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Críticas sobre El último barco (36)
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caciquem
 01 November 2023
Novela policíaca en la que de nuevo Domingo Villar nos presenta un nuevo caso para el inspector Caldas al que , tras un temporal acude el doctor Andrade informando de la desaparición de su hija Mónica. La historia sin duda te atrapa dando unos giros inesperados manteniéndote en vilo hasta el desenlace. La magnífica ambientación, así como la descripción de la ubicación de la casa donde Mónica reside, la ría, las mariscadoras, la detallada investigación que el inspector lleva a cabo que parece que te hace partícipe de los entresijos que se esconden bajo cada paso que da, la descripción de marineros, parques,..., los personajes tan bien construidos, hacen que sea una novela de lo más apetecible para su lectura y que te hace profundizar en la psique del inspector Caldas siempre apesadumbrado , la novela al igual que el inspector te hace que no te quedes en la superficie y que profundices en descubrir todo lo que permanece oculto. El mar como metáfora, tras su fondo y sus corrientes subyace mucho aún por descubrir.
Impresionante, de fácil lectura a pesar del tamaño del libro y totalmente recomendable
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Vane24
 13 May 2019
He de reconocer que me daba miedo comenzar El último barco. Los anteriores de Domingo Villar me habían encantado pero la extensión de este me echaba un poco para atrás, pero al final sus más de 700 páginas me han cautivado y las he devorado como si fuesen muchas menos.
En esta nueva novela, Domingo Villar nos deja ir de nuevo de la mano del inspector Caldas, personaje principal. La actitud de Caldas me encanta desde que le conocí en su otra novela, La playa de los ahogados, y aquí sigue en la misma línea.
Seguimos en Vigo, donde Caldas comienza a investigar la posible desaparición de Mónica Andrade, hija de un importante Doctor, el cual por su vinculación con el jefe de Caldas, decide pedirle ayuda por que lleva 3 días sin saber de su hija.
¿Dónde está Mónica?. Es una mujer adulta e inicialmente todo apunta a que ha realizado una escapada, quizá romántica, quizá por alejarse un poco del padre con el que no tiene muy buena relación desde hace años. ¿Pero que ha pasado realmente con ella?. ¿Está viva o muerta?. ¿Quién sabe algo?
Junto con Leo Caldas, recorremos puntos muy importantes de Vigo, como la Escuela de Artes y Oficios y la ría, hasta el punto de cruzar en barco hasta dónde vive Mónica. Las descripciones son tan buenas que parece que estés con Caldas sintiendo la brisa del mar. Además, conocemos el oficio de Luthier, dentro de la escuela, donde se dedican a construir instrumentos a mano, como un violín, un oficio que poco a poco seguro que está desapareciendo.
Vamos en todo momento de la mano de Caldas, y de su ayudante Rafael Estévez, un personaje muy peculiar, natural, que en más de una situación nos sacará una carcajada, como por su eterno rifirrafe con los perros.
Volvemos de nuevo a encontrarnos con el padre de Caldas, personaje muy entrañable y su ya famoso "libro de los idiotas". Junto con el descubrimos lo que es hacerse mayor, las manías que puede adquirir, el no hacer caso al hijo en ciertos temas de seguridad y la preocupación de Caldas por su padre. Algo también muy real y con mucho sentimiento.
Lo que más me ha gustado, es que la investigación avanza a un paso natural. Nada de que por arte de magia descubren una pista o al típico poli se le ilumine la bombilla y quede todo muy forzado. No, aquí vamos despacio, con sus interrogatorios, sus vueltas una y otra vez a lo mismo para ver si se les ha pasado algo, desmigando las pistas que van encontrando y que en muchas ocasiones les lleva a un callejón sin salida, comprobando si las hipótesis pueden ser válidas... poco a poco, y sin sobresaltos. Creo que lo que hoy en día podría ser una investigación más bien real.
Es una novela, que a pesar de su extensión se avanza muy rápido y al final en mi caso me he quedado con ganas de más.
Recomendada sin duda, para mí, la mejor novela de Domingo Villar.
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Beatriz_Villarino
 12 November 2022
Es una pena que la última novela de Domingo Villar haya sido la última. El último barco empieza de forma tranquila. El ambiente es sosegado y familiar a pesar de la tormenta que abre la trama. Es la tercera entrega del inspector Leo Caldas; una historia más familiar, en la que el paisaje gallego actúa como protagonista y se une a los personajes hasta conseguir que todos se fundan en él. No solo los principales, un gran número de secundarios ofrece un panorama bastante completo del hombre unido a la naturaleza y los misterios que encierra. Incluso el aragonés Rafa Estévez, a punto de tener un hijo vigués, está más relajado e intuitivo, aunque su presencia siga imponiendo a los vecinos y los animales experimenten cierta ansiedad a su alrededor.

