Una habitación propia

Tengo asegurados para siempre la comida, el cobijo y el vestir. Por tanto, no solo cesan el esforzarse y el luchar, sino también el odio y la amargura. No necesito odiar a ningún hombre; no puede herirme. No necesito halagar a ningún hombre; no tiene nada que darme. De modo que, imperceptiblemente, fui adoptando una nueva actitud hacia la otra mitad de la especie humana.

Durante todos estos siglos, las mujeres han sido espejos dotados del mágico y delicioso poder de reflejar una silueta del hombre de tamaño doble del natural.

No se puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no se ha cenado bien.

Cierra con llave tus bibliotecas, si quieres, pero no hay barrera, cerradura, ni cerrojo que puedas imponer a la libertad de mi mente.

Ni el más fugaz visitante de este planeta que cogiera el periódico, pensé, podría dejar de ver, aun con este testimonio desperdigado, que Inglaterra se hallaba bajo un patriarcado.

Cuando un tema se presta mucho a controversia -y cualquier cuestión relativa a los sexos es de este tipo- uno no puede esperar decir la verdad. Sólo puede explicar cómo llegó a profesar tal o cual opinión.

Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas.

Las obras maestras no son realizaciones individuales y solitarias; son el resultado de muchos años de pensamiento común, de modo que a través de la voz individual habla la experiencia de la masa.

El dinero dignifica lo que es frívolo si no está pagado.

De las dos cosas -el voto y el dinero-, el dinero, lo confieso, me pareció de mucho la más importante.