El amor molesto de Elena Ferrante
En el rostro de los viejos es difícil descubrir las facciones que tuvieron de jóvenes. A veces ni logramos pensar que tuvieron una juventud.
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El amor molesto de Elena Ferrante
En el rostro de los viejos es difícil descubrir las facciones que tuvieron de jóvenes. A veces ni logramos pensar que tuvieron una juventud.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Pensé en como un acto opaco genera otros de una opacidad cada vez mayor, y entonces el problema reside en romper la cadena.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Yo soy un garabato tras otro, del todo inapropiado para uno de tus libros. Déjame estar, Lenù, no se habla de una tachadura.
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La niña perdida de Elena Ferrante
Hicimos un largo viaje, soplaba un viento fuerte, llovía a ratos. El paisaje era de una palidez incrustada de herrumbre, pero el cielo se abría a tramos y todo se volvía brillante, empezando por la lluvia.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
¡Que error había sido encerrar el significado de mi existencia en los ritos que Mario me ofrecía con prudente emoción conyugal!¡Que error había sido confiar el sentido de mi vida a sus gratificaciones, a sus arrebatos de entusiasmo, al recorrido cada vez más fructífero de su vida!¡Que error había sido, sobre todo, creer que no podía vivir sin él, cuando desde hacía tiempo tenía serias dudas de que con él estuviese viva!
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Cada elección tiene su historia, muchos momentos de nuestra existencia permanecen comprimidos en un rincón a la espera de una salida, y al final esa salida llega.
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Los días del abandono de Elena Ferrante
Qué complicada y espumosa mezcla es una pareja. Aunque la relación se deshaga hasta desaparecer, continúa actuando por vías secretas, no muere, se niega a morir.
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Un mal nombre de Elena Ferrante
¿Es posible que incluso los momentos felices del placer no resistan nunca un examen riguroso?
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El amor molesto de Elena Ferrante
Yo todavía no lo sabía, pero también experimentaría que la vejez es un animal horrendo y feroz.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Ella consideraba que hacía lo correcto y necesario, a mí se me habían olvidado todos los buenos motivos y con toda seguridad estaba allí únicamente porque estaba ella. Subíamos despacio hacia el mayor de nuestros errores de entonces, íbamos a exponernos al miedo y a interrogarlo.
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La amiga estupenda de Elena Ferrante
Cuando pisé otra vez la calle y volví a ir a la escuela, sentí que el espacio también había cambiado. Parecía encadenado entre dos polos oscuros, por un extremo estaba la burbuja de aire subterráneo que presionaba desde las raíces de las casas, la siniestra caverna en la que había caído las muñecas; por el otro estaba el globo allá en lo alto, en el cuarto piso del edificio donde vivía don Achille, que nos las había robado.
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
Mentir me gustaba cada vez más, sentía que rezar y contar mentiras me daban el mismo consuelo.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Sin estas manos ásperas, proclamó, no existiría ni una silla, ni un edificio, ni un coche, nada, ni siquiera tú; si nosotros, los trabajadores, dejamos de deslomarnos, se pararía todo, el cielo caería sobre la tierra y la tierra aplastaría el cielo, las plantas volverían a adueñarse de la ciudad, el Arno inundaría vuestras bonitas casas, y solo quienes llevan deslomándose desde siempre sabrían como sobrevivir...
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
Ha llegado el momento de estudiar como mujeres y no como hombres; detrás de cada disciplina está la polla, y cuando la polla se siente impotente recurre al garrote, a la policía, a las cárceles, al ejército, a los campos de concentración; y si no te doblegas, si por el contrario, te empeñas en seguir poniéndolo todo patas arriba, llega la matanza.
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Las deudas del cuerpo de Elena Ferrante
El barrio remitía a la ciudad, la ciudad a Italia, Italia a Europa, Europa a todo el planeta. Hoy lo veo así: no es el barrio el que está enfermo, no es Nápoles, sino el planeta, es el universo, o los universos. La habilidad consiste en ocultar u ocultarse el verdadero estado de las cosas.
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La hija oscura de Elena Ferrante
Los hombres tienen siempre algo patético, a cualquier edad. Una arrogancia frágil, una audacia temerosa
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La vida mentirosa de los adultos de Elena Ferrante
Más bien, no me había separado de ella en absoluto, llevaba en la cabeza todas sus palabras, cada gesto, cada expresión de la cara, y no me parecían hechos que acabaran de ocurrir, sino que daba la impresión de que todo estuviese ocurriendo aún.
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El amor molesto de Elena Ferrante
La infancia es una fábrica de mentiras que perduran imperfectamente
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Los días del abandono de Elena Ferrante
Fabricamos objetos a semejanza de nuestro cuerpo, un lado encaja con el otro. O los concebimos pensando en ellos unidos como nosotros nos unimos a los cuerpos deseados. Criaturas nacidas de una fantasía banal.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?