Leo Caldas, un inspector como pocos en la novela negra, va volviendo a sus orígenes y la complicidad con su padre es maravillosa —y definitiva para resolver este caso—. En El último barco no hay acción trepidante, pero mantiene la intriga del lector hasta la página final y, conforme avanzamos, nuestra tranquilidad se va transformando porque estamos deseosos de saber qué ocurrió. Como en La playa de los ahogados o en Ojos de agua, Caldas da la vuelta a lo evidente para descubrir el enigma. No estamos ante una novela negra tópica ni típica. Tanto el inspector como el agente parecen dos amigos que charlan de su vida mientras buscan aquello que les interesa. A su paso vamos encontrando verdaderas joyas de la naturaleza gallega y descubriendo oficios medievales, que solo quienes disfrutan con el trabajo minucioso y bien hecho mantienen vivos en el siglo XXI.

Es un deleite leer a Domingo Villar pues consigue que nos fijemos en un estilo de vida un tanto atípico, una vida en contacto directo con la tierra, el mar y todo lo que nos ofrecen. Las descripciones exhaustivas, que incluso personifican a la naturaleza, aportan gran profundidad a la narración «El sol incidía sobre las algas descubiertas por la marea envolviendo el mediodía con un aroma intenso». Aprendemos a disfrutar de la comida sencilla, del arte y de quienes ponen todo lo que saben a nuestra disposición. Más allá de la trama, hay algo en la pareja protagonista que nos envuelve y da seguridad, puede ser la intuición, la forma perseverante de trabajar, la ayuda que aceptan de cualquier profesional, la atención dedicada a cualquier posible testigo o la preocupación por el bienestar general.

El inspector no es el cínico desencantado de la vida propio de la novela negra, tampoco debe hacer frente al caso él solo, sino que se rodea de un buen equipo, todos compañeros eficientes, y de su padre, la viva imagen de la paternidad, siempre dispuesto para su hijo. A Leo Caldas le gusta su trabajo y empleará el tiempo que haga falta hasta que quede bien hecho. Además es un gran conocedor de la psicología humana por lo que a su minuciosa investigación le añade una poderosa intuición.

Los diálogos son sugestivos, certeros, irónicos, «—Un día bonito —le saludó Leo Caldas. El hombre se quitó la gorra y se pasó el dorso de la mano por la frente empapada de sudor: —Para pasear no debe ser un día feo —dijo, con una sonrisa»; las conversaciones unen dos tipos de carácter muy distintos, el directo de Rafa y el esquivo de todos los demás; en ellas Villar no pretende reflejar ningún tópico de la forma de ser del gallego, o sí, pero no resulta ofensivo ni caricaturesco. Hay mucho cariño hacia los aldeanos gallegos y, por extensión, hacia los que viven en los pueblos y están acostumbrados a regirse por el sonido del viento sin hacer caso al reloj, a regirse por los movimientos de los animales o al cambio de la luz del sol para saber qué va a ocurrir después. Y hay mucho cariño en la dedicación especial a los diálogos, fundamentales para agilizar la lectura, pues resultan decisivos en su mayoría y amenos o divertidos en su totalidad:

—¿Seguro que era de madera?
—De madera y muy bonito —repitió Carmina. —¿Verdad […] Antucho apenas movió la cabeza
—¿Esto fue el viernes pasado?
—El viernes, sí —Contestó la mujer
—¿Qué hora era? —quiso saber Leo Caldas
—¿Qué hora sería, Antucho, las ocho de la mañana? —consultó Carmina
—¿Iba sola?
—¿Iba sola? —repitió
Otro gesto de Antucho que ella tradujo
—Le parece que no
—Y a usted ¿qué le pareció? —preguntó Caldas mirándola a los ojos —¿Iba sola o no?
—¿Yo cómo quiere que lo sepa? —respondió ella —A esas horas yo estoy en la cama

La novela de Domingo Villar es un canto a la observación. Las intervenciones son fiel reflejo de la personalidad de los personajes, así que apenas hace falta presentarlos; los vamos a conocer en cuanto hablen o no

—Mira —le dijo acercándose a mostrársela —es Mónica ¿Sabes dónde está
Cuando Camilo notó que el inspector se le aproximaba, se estremeció: cerró los ojos, incrementó el balanceo y contrajo el rostro en una mueca de espanto, como si le faltara vida.

