Un caballero en Moscú

En “Un caballero en Moscú” tenemos por protagonista al conde Rosov. Rostov, es juzgado por los bolcheviques por el delito de formar parte de la aristocracia Rusa. En primera instancia, se le iba a condenar a muerte como a la mayoría de los juzgados, pero irónicamente unos poemas firmados con su nombre hace algunos años lo salvarán de la guadaña y lo condenarán finalmente a un arresto domiciliario por el resto de sus días en el hotel Metropol de Moscú.
La novela tratará en sí de los más de 30 años que nuestro protagonista estará encerrado en este curioso hotel. de primeras puede parecer una novela que tenga pongo que contar pero Amor Towles conseguirá transmitir a través de un solo edificio y diferentes personajes que salen y entran en la vida de Rostov, la sociedad rusa de la época. El escritor consigue hacer una crítica muy irónica e inteligente del régimen sufrido por Rusia desde los años 20 hasta los años 50.
El protagonista es un personaje muy peculiar y distintivo darán ese toque diferente a la novela.
A pesar de todos estos puntos a favor de la novela, yo he sentido que me ha faltado algo más y que aunque muy irónica se me ha hecho en algún momento un tanto pesada.
Creo que quizás no era el momento de leer esta novela que tan buenas y maravillosas críticas tiene. O que simplemente no he sido capaz de sacar toda la esencia que posee.
No me ha resultado un mal libro, pero me esperaba algo más de él.

Un libro que no voy a olvidar, un belleza desde inicio a fin.
no he dejado de recomendarlo, ¿de que trata?
Un conde que es perdonado de muerte y puesto preso por los bolcheviques al comienzo de la revolución rusa, gracias a un poema escrito por el en su juventud.
Casi toda la trama transcurre en un hotel, El Metropol. Y la verdad contiene de todo un poco, vale la pena leerlo.

Justo cuando he acabado de leer Un caballero en Moscú (2016), de Amor Towles, publicado por Ediciones Salamandra, acabo de enterarme de que en breve se va a estrenar la serie de televisión inspirada en esta obra. Espero que no se les ocurra arruinar esta magnífica novela, en la que el lector encuentra un poco de todo: humanidad, emoción y algunas interesantes lecciones de historia. Y ya puestos a pedir, espero que el elenco de actores esté a la altura, ya que su protagonista, el conde Aleksandr Rostov, es uno de esos personajes difíciles de olvidar.

El libro comienza en 1922. El aristócrata está sentado en el banquillo de los acusados, desplegando todos sus encantos ante el aparato judicial soviético. Tiene suerte, pues a diferencia de otros miembros de la nobleza, se salvará de la pena de muerte. Su condena consiste en un arresto domiciliario indefinido en el hotel Metropol de Moscú. Una prisión de oro de la que jamás podrá escapar.

Resulta asombroso ver con qué buen talante Aleksandr acepta su destino. La atmósfera distinguida del Metropol y el trato deferente con que le obsequia el personal (él ya era un cliente de la casa) le permite continuar con su ficción de vida perfecta. Pero es imposible abstraerse por completo de la realidad. Pronto es obligado a abandonar su suite para ser realojado en un cuarto abuhardillado, estrecho e incómodo.
Por otra parte, la «revolución» llega al hotel. En sus salones ya no se celebran bailes elegantes, sino asambleas y reuniones del Partido Comunista. Poco a poco los privilegios del conde van desapareciendo hasta tal punto que este peculiar prisionero se plantea abandonar este mundo. Eso sí, planeando una despedida con clase.

Sin embargo, le salvará de su fatal destino la inesperada amistad con una niña llamada Nina, que también reside en el hotel y que conoce los secretos del Metropol incluso mejor que el propio Aleksandr. El conde, haciendo gala una vez más de sus buenas maneras y su excelente disposición, reconducirá su vida con nuevos objetivos, rodeado de una pléyade de personajes de lo más curioso.

El contexto de la novela es terrible. El Metropol es una burbuja que se mantiene a duras penas aislada del mundo. Sin embargo, allí también llegan los ecos de la guerra, el hambre, la miseria y el miedo. Hay varios pasajes que reflejan el Terror Rojo de la época stalinista.

