El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

Una historia de odio y reconciliación, de amor, pero de amor extraño, contado de una perspectiva poco usual para hablar de él, porque se cuenta la herida y la rápida cicatrización después de mucho tiempo abierta.

De mis favoritos del año, sin duda.

Novela intimista, desgarradora y emocional (confieso que he llorado) sobre la relación maternofilial durante la adolescencia de un hijo atormentado y que ahonda en el perdón, la pérdida y el amor en todas sus extensiones.
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Narra de forma novelada el diario de Aleksey, un joven que odia a su madre de forma cruel y obstinada, que durante ese verano se traslada obligado a la costa francesa con ella. La estancia y un suceso trascendental irán transformando su carácter, su visión maternal, su enfado y su lucha contra la sociedad y los golpes de la vida, hasta llegar a la comprensión, la ternura y la admiración por una madre que frágilmente cambiarán su futuro.
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Estructurada en capítulos cortos la autora salpica la obra con algunos de ellos con tan solo una frase, de estilo poético, que se quedan anclados en la reflexión y la evolución de la novela.
Con un ritmo ágil, el estilo es agudo y directo, como el lenguaje de un adolescente, con tildes cómicas, inverosímiles y agresivas, producto del gran talento narrativo de la autora.
Los personajes están fuertemente caracterizados, caricaturizados con la maestría del ojo clínico de un protagonista adolescente atormentado y egocéntrico.
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“El mercadillo de antigüedades era como si Dios hubiera tropezado y se le hubiera vaciado la bolsa. Gente amontonada entre objetos, objetos amontonados entre gente, vestigios de vidas pasadas entrelazados en filas multicolores, como el cabello de las fotos antiguas de la abuela. Todos aquellos cacharros en otra época imprescindibles, que yacían ahora como vísceras en la cuneta, me deprimían.”
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Imprescindible, una obra de gran calidad y magnetismo, para lectores que disfruten de las historias duras, tristes, de las que te dejan encogida y sacudida pero agradecida por haberla descubierto.
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El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes llamó mi atención por su título. Es muy llamativo, ¿verdad? Lo empecé a ver por todas partes y descarté leerlo, es algo que me agobia y me hace huir. Seguía teniendo algo que me atraía por lo que decidí dejarle un poco de espacio y en cuanto tuve la oportunidad me dispuse a leerlo.
Suelo huir de los éxitos. Suelo huir de las novedades. Suelo huir de los libros que veo por todas partes. A veces hago excepciones y puedo acertar o todo lo contrario. ¿Qué me ha ocurrido en este caso?
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Aleksy se abre en canal y echa la vista atrás. Saca al exterior todos esos recuerdos que le hacen daño. Rememora ese último verano que pasó en compañía de su madre, esa persona a la que tanto llegó a odiar. Esa persona contra la que volcaba toda su frustración, rabia e impotencia. Esa persona a la que vio con otros ojos tras ese verano y a la que ahora recuerda de otra manera. ¿El tiempo lo cura todo o el tiempo te regala otra perspectiva? ¿La madurez influye de alguna forma?
Aleksy se abre en canal y hace un viaje de amor y odio, de ausencia y presencia. Hace un viaje por la evolución de la relación con su madre y de los sentimientos de ambos. Página tras página te encuentras emoción, crudeza y desesperación. Página tras página te encuentras lecciones y belleza.
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No me ha resultado complicado ponerme en la piel de Aleksy. He echado la vista atrás y a mi mente ha acudido también un verano de mi pasado. No me ha resultado complicado ponerme en la piel de su madre, ahora mismo veo las cosas de otra manera. No solamente por ser madre si no porque con el paso del tiempo, al echar la vista atrás se ven las cosas de otra forma. Eso hace que tengas sentimientos contradictorios y a veces el arrepentimiento, la nostalgia y la tristeza son los que tienen mas peso.
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He sufrido por esa relación, por el odio, por la necesidad de recuperar el tiempo perdido. He sufrido la falta de cariño y la necesidad de un perdón. He sufrido porque acudieron a mi recuerdos que tenía ya muy enterrados. He sufrido porque me ha hecho pensar en mi pasado. He sufrido porque Tatiana me ha llegado muy hondo, me ha desgarrado y también me ha enamorado.
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"Aquella mañana en que la odiaba más que nunca, mi madre cumplió treinta y nueve años".

Así empieza 📖 "El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes", escrito, de manera impecable por Tatiana Tibuleac

Un relato duro y cruel, sobre las relaciones familiares, el cáncer, la muerte, las malas decisiones... Y también sobre el perdón.