Los vamos a conocer por el gesto o el tono que empleen

—¿Cómo está el doctor? —le preguntó
El resoplido del comisario fue más aclaratorio que cualquier explicación.

Todo es importante, la forma de moverse de Camilo, sus silencios, son claves. También Napoleón, que observa minuciosamente a los transeúntes, es fundamental para ir descubriendo los hechos. La investigación queda expuesta con gran cuidado y detalle, tanto en las conversaciones como en las notas tomadas por los policías o en las impresiones de Leo Caldas.

Entre los temas a los que alude podemos destacar la crueldad con la que son tratadas ciertas personas, por prejuicios, hipocresía o por la mentira que nos lleva a la degradación humana.

Hay una llamada de atención para que apreciemos los cambios que se producen a nuestro alrededor, para que no nos quedemos estancados en el pasado por muy bello que haya sido; la vida continúa y el progreso está en unir el encanto a las nuevas necesidades.

Otra llamada de atención a los medios de comunicación alerta del daño que pueden producir con diferentes tipos de acoso a quien es diferente. Vivimos en una sociedad implacable, que no da segundas oportunidades.

Gracias al ritmo lento podemos reflexionar sobre esto al mismo tiempo que crece nuestra inquietud por un misterio que da más de una vuelta y en el que se van incluyendo numerosos personajes, todo un elenco de sospechosos que aumenta la tensión de la lectura.

Domingo Villar escribe una novela negra apartada de clichés. El asesinato es fortuito pero nos lleva a otros casos más sórdidos que iban causando estragos y sembrando el miedo absoluto entre los habitantes. El último barco engancha desde el principio porque todo es verosímil, lo que ocurre y las hipótesis. Cualquiera de los que aparecen puede ser el asesino. La prolija exposición de posibles hechos consigue hacernos cambiar de opinión una y otra vez por lo que la angustia se intensifica con el paso del tiempo y el temor de los investigadores a no poder solucionar el caso. Hay muchos candidatos para explicar una posible conclusión. Hay muchos personajes sin coartada, pero el círculo se va cerrando con evidencias aunque no podamos descartar a nadie hasta casi el final de la lectura, hasta que somos conscientes de que no había otra posibilidad.

Ojalá sirva esta reflexión como homenaje a Domingo Villar, alguien capaz de cantar, en la novela negra, a la vida y a la esperanza de un mundo mejor.

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Bookworm
 13 February 2020
Casi diez años ha habido que esperar para que la nueva novela de Domingo Villar viera la luz, diez años esperando un nuevo caso de Leo Caldas y diez años prometiéndole a mi padre que se la regalaría para el día del padre y ¡por fin este año he cumplido! Ahora solo espero que le guste tanto como a mí, aunque sé que él no es de lecturas tan extensas, pero bueno...

Aunque en marzo de 2013 se había anunciado con el título "Cruces de piedra" la publicación de esta novela, el autor no estaba muy convencido con el resultado y prefirió reescribirla hasta estar satisfecho con su trabajo. Si él no estaba convencido... ¿lo iban a estar los lectores? Es muy cierto eso de que para gustar a los demás hay que empezar por gustarse uno mismo, pues con el trabajo (independientemente del que sea) pasa lo mismo. Se dice por aquí "que las cosas bien hechas bien parecen" y Villar se ha aplicado el dicho popular sin dudar, sin preocuparse de si tardaría más o menos y desde luego trabajar sin compromisos de fechas supongo que le habrá dado más libertad para entregar un trabajo con el que estaba satisfecho al cien por cien y ese no es otro que "El último barco", una novela de más de setecientas páginas por la que, en mi opinión, ha valido la pena esperar.

Para los que no hayáis leído ninguna de las novelas previas, os diré que esta serie comenzó con la publicación de "Ojos de agua" a la que siguió "La playa de los ahogados". de esta última hay una adaptación cinematográfica donde el actor Carmelo Gómez da vida al inspector Caldas. No es una película que esté mal, pero es mejor la novela... como casi siempre.

