Cierre con llave sus bibliotecas si quiere, pero no hay puerta, ni cerradura, ni cerrojo que pueda imponer a la libertad de mi mente.
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Cierre con llave sus bibliotecas si quiere, pero no hay puerta, ni cerradura, ni cerrojo que pueda imponer a la libertad de mi mente.
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Sólo puedo ofrecerles una opinión sobre un tema menor: para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio; y eso, como ustedes verán, deja sin resolver el magno problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela.
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Mis versos desacreditados y mi ocupación considerada una locura inútil o una presunción culpable.
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La inquietud formaba parte de mi carácter; me agitaba a veces hasta el dolor.
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Así, aunque ignoramos qué experiencias tuvo Shakespeare mientras escribía El rey Lear, sí conocemos las de Carlyle cuando escribía La revolución francesa; las de Flaubert cuando escribía Madame Bovary; las de Keats cuando intentó escribir poesía frente a la cercanía de la muerte y la indiferencia del mundo.
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No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no se ha cenado bien.
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En realidad, si la mujer no hubiera existido más que en las obras escritas por los hombres, se la imaginaría uno como una persona importantísima; polifacética: heroica y mezquina, espléndida y sórdida, infinitamente hermosa y horrible a más no poder, tan grande como el hombre, más según algunos. Pero ésta es la mujer de la literatura. En la realidad, como señala el profesor Trevelyan, la encerraban bajo llave, le pegaban y la zarandeaban por la habitación. De todo esto emerge un ser muy extraño, mixto. En el terreno de la imaginación, tiene la mayor importancia; en la práctica, es totalmente insignificante. Reina en la poesía de punta a punta de libro; en la Historia casi no aparece. En la literatura domina la vida de reyes y conquistadores; de hecho, era la esclava de cualquier joven cuyos padres ponían a la fuerza un anillo en el dedo. Algunas de las palabras más inspiradas, de los pensamientos más profundos salen en la literatura de sus labios; en la vida real, sabía apenas leer, apenas escribir y era propiedad de su marido. + Leer más |
La vida. es un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos envuelve desde que tenemos una conciencia hasta el final
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Cierra con llaves tus bibliotecas, si quieres, pero no hay barrera, cerradura o cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.
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Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas; y esto, como veis, deja sin resolver el gran problema de la verdadera naturaleza de la mujer y la verdadera naturaleza de la novela.
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Su nombre de nacimiento es: