Comienza la temporada
Nos acercamos una vez más a los grandes salones de Londres para disfrutar de una nueva temporada de bailes y emparejamientos sensacionalistas. En este caso, el diamante de la temporada es la joven Edwina Sheffield, una muchacha con pocos recursos, pero una belleza arrebatadora. Eso sí, quien quiera conseguirla, tendrá que pasar por la censura de su hermana mayor, Kate. Como otra novedad, parece que Anthony Bridgerton, mujeriego sin remedio, ha decidido sentar la cabeza. ¿Tendrán que temblar las hermanas Sheffield?
Pues sí, la verdad, ya que en este segundo tomo de saga de los Bridgerton será Anthony quien protagonice nuestros suspiros… y ojos en blanco. El heredero del vizcondado ha decidido que tiene que sentar cabeza, su motivación la conoceremos desde el principio y nos deparará momentos que desde luego nos sacaran una sonrisa, pero también algún gruñido de desesperación.
En el otro polo, encontraremos a las hermanas Sheffield, especialmente a Kate, una muchacha de veintiuno que no ha podido presentarse antes en sociedad. Con esta etiqueta de solterona y exigente más o menos podemos tener la trama de esta novela romántica hecha y, sin embargo, una vez más nuestra autora hace que la devoremos con avidez y con ganas de saber qué pasa, aunque ya nos lo imaginemos.
Nudos y motivos
Lo que más me gusta, en general, de esta autora es que nos lo da todo servido. Sus novelas se me parecen un poco a ver un menú y después degustarlo, claro que sabemos qué vamos a leer, pero lo que nos llama la atención es cómo lo ejecuta, como lo resuelve.
Frente al primero, que también me gustó, pero le saqué alguna cosilla negativa, aquí poca cosa mala puedo decir de la historia. La obra nos plantea a dos adultos que por uno u otro motivo tienen que asentarse ya y eso para la época implica el matrimonio e hijos. Sin embargo, en ambos casos encontraremos dificultades para cumplir este cometido, aunque no sean todas de tipo físico y residan más en las metes de nuestros protagonistas.
Estas dificultades serán el punto de humor de la obra, ya que a grandes rasgos nos pueden parece más o menos livianas, más o menos salvables. Sin embargo, la autora no ha querido que tengamos a unos personajes tan superficiales, así que más allá de ese primer impedimento, encontraremos una profundidad psicológica que nos lleva a preguntarnos en este caso qué es lo que se espera de nosotros y qué es lo que nosotros esperamos de nosotros mismos.
Letras y pinceladas
Para poder desarrollar todas estas ideas y a estos dos personajes que son más profundos de lo que pensábamos, la autora empleará como recurso cómico, aparte de los enredos y malentendidos que tan bien le vienen al género, diálogos altamente mordaces, subidos de tono y hasta cierto punto crueles. Y no gustarán de ellos solo los protagonistas, la sociedad londinense en este segundo tomo será más mordaz, estará más ansiosa de cotilleos que nunca.
Además de nuestros personajes «habituales» como son las Featherington, encontraremos nuevos dragones en esta historia, como Cressida Cowper, y unas carabinas muy particulares, como puede ser Newton. Además, podremos seguir disfrutando de la lengua viperina y la sonrisa resplandeciente de Violet Bridgerton, la mujer que más vela por sus hijos del mundo.
Sacando detalles
Como os decía, a esta obre, frente a la primera entrega, poca cosa negativa le puedo sacar. Aquello que no me ha gustado es porque, personalmente, me desespera, pero no porque lo vea como algo negativo. Ese algo es Anthony Bridgerton.
En muchas ocasiones el mayor de la familia me ha sacado de quicio más que a los propios personajes: su manera de disimular, de continuar con una farsa que ya no se sostiene y sus decisiones completamente arbitrarias, aunque en algún modo justificadas, han hecho que resople, le insulte y pensara que me apetecía más un libro sobre Colin. Porque, por cierto, este hermanito Bridgerton también la lía en esta obra, un poco.
A por el tercero
Pero más allá de todo esto, la obra me ha gustado más que su primera entrega. Aunque el amor aquí desarrollado no sea tan ideal como el de Dafne y el duque, por lo menos lo he recibido así, me parece que todo lo que sucede es mucho más auténtico. Los miedos, los traumas, el orgullo del malo (y algo del bueno) y unas situaciones bastante complejas, todo esto nos lleva a adentrarnos en una narración más ácida, más mordaz que el primero, pero sin perder el toque de humor, sencillez y lenguaje directo que caracteriza a la autora.
Os lo recomiendo encarecidamente, la saga no hace nada más que mejorar y estoy deseando ponerme ya con el siguiente hermano. Espero que os guste.
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