A medida que los libros se han publicado han ido creciendo en páginas, aunque este último se lleva la palma y todos tienen en común que sus tramas transcurren en los preciosos escenarios que uno puede encontrar en las Rías Bajas. Sólo por eso ya vale la pena leerlos, pero también por sus escenarios, por sus tramas y por supuesto por su protagonista. Leo Caldas es un tipo tranquilo, reflexivo, es un hombre intuitivo en el que se puede confiar, una persona de costumbres que se mueve por los mismos sitios, aquellos lugares donde está cómodo y sobre todo es alguien que llegará hasta el final en cada uno de los casos que emprenda.

Desde luego si emprendes la lectura de esta novela esperando una trama de esas de comerse las uñas, ya te digo que no es tu libro. Domingo Villar ha escrito una historia que se va cociendo poco a poco, igual que las piezas de cerámica que hacen en la escuela de Artes y Oficios de Vigo y que tanto protagonismo tiene en este libro. Es una novela de personajes, de paisajes y de relaciones familiares, sobre todo de padres e hijos, todas diferentes y todas muy reales. La relación de Caldas con su padre, de la que ya sabemos bastante por las novelas anteriores, la de la desaparecida Mónica con su influyente padre, el doctor Víctor Andrade, o la Rosalía y su hijo Camilo, un vecino muy especial de Mónica.



La trama de esta historia gira en torno a la desaparición de una profesora de cerámica de la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, una mujer reservada y discreta que no da señales de vida desde hace unos días. al ser una persona adulta y tras comprobar que en su casa no hay signos de violencia ni parece que hayan robado nada, en principio todo parece indicar que se ha marchado por propia voluntad sin avisar a nadie, pero su padre está convencido de que no es así. Aunque la relación con su hija deja bastante que desear, él cree que algo le ha ocurrido y al ser un eminente cirujano de Vigo y tener contactos en distintas esferas (entre ellas el jefe de Caldas), no duda en utilizarlos para que empiecen a buscar a Mónica.

Mónica Andrade no era una mujer conflictiva ni mantenía una relación sentimental tormentosa. Su casa estaba ordenada, sin señales de violencia. Nada hacía presumir que fuese una desaparición forzada. El doctor necesitaría convencer a políticos, jueces y mandos policiales de que algo extraño se ocultaba tras la ausencia de su hija para lograr que, pese a la falta de indicios de delito, se destinaran recursos a buscarla.

A partir de aquí comienza la investigación para averiguar qué ha sido de la chica. Caldas y Estévez, que me ha vuelto a dar los momentos más simpáticos de esta historia, se acercarán a Tirán, el pequeño y tranquilo pueblo donde reside Mónica y pronto empezarán a preguntar por ella, a vecinos, amigos, o incluso a la tripulación del "Pirata de Ons", el barco que coge cada día para ir a Vigo a trabajar. También se acercarán a la escuela de Mónica y preguntarán por ella a sus compañeros y cómo no a la propia familia de la desaparecida, y así, poco a poco, irán surgiendo detalles y pistas sobre las que ir indagando.

La desaparición de Mónica empieza a tener muchas ramificaciones de las que poder tirar, unas servirán y otras no, pero acompañaremos a Caldas en cada una de sus sospechas, en cada una de sus visitas a posibles testigos, en cada uno de los interrogatorios, en cada uno de los visionados de las cámaras que pudieron grabar a Mónica y aunque en algún momento se haga algo repetitivo poner sobre el papel "de nuevo" todo lo que saben en determinados momentos, me ha dado la sensación de que es así realmente cómo se hacen las cosas, no me ha parecido aburrido volver a leer cada pista, intentar reconstruir los últimos movimientos de Mónica, volver a preguntar a vecinos y amigos. Yo he disfrutado de la investigación como si formara parte del equipo de Caldas. Tanto tanto, que adiviné el final sin equivocarme un pelo, aunque por las pocas opiniones que he leído de la novela, veo que le ha pasado a algunos lectores más. ¿Es realmente previsible? Mi marido por ejemplo no adivinó el final y yo sin embargo lo tuve claro en un punto muy concreto de la novela.



