Los días del abandono de Elena Ferrante
A quien me hace daño, le pago con la misma moneda. Soy el ocho de espadas, soy la avispa que pica, soy la serpiente oscura, soy el animal invulnerable que atraviesa el fuego y no se quema.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
A quien me hace daño, le pago con la misma moneda. Soy el ocho de espadas, soy la avispa que pica, soy la serpiente oscura, soy el animal invulnerable que atraviesa el fuego y no se quema.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
Las mujeres sin amor perdían la luz de los ojos, las mujeres sin amor morían en vida.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Entre mis fantasías más temidas estaba la idea de que pudiera empequeñecer, volver a la adolescencia, a la infancia, ser condenada a vivir de nuevo esas fases de mi vida.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Los hombres tienen siempre algo patético, a cualquier edad. Una arrogancia frágil, una audacia temerosa. Ya no sé si me han inspirado amor alguna vez o solo han despertado en mí una afectuosa comprensión por su debilidad.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Que estupidez pensar que una pueda confesarse ante los hijos antes de que cumplan al menos cincuenta años. Pretender ser vista por ellos como una persona y no como una función. Decir: yo soy vuestra historia, vosotros salisteis de mí, escuchadme, podría serviros.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Se mira a un niño y de inmediato comienza el juego de las semejanzas, hay prisa por encerrarlo dentro del perímetro conocido de los padres. De hecho es solo materia viva, enésima carne causal procedente de largas cadenas de organismos. Ingeniería – la naturaleza es ingeniería, también la cultura lo es, después de la ciencia, solo el caos no es ingeniero– junto a necesidad perentoria de reproducción.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Las lenguas tienen para mí un veneno secreto que cada cierto tiempo se activa y contra el cual no hay antídoto.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Las cosas más difíciles de contar son las que nosotros mismos no llegamos a comprender.
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El amor molesto de Elena Ferrante
Durante todos los días de su vida había reducido la incompatibilidad de los cuerpos a papel y tejidos, y tal vez eso se había convertido en una costumbre de ella, desde la cual repensaba la desmesura según la mesura.
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La niña perdida de Elena Ferrante
A diferencia de lo que narran los cuentos, la vida real, cuando ha pasado, no se asoma a la claridad sino a la oscuridad.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Toda relación intensa entre seres humanos está plagada de cepos y si se quiere que dure hay que aprender a esquivarlos.
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La niña perdida de Elena Ferrante
A veces reconocía que, aunque la violencia que habíamos experimentado desde el nacimiento me disgustaba, para enfrentarnos al mundo feroz en el que vivíamos era necesaria cierta dosis de ella.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Hay momentos en que aquello que colocamos a los lado de nuestra vida y que parece que le servirá de marco eterno –un imperio, un partido político, una fe, un monumento, o también simplemente las personas que forman parte de nuestra cotidianidad– se desmorona de un modo por completo inesperado, en el preciso instante en que otras mil cosas nos apremian.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Un libro, un artículo podían hacer ruido, pero el ruido también se elevaba de los antiguos guerreros antes de la batalla y si no iba acompañado de una fuerza real y de una violencia desmedida, era solo teatro.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Para que las traiciones tengan su peso efectivo, antes debe madurar el desamor (…) el amor no solo no tiene ojos, sino que también le faltan oídos.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Por primera vez noté la embestida del tiempo, la fuerza que me empujaba hacia los cuarenta, la velocidad a la que se consumía la vida, la tangibilidad de la explosión a la muerte.
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La niña perdida de Elena Ferrante
¿Aceptar que ser adultos es dejar de mostrarse, es aprender a ocultarse hasta desaparecer?
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La niña perdida de Elena Ferrante
Los buenos sentimientos son frágiles, conmigo el amor no resiste. No resiste el amor por un hombre, ni siquiera resiste el amor por los hijos, no tarda en agujerearse. Miras por el agujero y ves la nebulosa de las buenas intenciones que se confunde con las malas. (…) Querer bien va de la mano del querer mal, y yo no consigo, no consigo concentrarme alrededor de ninguna buena voluntad.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Tal vez, frente al abandono seamos todos iguales; tal vez ni siquiera una cabeza bien ordenada puede aguantar al descubrir que no es amada.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Hablábamos mucho de nosotras. Pero aunque éramos todas mujeres nos costaba un esfuerzo enorme comprender que era una mujer. Una vez analizado en profundidad cada gesto, cada pensamiento, cada discurso, cada sueño nuestro era como si no nos perteneciera.
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El retrato de Dorian Gray