Aleksy escribe sobre el verano que pasó con su madre en un pueblo francés. Sin filtros ni edulcorantes. Con la rabia, el odio y el dolor muy presentes.

Una lectura que engancha desde la primera frase, que duele y sorprende.

Libro del año de los que he leído. Sorprende, enfada a ratos, tierno.... Altamente recomendable.

La idealización de las relaciones con nuestros padres es la culpable del choque brutal que supone esta historia, toda crudeza. Es directa y simple, totalmente verosímil y aplicable a cualquier familia desestructurada. Su estructura te mantiene con interés por los acontecimientos hasta el final del libro.

Empecé a leer este libro cuando comenzaba la crisis por el coronavirus en Madrid, ciudad en la que vivo, y se empezaba a vislumbrar en lo que podía llegar a convertirse todo esto. No he leído este libro en el mejor momento, no tenía la cabeza centrada y me costaba concentrarme en cualquier cosa. Quizás demasiadas metáforas para unas neuronas embotadas. Una pena porque el libro prometía mucho.

El comienzo de la novela es un poco bestia y al menos a mí me hizo posicionarme al lado de esa madre que parece ser que tantos defectos tiene para su hijo.

Poco a poco, a través de lo que nos cuenta Alesky ya que la historia está contada en primera persona, tenemos que conocer y entender al resto de personajes del libro, ¿ qué ha ocurrido para que madre e hijo tengan esa relación?, ¿quién lleva razón?, ¿es que alguno la lleva totalmente?...

La historia que nos cuentan en este libro es la relación difícil que existe entre un hijo y su madre, incluso con sentimientos de odio y menosprecio, para acabar, como casi todo en la vida, mutando hacía otros sentimientos, más calmados, más serenos, más empáticos.

Recomiendo su lectura, pero una lectura calmada, de esas de leer con una infusión o un café bien caliente. El libro se lo merece. Es una pena que haya llegado a mis manos en un momento tan complicado.
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La verdad es que escribir esta reseña es complicado. No sé qué quiero decir, ni cómo. No sé nada. Solo sé que esta novela me ha atrapado y fascinado a partes iguales, que me ha hecho sufrir mientras me hacía seguir leyendo y que cuando se acercaba el final necesitaba saberlo pero no quería conocerlo.
Escrita en primera persona, al principio es bastante confusa y no sabes bien de qué va a ir, ni cómo se van a desarrollar los acontecimientos, pero según vamos avanzando todo se va volviendo más duro y difícil de superar.
Aparecen varios personajes, pero los importantes son Aleksy y su madre, de la que no sabemos el nombre. Los dos forman una familia, junto con la abuela que se queda en Inglaterra mientras ellos se van a Francia. Sabemos, por lo que nos cuenta Aleksy, que antes estaban Mika y papá, pero ahora ya no, y parte de la magia viene por ir descubriendo qué pasó con ellos, aunque de Mika se habla mucho pero se profundiza poco. También aparece Moira, que no es más que una sombra.

Si tuviera que hablar de los temas de la novela diría que son el amor, la muerte, el rencor y la vida en un extraño cóctel que hace que cuando lo acabes estés desorientado y no sepas a dónde ir o qué hacer a continuación. En definitiva, esta es una lectura que me ha sorprendido para bien y que me ha fascinado a partes iguales. La verdad es que espero poder leer a la autora más y pronto porque este libro acaba de convertirse en uno de mis imprescindibles de este año.

Valoración: 8/10
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Tras leer este libro en unas horas, llegué a la conclusión de que era casi imposible plasmar en simples letras lo que me ha hecho sentir en distintas fases: rechazo,rabia,desamparo,coraje,emoción,esperanza,tristeza,compasión..y podría continuar.

No soy madre,pero sí hija y,a priori,tengo que decir que no pude sentirme identificada,al menos en la primera mitad del libro..de hecho me costó leer la crudeza de muchas palabras.

Conforme avancé en la lectura,empecé a comprender el porqué de la actitud del protagonista,del castigo continuo hacia su madre,el origen de sus sentimientos y esa forma de destruirse a sí mismo,arrasando con todo.
El transcurso de la historia es puro sentimiento basado en dos vidas complicadas y nos muestra gradualmente el cambio que atraviesa el chico,desde el odio y el rencor..pasando por el desconcierto,hasta “rendirse” para llegar al perdón.

No había leído nada de la autora y,la verdad,me ha removido de arriba a abajo con una acidez y dureza extremas...pero también me ha hecho reflexionar y valorar,me ha dejado dándole vueltas y no tengo ninguna duda de que va a seguir sucediéndome durante un buen tiempo.
En definitiva: un gran libro que,ante todo,no deja indiferente.
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