Otras cosas que me han gustado de la novela, han sido por ejemplo, que el autor haya utilizado los nombres reales de algunos de los profesores de la Escuela de Artes y Oficios y los haya incluido en la trama y por supuesto no por existir, dejan de estar bajo sospecha.

Me ha gustado que se pare a tomar un plato de comida en locales que realmente puedes visitar como el Bar Puerto o A Taberna de Eligio en Vigo o el Marusia en Tirán.

Me ha gustado adentrarme en la Escuela de Artes y Oficios, un edificio que conozco, pero del que desconocía su historia y tengo que la sensación de que no soy la única y es que a veces pasamos por delante de las cosas sin sospechar lo que pueden esconder dentro.

"El último barco" ha sido una novela que ha tardado en llegar y que, a pesar acertado con el final, me ha gustado mucho. Es una historia policíaca que está escrita con calma, que se va cocinando poco a poco, pero que a medida que nos vamos acercando al final va cogiendo un ritmo que te obliga a seguir leyendo y también es la excusa perfecta para que a través de ella, el autor vuelque todo el cariño que siente por su tierra. Os invito a que a medida que leáis busquéis los paisajes de Tirán por los que se mueve Mónica. Entenderéis por qué a pesar de trabajar en Vigo prefería vivir justo enfrente y si en vez de buscar fotos, podéis daros un paseito por la zona, todavía mejor.

Ya he leído alguna entrevista en la que el autor no promete fecha para otra novela (ya sea protagonizada por Caldas o no), pero creo que si esto fuera una trilogía podría perfectamente quedar cerrada con esta novela.

Enlace: https://bitacorademislectura..
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mariacriado
 10 May 2019
“El último barco” es la tercera entrega protagonizada por el inspector Leo Caldas. Aunque el protagonista es el mismo para las tres, no es imprescindible leer las anteriores para llevar bien la historia.
La historia comienza con una desaparición. Mónica, la hija del prestigioso doctor Andrade ha desaparecido, lleva días sin atender el teléfono, no ha acudido a su trabajo en la Escuela de Artes y Oficios y los pocos vecinos que viven cerca llevan días sin verla. En principio todo apunta a que puede haberse ido unos días sin avisar pero el padre está muy preocupado y denuncia la desaparición.
La trama vuelve a situarnos en Vigo. Domingo Villar tiene la particularidad de transmitirnos el amor por su tierra de tal forma que mientras leemos podemos recorrer las tierras gallegas como si estuviéramos allí.
“El último barco” nos presenta un misterio, ¿dónde está Mónica? ¿está viva o está muerta? Siempre de la mano de Leo Caldas recorremos esta historia con sus ojos, en ningún momento nos apartamos de él. Y eso es lo que más me ha gustado de esta novela. No es un thriller con acción vertiginosa, vamos siguiendo la investigación paso a paso con Caldas. Parece una narración pausada pero esto es lo que lo hace aún más interesante.
Me ha gustado mucho la referencia que hace el autor a la Escuela de Artes y Oficios, donde justamente enfrente se encuentra el taller de luthería antigua, oficios con fecha de caducidad donde se enseña el arte de construir violines entre otros instrumentos musicales.
Respecto a los personajes, el principal protagonista es Caldas. Su carácter tranquilo es lo que lo hace más intuitivo, es muy inteligente, no se precipita. Es un personaje que bien podría ser real, de carne y hueso. No es un héroe (ni siquiera lleva pistola, ni conduce un coche) En todo este mundillo literario, Caldas es de mis inspectores favoritos.
Lo acompaña su eterno compañero Rafael Estévez. Su carácter es totalmente distinto al de Caldas. Bruto como él mismo, pero también el más bonachón de todos. Como dicen en mi tierra, tiene muy malas pulgas y cuando se enfada es terrible. Me encanta este personaje.
Los personajes secundarios está muy bien perfilados, gente corriente. El padre de Leo Caldas es uno de mis favoritos. Un hombre ya mayor que vive solo y en una casa bastante lejos de la ciudad, su afición a las vides, el vino y la astrología. En esta parte de la historia, Caldas empieza a sentir la preocupación por su padre ya mayor y bastante aislado. Me ha gustado mucho la referencia al “cuaderno de los idiotas” que tiene el padre (creo que todos deberíamos tener uno en nuestra cabeza)
En resumen, “El último barco” es la historia de una investigación, sin prisa pero sin pausa, su punto fuerte son los diálogos y los personajes, donde hay varios giros que no ves venir, con un final sorprendente.
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LAKY
 25 April 2019
El famoso doctor Andrade acude a comisaría para denunciar la desaparición de su hija. Mónica Andrade no es una niña; es una mujer en la treintena que vive sola, que trabaja, que tiene una vida independiente de sus padres… Por supuesto, ha podido irse de vacaciones sin decir nada a nadie. Pero el doctor está preocupado y el comisario es amigo suyo así que le trata como, probablemente, no hubiera tratado a otro padre “histérico” en la misma situación.

