorros de Mario Vargas Llosa
A mediados de ese año, poco después de Fiestas Patrias, Cuéllar entró a trabajar en la fábrica de su viejo: ahora se corregirá, decían, se volverá un muchacho formal. Pero no fue así, al contrario. Salía de la oficina a las seis y a las siete estaba ya en Miraflores y a las siete y media en El Chasqui, acodado en el mostrador...
|
El sueño del celta de Mario Vargas Llosa
¿Tenía sentido todo aquello? ¿La aventura europea del África era acaso lo que se decía, lo que se escribía, lo que se creía? ¿Traía la civilización, el progreso, la modernidad mediante el libre comercio y la evangelización? ¿Podía llamarse civilizadores a esas bestias de la Force Publique que robaban todo lo que podían en las expediciones punitivas? ¿Cuántos, entre los colonizadores –comerciantes, soldados, funcionarios, aventureros–, tenían un mínimo respeto por los nativos y los consideraban hermanos, o, por lo menos, humanos? ¿Cinco por ciento? ¿Uno de cada cien? La verdad, la verdad, en los años que llevaba aquí sólo había encontrado un número para el cual sobraban los dedos de las manos de europeos que no trataran a los negros como animales sin alma, a los que se podía engañar, explotar, azotar, incluso matar, sin el menor remordimiento. |
La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
Los zorros del desierto de Sechura aúllan como demonios cuando llega la noche; ¿Sabes por qué? : para quebrar el silencio que los aterroriza.
|
Travesuras de la niña mala de Mario Vargas Llosa
Cuando vine a vivir en Lavapiés, el barrio habría cambiado de tal manera que a ratos me preguntaba sin en esa Babel quedaba todavía algún madrileño de cepa o todos los vecinos éramos, como Marcella y yo, madrileños importados.
|
La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa
En New York ya nadie mira a las mujeres con ese desparpajo. Midiéndola, sopesándola, calculando cuánta carne hay en cada una de sus tetas y muslos, cuántos vellos en su pubis y la curva exacta de sus nalgas. Cierra los ojos, presa de un ligero vahído. En New York, ya ni los latinos, dominicanos, colombianos, guatemaltecos, miran así. Han aprendido a reprimirse, entendido que no deben mirar a las mujeres como miran los perros a las perras, los caballos a las yeguas, los puercos a las puercas.
|
Cartas a un joven novelista de Mario Vargas Llosa
Querido amigo: estoy tratando de decirle que se olvide de todo lo que ha leído en mis cartas sobre la forma novelesca y se ponga a escribir novelas de una vez.
|
|
La guerra del fin del mundo de Mario Vargas Llosa
...quien quiera salvarse de e ir a Canudos., pues el mu do ha caído en manos del Anticristo. ¿Sabéis a quién llaman el Anticristo los Yagunzos?. A la República
|
Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
A lo mejor esa monotonía con estrecheces era la felicidad, esa discreta falta de convicción y de exaltación y de ambición, a lo mejor era esa suave mediocridad en todo.
|
Conversación en la catedral de Mario Vargas Llosa
El periodismo no es una vocación sino una frustración
|
La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa
Porque, aunque nadie se lo crea, para matar se necesitan más huevos que para morir.
|
La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
«Quizá me expulsen a mi también», pensó el Esclavo. Salió del cuarto de Huarina. Nadie podía haberlo visto, después del almuerzo los cadetes se tendían en sus literas o en la hierba del estadio. En el descampado, observó a la vicuña: esbelta, inmóvil, olfateaba el aire. «Es un animal triste», pensó. Estaba sorprendido: debería sentirse excitado o aterrado, algún trastorno físico debía recordarle la delación. Creía que los criminales, después de cometer un asesinato, se hundían en un vértigo y quedaban como hipnotizados. Él solo sentía indiferencia. |
La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa
Esa noche hice un monton de cosas por primera vez:tomar jerez, ponerme las.joyas de mama, bailar con un viejo de setenta años y recibir mi primer beso en la boca.
|
La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa
No creo que exista el diablo pero el Jaguar me hace dudar a veces. Él dice que no cree, pero es mentira, pura pose. Se vio cuando le pegó a Arróspide por halar mal de Santa Rosa.
|
¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?