El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

La ópera prima de Tatiana Tibuleac sorprende por su fuerza narrativa y por su manera de conjugar crudeza y belleza.

Aleksy, su madre y su abuela dan testimonio de eso que decía Jhon Lennon de que "la vida es aquello que nos va sucediendo mientras estamos ocupados haciendo otros planes".

En este caso, la vida se ríe de los planes de esta familia de emigrantes polacos y la muerte, la enfermedad y la ira han tomado el control. Hasta ese último verano en un pueblo francés.

Aquél verano, el amor entre una madre y su hijo vence todos los envites del destino.

Una joya de libro que no debemos dejar de leer.

Dicen que cuando mueren los padres una se queda sin asidero en este mundo. Recuerdo la mirada y la voz quebrada de mi madre cuando me dijo a mis diez años que había muerto su padre, y como diez años después se repetía la escena al decirme que había muerto el mío.

“El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes” de Tatiana Tibuleac comienza con un adolescente, Aleksy, que todos los días desea que muera su madre. Una madre que siempre fue de cuento, pero de terror: cuando murió Mika, la hermana menor del entonces pequeño protagonista, la mujer se encerró tanto en su depresión que rechazó todo intento de acercamiento por parte de su hijo.

“...me había apartado de un puntapié como a un perro cuando yo estaba dispuesto a ser un perro solo por sus caricias”.

Sin embargo, este verano será distinto. Para que Aleksy acceda a pasarlo con ella en un pueblo aislado, le soborna con la promesa de regalarle un coche. Lo hace porque sabe que este será su último verano. Se entera, entonces, que su madre tiene cáncer y que le quedan dos meses de vida.

Así empieza un relato descarnado y dolorosamente sincero, una travesía que va más allá de un desplazamiento físico cuando la madre se deteriora y Aleksy aprende a amarla. Mientras su cuerpo se transforma, se encoje y se convierte en una especie de molusco con el cabello como una flor de diente de león, sus ojos verdes comienzan a ocupar la mayor parte de su rostro, protagonistas -también- en la trama de esta novela profunda, sin concesiones, pero igualmente conmovedora.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es una historia nacida desde el dolor para crecer y convertirse en perdón y reencuentro. Habla de los dolores más extremos, de infancias silenciosas y amores negados que, en medio de esa oscuridad, de ese rencor, de esa mugre, ve nacer la humanidad más esperanzadora.

Unas páginas que nos enfrentan al primer miedo del ser humano: perder a nuestra madre. Cuando el viento pueda desprendernos sin esfuerzo de la tierra porque ya no haya nada que nos sostenga ahí.

Es probable que así se sientan algún día mis hijas, que se sintiese así mi madre, que estoy completamente segura que sucederá el día que ella ya no esté.

Si lo que queréis leer es un libro impactante, este es el apropiado.

La autora nos deja el testimonio de Aleksy y de un verano inolvidable con su madre. Este retrato del amor maternofilial desgarra y emociona. Surcamos tres meses en la costa francesa en un océano de sensaciones tormentosas. Descubrimos su pasado y los esfuerzos por superarlo, por alcanzar la quietud. Pero, ¿a qué precio?

Esta lectura ha sido para mí un gran descubrimiento. Me he sumergido en su poesía, en esos capítulos dedicados a esos ojos verdes, que representan mucho más que belleza externa. Y debo aplaudir el trabajo de la traductora, pues traspasar a nuestro idioma esos sentimientos y esa lírica presentes en cada capítulo no es tarea sencilla.

Sin duda, un libro bello. Un libro para sentirse humano. Un libro para llorar. Un libro para no olvidar.

Otro de esos libros que me dejan sin palabras. Desde que lo leí, no he sabido qué escribir sobre él salvo la primera impresión que salió al leer la última frase y que dejé recogida en mi cuenta personal. Así que, como poco más puedo añadir, la recupero para esta cuenta: Doloroso y cruelmente bello. Como la vida, como las relaciones, como el amor y el odio que sentimos por aquellos que tienen el poder de hacernos ser como somos y de transformarnos en aquello que podríamos ser. ⠀
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Os animo a leerlo. El inicio no es fácil, su lenguaje cruel y visceral asusta y repele un poco. Pero si continúas te darás cuenta de que la sutil metamorfosis que vive el protagonista, poco a poco te atrapa y te enamora.
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La belleza y el dolor que hay en estas páginas es apabullante. Cuesta escribir algo aquí que haga justicia a lo que esta novela me ha ofrecido, algo más de doscientas páginas que han marcado un surco muy profundo.

