Si al hablar de los cuidados que la prodigará mi amor, despierto en vuestra alma el recuerdo del hogar donde tanto se lamentó vuestra ausencia... ¡llorad!
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Si al hablar de los cuidados que la prodigará mi amor, despierto en vuestra alma el recuerdo del hogar donde tanto se lamentó vuestra ausencia... ¡llorad!
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¿Cuánto se necesita para formar una tormenta? [...] —Di al viento y a las llamas dónde parar, pero no a mí.
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Otras tinieblas no menos densas habrían de envolverlas algún otro día, cuando aquellas campanas, que entregaban su voz al viento en sus jaulas aéreas, se transformasen en cañones atronadores y el redoble del tambor ahogase los gritos y lamentos; cuando aquellas mujeres, tan envueltas en sombra que ni siquiera sentadas alrededor de un armazón aún sin construir haciendo punto y más punto, y cortando las cabezas que cortaría el verdugo
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Soñaban con banquetes, como sueñan con frecuencia los que se mueren de hambre, y con el reposo y el bienestar cómo deben de solar el esclavo y el buey abrumados bajo el peso del yugo; al menos durante su sueño eran libres y estaban saciados, olvidando el hambre y el collar de su miseria
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Cuanto más me acerco al fin, más próximo estoy al principio. Ésta es una de las cosas que a mi edad hacen más fácil y suave el camino; mi corazón se conmueve con una multitud de recuerdos que en otro tiempo dormían; evoco en mi memoria el hermoso rostro de mi madre, que tan vieja sería ahora, la veo en su juventud y, con los pensamientos que despierta, me encuentro en los días en que las realidades de lo que llaman mundo no existían para mí y mis defectos eran solo germinales.
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Aquel hombre dotado de facultades intelectuales sólidas y brillantes, lleno de sentimientos generosos y susceptible de emociones vivas y oirás, pero incapaz de dirigir su talento, de bastarse a sí mismo o de hacer nada por su propia felicidad, y que lloraba su existencia perdida, la existencia que entregaba como pasto a los demás
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Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación.
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Mi marido ha muerto de miseria como tantos otros ... ¡Muere tanta gente de miseria! ¡Y tantos más van a morir!
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Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, era la edad de la sabiduría, era la edad de la insensatez, era la época de la creencia, era la época de la incredulidad, era la estación de la luz, era la estación de la oscuridad, era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperación.
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Habéis sido el último sueño de mi alma.
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Su trama cuenta la historia de un hombre avaro y egoísta llamado: