El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes

¡Hola hola! 🌻

Empezamos febrero con un libro del que no se para de hablar y que me ha dejado con un encogimiento de hombres bastante grande. Y no es que sea insensible, al contrario, soy una persona que siente mucho.

Sin embargo, este libro no es la idea con la que yo iba: El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes, de Tatiana Tìbuleac.

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Alesky es un joven que nunca ha tenido una buena relación con su madre. de su padre maltratador ya ni hablemos. A parte, su hermana, a quien adoraba, ya no está y lo único que le queda es una vacío que llena con pastillas.

Alesky se convertirá en un pintor famoso y la ausencia de las personas que menos se pensaba que extrañaría, harán que rememore como parte de una terapia el último verano que pasó con su madre.
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Lo vendían como lacrimógeno. Yo no lo percibí así. A mi me dejó una situación de pena y de incomodidad con la situación del protagonista a quien la vida se le quedó estancada en un limbo.

Le faltan partes, me pareció una historia incompleta en la que tienes que imaginarte tú lo que pasa y no te lo explica, entendiendo menos a sus personajes.

Aún así es un libro con frases memorables y a la que las reflexiones sobre el avance de la enfermedad calan hondo.

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Novela de Tatiana Tîbuleac, escritora, periodista y traductora moldava-rumana.
Publicado por Editorial Impedimenta en 2016, Tatiana remueve nuestras tripas con este relato incómodo que te atrapa desde el principio y que va evolucionando a la vez que el personaje principal.
Trata temas incómodos como los trastornos psiquiátricos, la enfermedad, el odio, la muerte..., pero desde un punto de vista poético.
Los principales personajes evolucionan juntos durante un verano inesperado pero perfectamente planificado por parte de uno de ellos, que se convierte en una despedida y en una explicación de toda una vida incomprendida por la otra parte.
Contado en primera persona por Alesky ya adulto y con una vida trazada, cuenta sus sentimientos y carencias de su infancia y juventud.
Relato duro que deja al lector reflexionando sobre los silencios de la vida que dan lugar a malas interpretaciones donde el amor nunca se fue.

Después de oír hablar maravillas de este libro, iba con las expectativas muy altas y, aunque me ha gustado y me ha atrapado, tampoco ha sido “para tanto”.
Novela íntima, en primera persona, como un diario, sencilla de leer y muy breve, en una tarde o dos la lees. Buena narrativa/traducción. Cruel al principio, dolorosa y pesimista, final abrupto. Un verano en un pueblo de Francia que quedará en el recuerdo del protagonista, cuya vida, en ciertos aspectos, no ha sido mejor que aquellos meses junto a su madre moribunda, y también en el de los lectores, pues la manera de narrar de la autora parece tan real, que se asemeja más a una biografía que a una ficción.

Suele pasarme a menudo que cuando leo un libro que tiene muy buenas críticas, a mí me deja un poco fría, a pesar de ser una gran obra (las malditas expectativas). Pero no puedo dejar de decir que este libro, que he leído en @lecturasconjuntas de @dimeunlibro merece mucho la pena.
Me ha parecido una lectura un tanto atípica que ya desde la primera frase me ha intrigado tanto como me ha sorprendido; un comienzo quizá un tanto desagradable pero que sabe tocar la tecla perfecta que crea la necesidad de saber más.
Se trata de una historia desgarradora, dura, tan carnal y terrenal que en ocasiones duele incluso leerla; la relación de amor-odio de una madre y su hijo cuyas circunstancias les han obligado a tener una relación filial muy alejada de lo que se consideraría normal. La forma de narrar de la autora, su prosa, su capacidad para exponer cada situación, cada sentimiento, cómo otorga la máxima naturalidad a pensamientos y hechos que podríamos considerar aberrantes, cómo consigue que nos metamos en la piel de los personajes hasta el punto de poder sentir lo que ellos sienten... me ha parecido extraordinaria.
Me da mucha rabia haberlo leído esperando alcanzar el éxtasis de otros lectores, pues estoy segura de que si lo hubiera leído a ciegas me hubiera removido las entrañas aún más. Aún así es un libro que merece infinitamente la pena, una lectura de esas “disfrutonas” que te dejan pegada al papel (o la pantalla) y que cuando la terminas deja un poso difícil de olvidar.

Esta novela y la editorial los conocí hace unos años en un evento que aunaba una cata de vinos D.O. Rioja, maridada con productos riojanos y amenizado con Impedimenta y sus libros.

La leí el verano pasado cogiendo el libro en la biblioteca @bibliotecadelarioja y no la reseñé entonces porque estaba bloqueada.
A pesar del tiempo transcurrido no he olvidado su historia y lo que me produjo leerla.
Tengo sentimientos encontrados porque ¿se puede escribir de una forma sutil y delicada, rozando la poesía en muchas de sus frases una historia tan dura? Sí, se puede. La autora lo consigue con creces.

Dolor, rabia, ira, compasión, cariño, duelo, perdón, esperanza.
No puedo resumirlo de otra forma, no puedo decir nada más que la leas y me digas si he conseguido transmitirlo sin contar nada.

¿La habéis leído?
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Por cierto, me encanta cómo edita Impedimenta todos sus libros. Siempre me entran por los ojos y después, por el corazón.

• No estoy acostumbrada a este tipo de narrativa tan intimista. A ver si me aclaro a dar mi opinión que, tras muchos días de digerir la lectura, es positiva.

