—De todas formas, es bueno volver la vista atrás para aprender de las cosas que se hicieron bien y mal, pero no se puede vivir mirando constantemente postales antiguas.
|
—De todas formas, es bueno volver la vista atrás para aprender de las cosas que se hicieron bien y mal, pero no se puede vivir mirando constantemente postales antiguas.
|
Lo malo no es entregarse a una pasión con más o menos años. Lo terrible es morirse sin haberla buscado. Por desidia o porque la vida no le haya permitido a uno hacerlo.
|
Tú eres policía, Leo, es lógico que te preocupen esas cosas, pero a mí me preocupa que las viñas arranquen bien y que llueva lo que tiene que llover cuando llegue la primavera. Puedo convivir con el miedo a morirme, pero no quiero tener también miedo a vivir.
|
Si te gusta Galicia, y disfrutas con una buena historia, este es tu libro!!! A través de sus páginas podrás hacer un viaje al otoño gallego. Esta historia, que te engancha desde la primera página, esta tan bien escrita que de pronto te encontrarás junto a Leo Caldas, el protagonista, y su equipo, investigando junto al mar. Es una obra maestra!! Todo empieza con la desaparición de una chica que no acude a una comida familiar…. |
―¿La conoce? El marinero hizo un gesto que el policía no supo desentrañar. ―Me quiere sonar ―respondió. ―¿Le quiere sonar? El marinero volvió a mirar la foto. ―Sí ―dijo con gravedad. ―¿Pero qué mierda de respuesta es esa? El marinero dio un respingo. ―¿Cómo? El ayudante de Caldas apoyó en la fotografía un dedo que tapó el rostro de la hija del médico. ―¿La conoce o no la conoce? ―preguntó―. ¡Me cago en mis muertos a caballo! El marinero se encogió en la silla. ―Creo que sí. ―Pues dígalo, coño. Que es lo que le estoy preguntando. |
―¿Qué es esto? ―preguntó. Se había acercado al remolque y examinaba su contenido con el rostro arrugado. ―Son algas ―dijo el hombre. ―Ya lo veo ―replicó el ayudante del inspector―. Pero ¿para qué las quiere? Caldas vio el recelo dibujarse en los ojos del hombre y respondió por él: ―Para abono ―dijo―. ¿Verdad? ―Claro. ―¿Y qué piensa abonar? ―preguntó el aragonés. ―La huerta de casa ―contestó el otro, con naturalidad. ―Puf ―resopló Estévez―. Pues sí que va a oler bien. ―No se lo tenga en cuenta ―dijo Caldas―, es que en su tierra no hay algas. ―¿Y con qué abonan? ―preguntó el hombre. Estévez se encogió de hombros. ―No sé… ―dudó―. Con estiércol. ―Ah ―dijo el hombre, y guiñó un ojo al inspector ―, pues seguro que allí huele mejor. |
Lo tranquilizador de algunos libros es que al final sabes que van a ganar los buenos. Al menos, sabes que van a acabar devolviendo un poco de orden al caos.
|
Podías resolver un caso, pero rara vez podías recomponer lo que se había resquebrajado en el camino.
|
El dolor siempre era más grande cuando la realidad extinguía la esperanza.
|
Una perrilla blanca que apenas levantaba un palmo del suelo aprovechó el resquicio abierto por su dueña para escaparse. ―La jodimos ―murmuró Rafael Estévez al verla salir. ―No se preocupe, Medusa no hace nada ―sonrió la mujer antes de desaparecer en el interior de la vivienda. Al principio la perra se alejó correteando por el atrio pero, como Estévez había sospechado, en cuanto husmeó su presencia en el aire regresó a la carrera para concentrarse en él. |
10 negritos