Toda la narración tiene el aire de un cuento de hadas y respira optimismo por los cuatro costados. Por muy fea que sea la realidad, siempre hay algo que vale la pena. Esa es la actitud de Aleksandr Rostov. Pero el tema central de A Gentleman in Moscow es sin duda el de la amistad y la lealtad. Cualidades que, en tiempos difíciles de necesidad e incertidumbre, brillan todavía más como el tesoro que son. En definitiva, una novela de las que el lector acaba guardando en su corazón durante mucho tiempo.


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Al Conde Rostov quieren imponerle la pena capital por haber escrito un poema subversivo, esta condena es cambiada en última instancia por un confinamiento perpetuo en el Hotel Metropol de Moscú. Corren tiempos convulsos para los aristócratas en una Rusia que comenzará una etapa de cambios importantes a nivel político y social

Y aquí comienza una historia brillante, elegante, emotiva y sobre todo inteligente. Un personaje excepcional, divertido, con unos valores únicos y una personalidad arrolladora. No sé dejará amedrentar por las circunstancias y como él mismo dice no dejará que le agobien cuatro paredes, así hace todo lo contrario, se adapta y logra que el hotel se abra, se expanda, crezca a su alrededor, convirtiéndose en su mundo, con sus amistades, sus relaciones y hasta sus responsabilidades

Tanto el desarrollo de la novela, como se van engranando las escenas, la magia con que se va resolviendo, así como sus personajes y su estilo es una delicia para los sentidos

Novela que sube a lo más alto de mis lecturas.

¿Sabéis esos libros que siempre queréis leer pero no os animáis porque pensáis que van a ser densos o difíciles para vosotros? Eso me pasaba a mí con esta novela y ahora solo puedo decir que ha sido un sorpresón y del bueno.

Amor Towles solo necesita una ubicación (el hotel Metropol) y un protagonista (el conde Rostov) para contarnos más de treinta años en la historia de un país: Rusia. ¿Y lo más alucinante? Es un libro muy ameno y ágil de leer pese a que no salimos del hotel en las más de 500 páginas que tiene el libro.

Han dicho de ella que es "una obra ingeniosa, interesante y poética", no puedo estar más de acuerdo y añadiría, además, reflexiva. Te hace darte cuenta de lo que de verdad es importante en la vida y de lo esencial que es rodearte de buenas personas. de verdad, que a mí la pluma del autor y todo lo que llega a transmitir me ha dejado maravillada.

Y, ay, el conde Rostov... de esos personajes que tardas en olvidar. Como dice el título, todo un caballero, que con sentido del humor y aplomo nos irá contando su día a día en el hotel a la vez que rememora su vida anterior al arresto domiciliario. Puede parecer que va a ser una historia aburrida y es que ¿cuánto de sí puede dar una vida encerrado en un hotel? Pues ya os digo yo que mucho. Es un personaje muy peculiar y vivirá aventuras muy peculiares, ya veréis.

¿Por qué no le pongo cinco estrellas? Me ha faltado un poquito más de emotividad, fijaos que la historia es dura y hay momentos difíciles pero no ha conseguido emocionarme y eso me influyó un poco a la hora de puntuarlo.

Por lo demás, por favor, dadle una oportunidad porque no os vais a arrepentir.

En Rusia, la revolución bolchevique se vuelca sobre los que hasta entonces constituían la nobleza, motivo por el cual algunos logran escapar y otros son acusados y fusilados sin contemplación. Es en este contexto que nos encontramos con el conde Alexandr ILisch Rostov, todo un caballero de esos que hoy en día solo encontramos en las novelas, un hombre educado, respetuoso y muy consciente de su condición.

Al conde Rostov se le asigna la escritura años atrás de un poema que de alguna manera se convirtió en símbolo de la revolución, motivo por el cual se le perdona la vida, pero en su lugar se le “destierra” a vivir sin salir de su actual residencia, el Hotel Metropol de Moscú, donde será vigilado de cerca a fin de que cumpla con la sentencia en una pequeña habitación olvidada que era casi una bodega.