Leo Caldas y Rafael Estévez serán los encargados de investigar qué hay detrás de la ausencia de Mónica Andrade. Pronto se darán cuenta de que es posible que no se trate de una ausencia voluntaria. Es posible que le haya pasado algo pero, si es así, ¿qué? ¿Dónde está (ella o su cuerpo)? ¿Alguien le ha hecho algo? Son muchos interrogantes y la investigación deberá ser minuciosa y lentamente desarrollada. Preguntando en su lugar de residencia, en su lugar de trabajo en la Escuela de Artes y Oficios de Vigo, visionando grabaciones de cámaras…

“El último barco” es una novela policíaca al estilo clásico. Pertenece a una serie (compuesta, hasta ahora, de tres novelas), las dos entregas anteriores son “Ojos de agua” y “La playa de los ahogados”. Aunque siempre es mejor leer las series en orden, en este caso entiendo que no es del todo necesario. Mejor si lo hacéis pero, si no, no habrá demasiado problema porque además de que los casos son totalmente independientes, la situación personal de los protagonistas no es lo más importante de la historia. Además, el autor da los datos suficientes para que nos hagamos una idea de quiénes y cómo son. de hecho, yo he leído las dos novelas anteriores, sí, pero hace ocho años o más con lo que, os podéis imaginar, no me acordaba de nada. Y, por supuesto, no he tenido ningún problema a la hora de leer ésta

Lo que sí recordaba es el estilo de Domingo Villar y ése sí que me lo he encontrado de nuevo aquí. Por ejemplo, la magnífica ambientación en tierras gallegas. En este caso, en Vigo, su ría y alguna isla de la ría. Siempre, tras leer sus novelas, dan ganas de hacer la maleta e irse para allí a ver esos magníficos paisajes y comer la buena comida gallega (aunque en este caso creo yo que no hace tanto hincapié en el tema comida como creo recordar que hacía en las otras dos novelas)

También me he vuelto a encontrar con la diferencia de caracteres entre el personaje gallego Leo Caldas y el aragonés Rafael Estévez. Y eso que Leo, realmente, no tiene ese “galleguismo” tan afilado que sí tienen otros personajes secundarios que pasan por la novela y con los que Rafael pierde indefectiblemente la paciencia. También en este tema me ha dado la impresión de que el autor incide menos que en las novelas anteriores. Supongo que es lógico porque ya son unos años los que Rafael Estévez lleva viviendo en Galicia y, obviamente, ya está hecho a la forma de ser gallega. Pero me ha dado pena porque, la verdad, verle sulfurarse con ciertas cosas le daba un tomo sumamente gracioso a las novelas.

En cuanto a la trama en sí, me ha gustado mucho. Es una investigación policial al estilo clásico, de esas de ir preguntando a unos y otros, de trabajo policial de calle (nada de adn y cosas similares encontraréis aquí). Obviamente, los policías se ayudan de la técnica hoy vigente (como las cámaras de seguridad de bancos y comercios) pero, salvo esas cosas concretas, una historia similar podría haber ocurrido décadas atrás. Por ese ir preguntando a los cercanos de Mónica Andrade, hay mucho diálogo en la novela. Y esto hace que esa investigación que por fuerza debe hacerse lentamente, se lea sin embargo rápidamente. Es un libro de lectura muy amena, sencilla y entretenida; las páginas pasan rápidamente y es difícil saber cuándo tienes que parar de leer.

He de decir que he podido descubrir lo que pasó con bastante antelación. No es algo que me haya estropeado la lectura ni mucho menos pero como dos o tres sospechosos antes de los que tenía la policía, yo ya sabía quién era el malo de la película.

