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Continué con el segundo de la saga y aquí dejo mis impresiones sobre Un mal nombre. Y por supuesto continuamos con las especulaciones sobre quién es Elena Ferrante y las controversias que se desencadenaron. Pero los libros se vendieron muchísimo y sobre todo, increíblemente, en Estados Unidos. Seguimos con la gran y peculiar amistad entre Lila y Lenú que llega , a veces, a complicarse, podemos decir que es una amistad con turbulencias. Y lo que sí hay que decir es, que esta segunda novela es bastante más dura que la primera puesto que se centra en la parte de violencia hacia la mujer y todo lo que a su alrededor se mueve. En esta segunda entrega y recién cumplidos los dieciséis años, Lila acaba de casarse con un hombre al que no quiere. Lenú, mientras tanto, sigue brillantemente sus estudios y también sigue narrando todas las emociones, complicidades, locuras, amores y sensaciones de esta relación entre amigas, en el escenario de su ciudad, Nápoles, de su barrio, así como de todos los personajes que han crecido juntos y han desarrollado sus vidas en un entorno hostil y de pobreza, al que ya están acostumbrados. Lila intenta escapar con sus actos de locura, de su marido y del entorno mafioso que la rodea. Lenú acaba sus estudios y van a publicarle un libro. La novela va creciendo en interés y compartes de forma intensa, los momentos con las protagonistas, algunos demoledores, como los engaños, las palizas, los amores secretos, el trabajo, la vida en el barrio, las separaciones… Seguimos sus vidas siempre bajo el prisma de Lenú, que jamás parece estar contenta, pero con mucha fuerza llega a conseguir licenciarse y escribir, aunque todo ello le devuelve a Lila, a su gran influencia y a sus provocaciones. Nunca está a salvo, pero tampoco puede prescindir de ella. Parecen tomar direcciones opuestas, y, ahora, ya más mayores, veintitrés años, veremos lo que les ocurrirá en la próxima novela. Respecto a los personajes, lo que es importante es, que aunque en esta novela aparecen muchos y diferentes, siempre están perfectamente caracterizados. De momento dejo a Elena Ferrante y me voy con otros libros que me reclaman, no sé si retomaré las novelas, pasado un tiempo, para acabar la tetralogía. Este segundo libro lo he disfrutado más que el primero, aunque sí me ha gustado conocerlos, después de tanto misterio. Bueno, se hizo la serie basada en los libros , hay tres temporadas, las he visto y la verdad es que está muy bien, la serie estupenda, los libros ya no los he continuado. De todas formas, quería leerlos, leí los dos primeros y no me arrepiento, en absoluto. Hay bastantes aspectos que me han interesado. Y he hecho un viaje al Nápoles de los años 50, que me ha gustado. + Leer más |
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Tiene sentido no saber quién se esconde detrás del seudónimo Elena Ferrante. En realidad, no hay motivo alguno para querer saberlo más allá del mero chisme. Elena Ferrante, el símbolo, el enigma que va más allá de un nombre propio, no es solo una, sino muchas: Elena Ferrante son las mujeres que habitan en sus novelas, personajes redondos, con el espesor y la sensibilidad, el brillo y la oscuridad de varias de las más grandes figuras de ficción de nuestro tiempo. Por eso, Elena Ferrante no es solo una, sino la suma de todas ellas. de hecho, uno de los ejercicios más difíciles a los que Ferrante se (y nos) somete como narradora —y de los que sale victoriosa— es el de enfrentarnos a protagonistas que no son de una pieza, que no se conocen del todo a sí mismas, que no están hechas y cerradas para siempre. En el siguiente texto, prólogo impecable de «Crónicas del desamor» (Lumen, 2015), un volumen que incluye las novelas «El amor molesto», «Los días del abandono» y «La hija oscura», el poeta argentino Edgardo Dobry recorre todos estos modelos de representación de la figura femenina en la obra de la intangible Ferrante.
Narrado por Antonio Martínez Asensio.Imagen ilustrativa: Getty Images.