• Es una historia que explora la relación materno filial.
En el comienzo de la novela Aleksy odia a su madre y habla de ella con una rabia y un odio que me impactó mucho, tanto que dudé en seguir leyendo. Pero continué, y menos mal.
La novela en sí trata sobre cómo evoluciona esta relación entre madre e hijo. Cómo Aleksy pasa de odiar a su madre y sus ojos oscuros a conocerla realmente y disfrutar de ese verano en que su madre tuvo los ojos verdes.
Habla sobre rabia, odio, no sentirse comprendido, la soledad... Pero también habla sobre la reconciliación, el amor por las madres y los hijos, los recuerdos, el arte, la muerte, la comprensión.

• Toca el palo duro de la enfermedad mental. Este tema me atrae tanto como me abruma. Y aunque la narración en muchas ocasiones es cruel, destila rabia y es demasiado directa (a la yugular) creo que ha sabido plasmar este tema bastante bien.

• Para mí ha sido una de esas historias que tengo que dejar reposar unos días y pensar en ella de forma renovada. Y mi conclusión es que sigo pensando en esta historia, sigo extrapolando la relación entre ellos a la mía con mi propia madre. Sigo sintiendo esa ternura que me produjo la historia, ese vuelco en el pecho. Porque los libros son más que palabras, y cuando te calan hondo y te sientes identificada en algunos aspectos, es difícil salir ilesa de ahí.

• El único "pero" es que se me ha hecho corto (tiene menos de 300 pg) y hubiera preferido escenas más desarrolladas. Aún así, 100% recomendada, a pesar de que no sea una historia para todo el mundo.
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Fruto de la recomendación de su psiquiatra, Alesky nos cuentan de primera mano como fue aquel último verano que él y su madre pasaron juntos. Él padece un grave trastorno psiquiátrico y ella estaba en el último estadio de un cáncer muy agresivo.


Alesky nos habla de una infancia y adolescencia muy difíciles con momentos de mucho sufrimiento de los que surge la hostilidad que le inspira su madre.


Sin embargo, ese verano le serviría para descubrir que ese odio, en realidad, ha sido fruto una mentalidad infantil que no le permitió ver más allá de su particular punto de vista. 


En ese tiempo compartido conocería, por fin,a la mujer que fue su madre y será el momento de compartir secretos y pedir perdón.


Un verano de reconciliación, emotivo, crudo e inolvidable, que cambiaría drásticamente la vida de Alesky.

Preciosa novela.

Cuando empecé a leer este libro solo sabía de él que había sido recomendadísimo desde diversas cuentas de redes sociales, pero intenté no dejarme llevar por el temido "hype". Lo primero que me llamó la atención es la voz tan cruel y antisocial del narrador, un adolescente que acaba de terminar el curso y habla de su madre y de todo lo que le rodea con un desprecio tan grande que me hizo recordar a Holden de "El guardián entre el centeno". Sin embargo, con el paso de las páginas, y a la par que la historia se va haciendo más triste, el tono hostil se va suavizando, dando paso a un deje más poético, reflexivo, duro por momentos, pero es otra clase de dureza, una que tiene más que ver con la resignación y la melancolía. Y es todo esto lo que hace única la lectura. Una de mis mejores de este año, sin duda.

El verano en que mi madre tuvo los ojos verdes es un libro diferente, incómodo y lleno de rabia, rencor, amor y dolor. Que narra con crudeza una historia dura y conmovedora, que habla de la perdida, el dolor, las relaciones maternofiliales, la enfermedad, el perdón, el amor, la muerte.

El protagonista y narrador es Aleksy, un joven con problemas mentales que siente un gran rechazo por su madre, con la que pasará un último verano en un pueblo francés. Un verano de reconciliación y perdón, que lo cambiará todo entre ellos, ya que hará que madre e hijo se conozcan más y estrechen lazos.

La historia se centra principalmente en esos intensos meses de verano en los que su relación se transformó totalmente. Pero el protagonista también contará algún detalle de su vida actual y recordará hechos (tanto anteriores como posteriores a ese verano) que han marcado su vida. Lo que nos permitirá conocer y entender un poco más a Aleksy y descubrir todo lo que ha sufrio a lo largo de su vida.

Y es que estamos ante un libro duro, que duele y conmueve. de esos que, te guste más o te guste menos, no te dejará indiferente.
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Qué se nos ocurre cuando pensamos en el título del libro. Madres, maternidad, amor incondicional. Un hijo o una hija que presencia la cuestión de los ojos verdes en un verano en particular. Por qué. La complicidad que habría, que esperamos que haya, entre madres e hijos. Tal vez, una reconciliación. Hasta leer, uno no sabe.

"El Verano en que mi Madre tuvo los Ojos Verdes" de Tatiana Tibuleac es, al fin y al cabo, una novela que explora la maternidad, la familia y los procesos de duelo que atravesamos. En ella, Aleksy nos cuenta episodios de su adolescencia y un memorable verano que le tocó vivir con su madre en un pequeño pueblo de Francia. Con paisajes únicos tanto de naturaleza como de palabras, recorremos esta historia entrañable llevados por la vulnerabilidad y la sensibilidad humana.

La prosa de la autora es sencillamente impecable. En un tono realista, honesto y pictórico, Tibuleac nos transporta a una realidad ajena y a una circunstancia difícil que se atraviesa con calma y una sonrisa. Además, este recorrido también muestra, en primer lugar, el juicio de los demás hacia el proceso de duelo para luego transformarse en una perspectiva empática y de amor.

Qué pensamos cuando pensamos en madres. En que tanto madres como hijos, hijas, somos todos seres humanos que hacemos lo mejor que podemos.
Que también hay una parte del otro en nosotros mismos.