Unas semanas para hacer renacer el amor.
La transformación física y emocional.
El peso de los traumas y las vivencias.
La consecuencia de nuestras acciones y decisiones.
La familia y los secretos.
El regalo de una segunda oportunidad.

Un verano que es una vida.

Comienzo el año por todo lo alto, a pocos libros suelo ponerle 5 estrellas y este se merece cada una de ellas.

Con una escritura sencilla, Impedimenta publica esta novela desgarradora, que te engancha de principio a fin, de esas que no puedes dejar de leer hasta que la acabas.

La historia comienza conociendo a Aleksy, un niño que vive con su madre tras haber sido abandonado por su padre, y con una infancia marcada por la muerte de su hermana pequeña. Tras estos acontecimientos, Aleksy muestra un continuo odio por su madre, incluso desdando la muerte de ella, con una dura actitud, y un carácter destructivo y violento.

La madre convence al joven para pasar las vacaciones de verano a solas con él en un pequeño pueblo francés. Aquí es donde la madre le hace la dura confesión de que le queda poco tiempo de vida debido al cáncer que le han diagnosticado. A raíz de aquí hay un cambio inesperado en el carácter de Aleksy.

Es duro que sea esta la forma de reencontrarse y tener una relación con mejor actitud entre madre e hijo. Es sobrecogedora la crueldad de esta enfermedad y la reacción emocional que a mi al menos me causó leer la confesión que le hace a su hijo. Este libro consigue darte un bofetón de emociones en cada una de sus páginas.

En resumen, se trata de una hermosa forma de contar una relación maternofilial que hace que se te erice la piel, y se te despierten multitud de sentimientos, dejándotelos a flor de piel.

Con este ejemplar, Impedimenta ha dejado el listón muy alto para las lecturas del resto del año.
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Sublime.

Desde el principio te engancha con su crudeza y realismo. Acabas amando a cada personaje, entiendes su dolor y su forma de amar. Preciosa historia llena de odio y perdón.

Lectura fácil gracias a sus capítulos cortos.
Repetiré con esta autora. Un gran descubrimiento.

Sin duda va a ser uno de los mejores libros que he leído este año.

¿Cómo se puede narrar una historia tan sumamente dura, de una forma tan bella y a la vez tan sencilla de leer? La forma de esta novela es increíble en muchos aspectos, en la belleza de sus palabras, en su estructura, en la capacidad de dibujarnos y hacernos entender a la madre aunque la historia esté contada en primera persona por el hijo. Su manera de llevarnos por diferentes sentimientos a lo largo de la novela.

Empecé a leerla y no pude soltarla hasta acabarla.

Un relato reflexivo, desgarrador, duro que te mueve por dentro, escrito con una prosa hermosa, intimista que se centra en una relación materno- filial (imperfecta) que nos habla de amor, odio, perdón, redención, reconciliación. Una relación que ha pasado por perdidas, violencia domestica, alcoholismo, frustraciones, desamor que dejan huellas profundas en Aleksy, el protagonista de la historia un personaje muy humano que te desarma a medida que lees su historia, nos muestra que no somos perfectos que cometemos errores que marcan a los seres que mas queremos, que tenemos que tener la madures para rectificar, y buscar ese espacio para la redención y sanar para continuar, me conmovió, lo recomiendo.

Creo que poca presentación necesita este libro. Desde su publicación no ha parado de cosechar elogios tanto a su historia como a la maravillosa pluma de la autora. Este hecho, no os voy a engañar, me intimidaba bastante.

Me adentré en la historia con el único conocimiento de que iba a encontrar una historia baste difícil entre una madre y un hijo. Pero os puedo asegurar que no me imaginaba en ningún momento que la historia iba a ir por donde fue.

Una historia cargada de dolor, un dolor de esos que te cala hasta los huesos. Un hijo dolido con su pasado, con su infancia, con su madre, incluso con él mismo. Incapaz de saber querer y sentirse querido.

Una madre imperfecta, pero llena de ternura y de perdón. Un verano para reconstruir su historia y tú cómo espectador de lujo. Empatizaras con ellos desde el primer momento, experimentando junto a ellos su sufrimiento y su felicidad. Formaras parte de la historia sin darte cuenta.

Puedo confirmar que aunque iba un poco escéptica a caer rendida a sus pies, lo hice. Me emocionó, me dejé llevar por su páginas y fantaseé con un final diferente. Cuantas enseñanzas en una historia tan corta, cuantas puñaladas directas al corazón.