…un típico café de arrabal, con ese estilo casi esquemático, burgués, de los de la antigua Viena, lleno a rebosar de gente normal que consumía más periódicos que bollería
|
…un típico café de arrabal, con ese estilo casi esquemático, burgués, de los de la antigua Viena, lleno a rebosar de gente normal que consumía más periódicos que bollería
|
Aquella mujer sin estudios, al menos había conservado el libro para acordarse mejor de él. Yo, en cambio, me había olvidado de Mendel el de los libros durante años.
|
El recuerdo siempre une. Y un recuerdo afectuoso, doblemente.
|
Ya no era la honra del café Gluck, sino una verguenza, una mancha de mugre maloliente, desagradable a la vista, un parásito incómodo, inútil.
|
Los sufrimientos espirituales que tuvo que padecer Mendel durante esos dos años en el campo de concentración, sin libros, sin sus amados libros, sin dinero, en aquella inmensa jaula humana en medio de sus compañeros, indiferentes, ordinarios, la mayoría analfabetos, lo que hubo de sufrir allí, separado de su mundo, el mundo superior y único de los libros.
|
Entre las dos mil cartas que cada semana registraba y examinaba en busca de notificaciones poco claras y giros sospechosos de espionaje, jamás hasta entonces había descubierto un hecho tan absurdo como aquel de que alguien enviara desde Austria una carta a Francia de manera tan despreocupada.
|
Dios mío, pobre hombre, fuera de sus libros nada le alegraba ni le preocupaba
|
Tampoco se percató de que faltaba Franz, el camarero, que había caído en Gorlice, y no sabía que al hijo del señor Standhartner lo habían cogido prisionero en Przemysl.
|
Todo lo que es único resulta día a día más valioso en un mundo como el nuestro, que de manera irremediable se va volviendo cada vez más uniforme.
|
Protegían su mesa como si fuera un santuario, pues cada vez que aparecían sus numerosos clientes e informadores eran instados amablemente por el personal a hacer alguna consumición, de modo que la mayor parte de su margen de ganancia fluía en realidad hacia la voluminosa cartera de cuero que Deubler, el jefe de camareros, llevaba en torno a las caderas. Por ello Mendel gozaba de múltiples privilegios.
|
Es un poema épico griego compuesto por 24 cantos, atribuido al poeta griego Homero. Narra la vuelta a casa, tras la guerra de Troya, del héroe griego Ulises