La personalidad y carácter del conde nos rendirá a sus pies, pues ahí en el reducido espacio del hotel, nos habla de la historia de su país por los próximos cuarenta años, haciendo contactos con personajes que tanto le hostigan como le aman. En el camino, encontramos a tres mujeres que serán su vida y le mostrarán que, aún encerrado en ese hotel, tendrá la posibilidad de amar y darlo todo por ellas.

Una novela preciosa, que espero puedan leer y disfrutar tanto como yo.

La portada, el título, la época en que comienza su desarrollo, el argumento. Muchos son los motivos que me llevaron a escoger esta lectura, además de que siempre llaman la atención tantas coincidencias de tan alta calificación en un libro. Algo pasa.
En el año1922, un documento escrito años antes por el aristócrata ruso Alexandr Ilich Rostov, le salva de la condena a muerte, o del destierro en la profunda Siberia, en el empeño del régimen bolchevique de eliminar todo reducto de aristocracia y de alta sociedad que resta de la época del esplendor zarista. A cambio, se le condena a permanecer, de por vida, en arresto domiciliario en su actual lugar de residencia, el esplendoroso Hotel Metropol, en Moscú.
En primer lugar, decir que hacía mucho tiempo que no caía en mis manos una novela tan buena y maravillosa. Está llena de belleza, de inteligencia, de humor, y de genialidad, tanto como su protagonista, que tiene todo aquello, además de ser una persona culta, educada, respetuosa, reflexiva, bondadosa, buena amiga y que acepta, muy de buen grado su condena, sacando sólo lo positivo a la privación de su libertad, porque, ante todo, es una persona feliz.
Es una novela escrita con un gusto exquisito, impresionante; pareciera redactada por el propio conde Rostov, el cual te hace sentir parte de su mundo y de su círculo, o de querer serlo, pues el autor consigue que lo ames y que quieras seguir sabiendo de él, al menos yo me quedé con ganas de seguir a su lado.
Por último, quiero fustigarme un poco reconociendo que no le he hecho nada de justicia a esta novela, ya que la empecé hace tiempo y no le he prestado la atención que se merece, pues la he dejado muchas veces de lado para atender otras lecturas, cuando debería haber sido todo lo contrario, porque Un caballero en Moscú es literatura de la buena, y que recomiendo leer ya.

Este libro estaba destinado a ser leído mucho antes y a punto estuvo en diversas ocasiones ; en conjunta , para un reto , por recomendación ... pero por diversos motivos fue quedándose en la lista de pendientes , por fin ! le ha llegado su turno y no puedo decir nada que no se haya dicho antes .
Ha llegado en un momento de cambios , de espera , de ebullición interna para aportarme esa calma que transmiten sus páginas .
He disfrutado mucho leyendo este libro exquisito y elegante como su protagonista el conde Rostov .
A pesar de las circunstancias que le obligan a vivir encerrado en el hotel Metropol de Moscú , el conde consigue sacar partido a su vida diaria y a disfrutarla positivamente.
Su carácter y saber estar , su exquisita educación , su conocimiento de la naturaleza humana hace que las personas mas variopintas que conocerá a lo largo de su vida en el hotel lleguen a ser amigos entrañables e incondicionales .
Varios acontecimientos importantes de la historia de Rusia pasan sutilmente por estas páginas .
Un libro extraordinario que recomiendo muchisimo.
Junio 2023 .

