La idea de quedarme quieto, estático, mientras el mundo giraba me aterraba. |
La idea de quedarme quieto, estático, mientras el mundo giraba me aterraba. |
¿Por qué las personas nos sentimos tan perdidas? ¿Por qué tenemos la sensación de que debemos encontrar un propósito, una meta, siempre algo «más»? Creo…, creo que me he dado cuenta de una cosa. Creo que empiezo a ser consciente de que llevo mucho tiempo caminando en círculos, corriendo detrás de algo. Y quizá ya sepa qué es ese «algo». Soy yo mismo, Ginger. Así que llevo años dentro de un bucle, dando vueltas, pensando demasiado, viviendo a medias cuando creía que estaba haciendo justo lo contrario.
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También intentaba no pensar en otras cosas más. Como en esa sensación de estar quedándome atrás. De perderme entre las sombras cuando los demás conseguían encontrar la luz en algún momento. Pensaba en raíces que no existían. En anclas desconocidas. En que cada vez tenía más contactos en el teléfono móvil, pero eran casi proporcionales a la soledad que me abrazaba. |
Tienes una parte del zorro, la lealtad. Y algo del protagonista, la capacidad de mirarte hacia dentro y escuchar a los demás. Y del Principito, ese niño interior al que no has abandonado. Hasta de la rosa, con tu orgullo intacto. Además, eres la única persona que conozco que sería feliz viviendo en un asteroide solitario.
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Creo que eso es lo que hacemos a veces las personas. Nos convencemos de que queremos ser de una manera que en el fondo no nos nace, no deseamos, no nos llena, no nos sacude. Pero da igual. Estamos empeñados en ello. Y lo forzamos. Y aguantamos. Y pasan los años. Y empiezas una y otra y otra carrera. Y te convences de que puedes ser feliz si todos los demás también lo son (o aparentan serlo). Pero ¿sabes qué? No es verdad. Un día cualquiera lo entendí. Entendí que tenía solo una vida y que no quería tirarla a la basura. Entendí que había llegado el momento de cambiar las cosas. |
¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti? Que me dejaste verte desde el principio, sin pedir nada a cambio, sin esconderte. Me hiciste tener ganas de imitarte, de darte… cosas. No sé por qué me cuesta tanto hablar de mí mismo. No soy nadie especial. No he tenido una vida traumática. No hay nada que me diferencie de ti, y, sin embargo, míranos. Yo consumiendo las horas escribiendo y borrando y volviendo a escribir… Tú, seguramente, aporreando el teclado siempre sin pensar.
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(…) empecé a darme cuenta de que había algo que no estaba bien en mí, de que me gustaba estar con la gente y al mismo tiempo me agobiaba y necesitaba la soledad, de que abrirme era como vaciarme, y el vacío me da un miedo de cojones.
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¿Puedes enamorarte de alguien en unas horas? ¿Puedes olvidarlo después al cabo de otras tantas? |
Creo en instantes. Creo que puedes enamorarte muchas veces a lo largo de la vida; de la misma persona, de otras distintas, de ti mismo o sólo de momentos.
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Y la luna iluminaba entre sombras, redonda. La luna que siempre me recordaba a ella. |
Manolito ...