Será un narrador omnisciente quien nos irá poniendo al tanto de la investigación, focalizando para ello en Leo Caldas, protagonista indiscutible de la novela.


Conclusión final

Respondiendo a lo que yo misma me preguntaba al principio de esta reseña: sí, “El último barco” ha sido tal y como esperaba y, no, no me ha defraudado. La he devorado y la he disfrutado muchísimo.


Enlace: https://librosquehayqueleer-..
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MayteRatitadebiblio
 06 October 2022
Qué tristeza tan grande coger las historias de Domingo Villar sabiendo que hace tan poco nos dejaba huérfanos de sus letras y personajes. Nombre relativamente desconocido de las letras, que sin embargo está a la altura de la mejor novela negra y thriller en el panorama literario actual. Un autor que no me canso de recomendar, ineludible, y es que leer a Domingo Villar y su trilogía sobre el inspector Leo Caldas, además de un thriller adictivo, con una perfección narrativa y de tramas exquisita, es zambullirse de cabeza en Galicia, en sus paisajes y en su cultura. Villar era un gran enamorado de su tierra, sus gentes y su gastronomía, y sus novelas así lo reflejan: la vida de la calle, sus bares, tabernas, los platos típicos que saboreas mientras lees, el olor del mar, la ternura de un pueblo.

 

Ambientadas en la ciudad de Vigo y sus comarcas aledañas y de la mano de investigaciones policiales atípicas, que se cocinan a fuego lento y donde el valor de los personajes y sus vivencias tienen tanto o más peso que los sucesos a investigar en sí, podemos afrontar estas tres historias de forma independiente, pero sin embargo os recomiendo que os adentréis en ellas por orden de publicación, porque tanto la evolución de los personajes como la del autor es altamente notoria.

 

Partiendo de Ojos de Agua, una novela corta, simple incluso, pasando por la excelente La playa de los ahogados (con una más que notable adaptación cinematográfica), hasta culminar con este El último barco, este último viaje, este regalo en el que Domingo invirtió más de ocho años de su vida, para traernos una historia redonda, maravillosa, que se cuece a fuego lento, y que sin embargo durante sus casi 800 páginas no deja lugar a respiro en el ansia de leer.

 

Qué huérfanos nos dejas Domingo, que huérfanos nos dejas Leo Caldas, qué tristeza no saber más de personajes tan entrañables, tan queridos, tan humanos sobre todo, fiel reflejo de lo que Domingo fue en su vida. Leed a Domingo Villar, sin reserva, leed a un autor sobresaliente, que no tuvo tiempo de brillar lo suficiente.

 

Que la tierra te sea leve amigo, algún día, en el cielo de los libros, nos sentaremos nuevamente a escuchar tus historias.

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anitalectora
 31 October 2021
Llegamos al final de la trilogía que me ha acompañado este verano y el otoño pone fin a mi viaje con Domingo Villar. Este título, El último barco, es muy apropiado para este momento de comienzo del otoño.

Significativamente más larga que las dos anteriores, nos cuenta la historia de Mónica, hija de un eminente doctor de Vigo que decide poner mar de por medio e irse a vivir al otro lado de la ría. La historia discurre en otoño y el inspector Caldas tendrá que descubrir si la desaparición de Mónica es voluntaria u obedece a otras causas.

Un libro pausado. Me parece que refleja mucho mejor el ritmo de las investigaciones policiales que seguramente serán mucho más lentas de lo que reflejan los thrillers tradicionales. de hecho, casi las primeras 400 páginas parecen llevarte a una historia sin salida. Damos vueltas y volvemos al mismo punto con Caldas. Nos frustramos como el padre de Mónica. Queremos resultados y los queremos ya.

Pero el ritmo de la novela y Caldas no entienden de prisas. Las cosas vienen a su tiempo. Igual que las uvas que maduran cuando toca. de hecho, esa calma se convierte en vendaval en las últimas 200.

Una novela que me deja con buen sabor de boca aunque no apta para amantes de los thrillers trepidantes.