Vamos a viajar a través del tiempo a borde de un transatlántico de lujo: el Hotel Metropol de Moscú (tranquilos que no es el Titanic, que este no se hunde).
Estamos en 1922, en plena revolución, el Conde Rostov, un hombre educado, culto, tranquilo y flemático (y, sobre todo noble), está ante un tribunal por haber publicado una poesía con marcado aire político.
La condena no deja de ser graciosa: Cadena perpetua en el Hotel Metropol, donde reside habitualmente. La única diferencia es que, en lugar de la suite de lujo, debe vivir en una pequeña habitación (poco mayor que un armario) en el sexto piso.
Desde esa altura, Rostov mira por la ventana y ve la vida pasar, y también al público que entra y sale del Bolshoi, que cae justo enfrente.
Desde 1922 y durante más de treinta años, a través de los ojos de este ruso, erudito y gourmet, vamos descubriendo el cambio que se produce en Rusia: los famoso Comités (para absolutamente todo); la gastronomía, las costumbres, los juegos de mesa y, al fin y al cabo, la vida dentro de un gran hotel . Desde el botones más humilde, hasta el último director.
Barberos, costureras, cocineros, limpiadoras, mecánicos, camareros, barmans... Todo el personal desfila por las páginas y los años al compás de la batuta de Amor Towles.
Pero no solo es personal, queridos míos, no. También lo hacen los clientes. Americanos, italianos, finlandeses, japoneses... Toda una variedad de personas y personajes que, en mayor o menor medida, van conformando la vida de Roscov, que, no solo no se aburre, sino que se organiza divinamente para no tener un rato libre.
Desde una niña vestida de amarillo, hasta una joven pianista con traje azul océano, pasando por una guapísima actriz, Roscov teje una red de relaciones y amistades a las que sirve y de las que saca partido.
Una novela GENIAL.
Me he divertido. Me he reído yo sola. He aprendido un montón sobre música y literatura (en términos generales y rusas en particular). He establecido una relación "casi" personal con Alekxandr y solo siento no haber podido tomarme una copa con él en el bar del hotel o cenado en uno de sus restaurantes.
Me he convertido en lectora devota de Amor Towles, y juro que no llegaré a Semana Santa sin haber leído "La Autopista Lincoln" y / o "Normas de Cortesía", su primera novela.
Mucho escribir, mucho escribir, y al final va The New York Times y dice:
«Fascinante. Preciosa. Enjundiosa. Towles es un verdadero maestro.»
The New York Times Book Review.
¿Ven ustedes? Sobran las palabras y falta tiempo para leer este libro.

Hay libros que acarician el alma. Este es el caso de Un caballero en Moscú. Desde las primeras páginas me sentí atrapado por su prosa. Amor Towles tiene la capacidad de transportarnos con sus letras a un mundo fantástico y hacernos disfrutar cada párrafo queriendo más.



Sobre traducciones



Pero esto no sería posible sin una traducción magistral. Si bien hay libros que leo en inglés (idioma en el que se escribió originalmente Un caballero en Moscú), en este caso leí la traducción al castellano realizado por Gemma Rovira Ortega. Y es que estamos muy mal acostumbrados a pasar por alto el nombre de los traductores, cuando su trabajo es valiosísimo.




«Es curioso —reflexionó antes de abandonar su suite—. Desde una edad muy temprana hemos de aprender a despedirnos de amigos y familiares. Les decimos adiós a nuestros padres y a nuestros hermanos en la estación; visitamos a nuestros primos, vamos a colegios, ingresamos en un regimiento; nos casamos o viajamos al extranjero. Tomar a un ser querido por los hombros y desearle buena suerte mientras nos consolamos pensando que no tardaremos en tener noticias suyas es algo que hacemos constantemente y que forma parte de la experiencia humana.



»Sin embargo, no es muy probable que la experiencia nos enseñe a despedirnos de nuestros objetos más preciados. ¿Y si lo hiciera? No agradeceríamos la lección. Porque muchas veces acabamos por tomarles más cariño a nuestras posesiones favoritas que a nuestros amigos. Nos las llevamos de un sitio a otro, en ocasiones con un coste y una incomodidad considerables; les quitamos el polvo y abrillantamos sus superficies, regañamos a los niños cuando juegan con demasiada brusquedad cerca de ellas y permitimos que nuestros recuerdos les confieran cada vez más importancia. En este mismo armario, tendemos a recordar, me escondía de niño; esos candelabros de plata eran los que adornaban nuestra mesa en Nochebuena; fue con este pañuelo con el que una vez ella se enjugó las lágrimas, etcétera, etcétera. Incluso imaginamos que esas posesiones cuidadosamente conservadas podrían ofrecernos auténtico solaz ante la pérdida de un compañero.



»Y sin embargo, es evidente que un objeto no es más que un objeto.»




