Los días del abandono de Elena Ferrante
Los hombres, pequeños o grandes, no saben apreciar la belleza auténtica, solo piensan en sus necesidades.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
Los hombres, pequeños o grandes, no saben apreciar la belleza auténtica, solo piensan en sus necesidades.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Ella era así, rompía los equilibrios únicamente para ver de qué manera recomponerlos
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El amor molesto de Elena Ferrante
Cuando se entra en la casa de una persona muerta recientemente, es difícil creerla desierta. Las casas no conservan fantasmas, pero mantienen los efectos de los últimos gestos de vida.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Dios crea al hombre Ish, y le insufla en las narices el hálito de la vida. Después forma a Ishá, la mujer, con la materia masculina moldeada, materia que ya no está en bruto, sino viva, y que toma del costado de Ish, cerrándole enseguida la carne. El resultado es que Ish puede decir: Esta cosa no es, como el ejército de todo lo creado, ajeno a mí, sino que es carne de mi carne, hueso de mis huesos. Dios la ha creado de mí. Me ha fecundado con su hálito de vida y la ha extraído de mi cuerpo. Yo soy Ish y ella es Ishá. En la palabra ante todo, en la palabra que la nombra, deriva de mí que soy a imagen del espíritu divino, que llevo dentro su Verbo. Así pues, ella es un puro sufijo aplicado a mi raíz verbal, puede expresarse solo dentro de mi palabra.
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Un mal nombre de Elena Ferrante
Tal como había ocurrido en otras ocasiones, jamás se me pasó por la cabeza que ella se hubiese visto en la necesidad de humillarme para poder soportar mejor su propia humillación.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
Desde el momento en que me había enamorado de Mario, había empezado a temer que le dejase de gustar. Lavar el cuerpo, desodorarlo, borrar todas las señales desagradables de la fisiología. Levitar. Quería despegarme del suelo, quería que me viese flotando en el aire como ocurre con las cosas íntegramente buenas. No salía del baño si no había desaparecido el mal olor, abría los grifos para evitar que oyese el chorro de la orina. Me frotaba, me restregaba, me lavaba el pelo cada dos días. Pensaba en la belleza como en un esfuerzo constante de eliminación de la corporalidad. Quería que amase mi cuerpo, pero olvidándose de lo que se sabe de los cuerpos. La belleza, pensaba angustiada, es ese olvido.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Llegar a ser. Frase verbal que siempre me había obsesionado. Yo quería llegar a ser, aunque jamás había sabido qué. Y había llegado a ser, no cabía duda, pero sin un objetivo, sin una auténtica pasión, sin una resuelta ambición.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismos no llegamos a comprender.
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
En cuanto buscas las palabras, la lentitud se transforma en torbellino y los colores se confunden como los de varias frutas mezcladas en una licuadora. No sólo “el tiempo pasó” se convierte en una fórmula, sino que “una tarde”, “una mañana”, “una noche” también resultan indicaciones de conveniencia.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
La solidez de las cosas a veces está en manos de elementos molestos que parecen alterar la cohesión
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La hija oscura de Elena Ferrante
Las lenguas tienen tienen para mi un veneno secreto que cada cierto tiempo se activa contra el cual no hay antidoto
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La hija oscura de Elena Ferrante
Las cosas mas difíciles de contar son las que nosotros mismos no llegamos a comprender
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Cuando se lleva poco tiempo en este mundo resulta difícil comprender cuáles son los desastres que dan origen a nuestro sentimiento del desastre, o tal vez no se siente la necesidad de comprenderlo.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Me sentí aturdida por las poderosas ráfagas, por el ruido. Tenía la impresión de que, aunque absorbiera gran parte de aquel espectáculo, muchísimas cosas, demasiadas se desperdigaban a mi alrededor sin dejarse aferrar.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Teorizó «recurriendo a muchas citas eruditas» que la mujer que no ama sus orígenes estaba perdida
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Desde hacía unos diez años el Dios de la infancia, que ya era bastante débil, se había retirado a un rincón como un anciano enfermo y yo no sentía ninguna necesidad de la santidad del matrimonio
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Tú eres mi amiga estupenda, tienes que llegar a ser la mejor de todos, de los chicos y las chicas.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
El sol del precioso día invernal daba a las cosas un aspecto sereno. El barrio viejo, a diferencia de nosotras, seguía idéntico.
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Un mal nombre de Elena Ferrante
Nos habíamos criado pensando que un desconocido no debía rozarnos siquiera, pero que nuestro padre, nuestro novio y nuestro marido podían darnos bofetadas cuando quisieran, por amor, para educarnos, para reeducarnos
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¿Quién escribió la saga?