Tras leerla he pensado mucho en la idea de el último barco como metáfora. Realmente, nunca sabemos cuándo estaremos en nuestro último viaje, así que disfrutemos a tope.
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lucialopezgar
 17 July 2020
levaba tiempo queriendo leer este libro, concretamente desde que acabé de leer "la playa de los ahogados", y tengo que decir que aunque larga, la espera ha merecido la pena. He disfrutado un montón leyendo este libro, porque me encanta el inspector Leo Caldas, y me encanta su carácter, tan gallego, gris y melancólico, totalmente mimetizado con el paisaje invernal de las rías gallegas. Me encanta también el compañero del inspector, el aragonés Estévez, que con su carácter diferente y "tan poco gallego" provoca muchos momentos de humor, y es el contrapunto perfecto a Caldas. Y me han encantado sus personajes secundarios, algunos de ellos merecedores de un libro aparte. Es, eso sí un libro largo, pero que se hace sorprendentemente corto, y eso tiene mucho mérito, ya que no es una novela de ritmo rápido, en la que las cosas pasen a velocidad de vértigo. Y sin embargo, en cuanto empiezas a leer, sientes que no puedes parar de leer, atrapada por los diálogos y la fuerza del paisaje. Totalmente recomendable.
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Maya
 23 April 2019
El último barco, de Domingo Villar, es la más que esperada tercera entrega de la serie negra protagonizada por el inspector de Policía Leo Caldas. Después de Ojos de agua y La playa de los ahogados la expectación era enorme. La obra ha sido reescrita al menos de una vez.

El doctor Andrade, prestigioso cirujano de Vigo, acude a la policía a denunciar la desaparición de su hija Mónica. En principio, nada hace sospechar que su ausencia sea algo más que la de una adulta que se ha marchado unos días, pero la insistencia del padre lleva a Leo Caldas y su ayudante Rafael Estévez, a investigar y encontrar ciertos indicios. El gato sigue en la casa, su bicicleta aparcada en el puerto de Vigo…

Mónica es profesora en la escuela de Artes y Oficios donde enseña cerámica, vive en un pueblecito pequeño. Su relación con su padre no es buena. Él hubiera querido que siguiera sus expectativas pero nada fue así. Mónica es una especie de hippy que vive su propia vida. No tiene una relación estable aunque sí fuertes amistades como la que mantiene con un fotógrafo inglés.

Camilo es un muchacho que sufre un retraso y es incapaz de comunicarse con los demás. Es amigo de Mónica de la que ha hecho dibujos que parecen fotos. Porque Camilo es capaz de dibujar de memoria cualquier escena que haya visto. Como merodea constantemente por la casa de Mónica, pronto será foco de las sospechas. Además, como todos sabemos todo el que es distinto es señalado tarde o temprano.

Leo Caldas es un inspector que se parece bastante al propio autor, solitario, serio… muy gallego. No es un tipo de acción, es reflexivo, se queda mirando al mar, desarrolla sus ideas. Está muy solo, añora el amor. En El último barco le vemos en varios momentos ayudando al más débil, doliéndose de los dolores ajenos, preocupado por su padre. El resto de personajes apenas se perfilan, por ejemplo de Rafael, sabemos que es maño, un bestia y que los perros le odian. Poco más.

Se nos muestra la Galicia desfavorecida del mendigo-sabio Napoleón, las mujeres y hombres que recogen marisco. El clima lluvioso, cambiante, gris. Los escenarios siempre bellos de Galicia. El día que se celebran dos funerales a la vez, vemos claramente las diferencias entra la Galicia rica y la más pobre y solitaria.

No es una novela negra al uso, no hay violencia ni a penas intriga. Es demasiado descriptiva, meláncolica. La única crítica social que contiene es la situación de enfermos, como Camilo a los que la sociedad da la espalda. Su madre a penas puede cuidarlo. También es importante el homenaje a los dos maestros, personajes reales, y a la labor de la enseñanza.

En el principio de El último barco, Domingo Villar se recrea en detalles que nada tienen que ver con la historia principal: descripción de diversos pájaros, descripción de edificios de manera que puede hacerse un poco lenta. El principio de cada capítulo es una entrada con los significados de una palabra clave. Los capítulos son bastante breves y se construyen con magníficos diálogos que informan al lector de todo lo que va pasando. Según se va acercando el final, la acción, las sospechas, los sucesos se aceleran hasta dejarnos sin respiración. de hecho la primera mitad, se hace un poco lenta, parece que la acción no avanza.
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Autoras de novela negra y policíaca

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Agatha Christie
Phillys Dorothy James
Susan Hill

10 preguntas
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Thèmes : novela negra , LITERATURA POLICÍACACrear un test sobre este libro
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