He pasado por todos los estados posibles durante su lectura: odio; recelo; compasión; alegría; orgullo; tristeza; enfado… Es un libro que te lleva por todos los estados de ánimo imaginables a través de un narrador intrusivo que te manipula sin cesar, haciéndote cambiar de opinión constantemente sobre los personajes increíblemente bien perfilados. Comenzamos con una premisa fantástica: un terrateniente adinerado charla con su sobrina sobre la posibilidad de una hipotética y fructífera (para él) boda con su primo, Henry, que acabaría con algunos de sus propios problemas de conciencia y le quitaría algunos quebraderos de cabeza al no tener que elegir en su testamento a quién dejarle todas sus posesiones, incluida la finca en la que viven actualmente. A partir de ahí, todo se enreda en nuestras cabezas haciéndonos fluctuar al antojo del narrador y de los personajes. Trollope es un mago. Hasta ha conseguido que defienda públicamente a un personaje al que odiaba, para ponerlo en contraposición con otro. Y esa es la magia de Trollope, precisamente: conseguir que te lo plantees todo y que cualquier tema que se trate se convierta en objeto de debate, por nimio que sea, ya que, el personaje principal aquí es la conciencia. Una experiencia inolvidable que alienta a seguir conociendo al autor y sus cuitas (de la mano de su traductor, Miguel Ángel Pérez Pérez) para hacerte partícipe de todo lo que escribe y piensa, aunque al terminar estés satisfecho y enfadado a partes iguales. + Leer más |