Quizás lo que hizo más grande a la Bibilioteca de Alejandría, más allá de su imponente acervo, fue el hecho de que buscó traducir de su lengua original miles de obras, permitiendo al mundo conocerlas. Siendo honestos, nadie puede conocer todos los idiomas del mundo. En lo personal me habría sido imposible leer a Thomas Mann, Stefan Zweig, Marcel Proust, Dumas, Tolstoi, Dostoievski, Chéjov, Mircea Cărtărescu, Natsume Sōseki o Kenzaburō Ōe de no ser por los traductores. ¡Ni hablar de los clásicos!



Y es que para ser un buen traductor se necesita ser un buen escritor. Con la capacidad de conocer y dominar bien la lengua original y la destino. Para poder respetar lo más posible la idea del autor tanto el sonido (ejemplo enorme es la dificultad para traducir el Ulysses de Joyce) como la idea. Que no se pierda esa caricia de la que hablaba tiene Un caballero en Moscú.



Es por lo anterior que muchas de las mejores traducciones tienen detrás a grandes escritores: Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Nabokov, Samuel Beckett, Alfonso Reyes, Carlos Fuentes, etc.



Sobre Un caballero en Moscú



No quiero hablar mucho sobre el libro para no descubrir la trama. Pero Amor Towles nos cuenta la historia del conde Aleksandr Ilich Rostov, que en 1922 es condenado por los bolcheviques a muerte, pero un poema subersivo, aparentemente escrito por él, hace que algunos miembros del partido intercedan por él. Es entonces que su condena cambia a arresto domiciliario, teniendo que pasar el resto de sus días en el Hotel Metropol, en Moscú.




Del mismo modo en que Mishka había acabado entendiendo que el presente es la consecuencia natural del pasado, y podía ver con toda claridad cómo darle forma al futuro, él entendía ahora su lugar en el paso del tiempo.




Un caballero en Moscú son las aventuras que el aristócrata vivirá durante el cumplimiento de su pena. Pero no sólo serán las aventuras del conde Rostov, sino que gracias a esa prosa que envuelve te encuentras dentro del Metropol, degustas los vinos, se te hace agua lo boca con el olor de la boullabeise, disfrutas de las notas de Chopin o del barullo en el Boyarsky.



Charles Dickens, un escritor basura



Cabe subrayar, querido lector, que se trata de una novela de ficción, de pronto encuentro críticas hablando de si es creíble lo que aquí se presenta. Vamos, no se trata en si de una novela histórica que pretenda ser fiel a las circunstancias que acontecían en el momento en que se desarrolla. Entendamos que es un mundo fantástico, un sueño.




Entonces, casi con melancolía, comentó que en la galería, mientras reflexionaba sobre la terquedad de las convenciones sociales y la tendencia del ser humano a tomarse a sí mismo demasiado en serio




En una de dichas críticas, con el afán de subrayar el supuesto problema, hablan de que es una fantasía al estilo Dickens. Entonces, ¡¿Charles Dickens es un mal escritor?!



Si bien, como defiendo siempre, en gustos se rompen géneros, y en particular hablando de libros no hay nada escrito, pienso que las criticas al respecto resultan pretenciosas. A veces siento que es como quienes hablan de los cuadros de Joan Miró y dicen: "Eso puedo pintarlo un niño, hasta yo podría hacerlo mejor", es cierto, pero no lo hizo. ¡He ahí la diferencia!




—¿Okroshka? —preguntó ella, mientras se ponía la servilleta en la falda.



—Evidentemente —contestó el conde, sentándose también—. Antes de viajar al extranjero, es conveniente tomarse una sencilla y reconfortante sopa típica del país, para poder recordarla con cariño si algún día se siente uno un poco desanimado.




Un caballero en Moscú nos envuelve y nos lleva a un mundo de FANTASÍA: sin pretensiones y, por ello, exquisita, como una Okroshka. ¿Cuántas veces al buscar la grandilocuencia en sus obras los autores pierden su esencia?



Si después de este análisis estás dispuesto a leer el libro, aquí puedes encontrarlo.

Enlace: http://www.robertosancheztor..