Historia de dos ciudades

No vertió la madre lágrimas de desesperación viendo cómo el espíritu que le había sido confiado escapaba de sus brazos. Dejadlo que parta a ver la faz del Señor

¡Deseo en otro tiempo con tanto afán dedicarse a esa ocupación manual y sintió tan vivo alborozo cuando se la concedieron! Fue para él un gran consuelo, porque sustituyó en un principio la incertidumbre de la mano por las vacilaciones de su espíritu, y después, cuando fue más diestro, la satisfacción del buen éxito por el tormento moral

¡Terrible y esforzada mujer! Su entusiasmo admira y aterra al mismo tiempo

El destino - observó madame Defarge con su calma habitual - conducirá al marido de Lucie Manette a donde debe venir, y le impondrá la muerte que merece

Antes de dos horas los insondables hábitos, los viles compañeros que desprecio y que me arrastran, me harán menos digno de vuestra piedad que el miserable que cae en el arroyo

Suponiendo, que hubieseis correspondido al amor del hombre que está en vuestra presencia, a pesar de la felicidad que le hubieseis dado, este hombre perdido, este miserable abandonado de sí mismo únicamente os habría dado a cambio el pesar y la deshonra

La gente creía que no tenían en la Banca Tellsone otro empleo que el de inclinarse sin cesar desde la llegada del primer cliente hasta la salida del último

Vives muy mal aunque trabajas mucho; el día menos pensado se habrán agotado tus fuerzas, vendrán las enfermedades y caerás en la miseria

Amo a vuestra hija con un cariño tan respetuoso como ardiente, y si algún corazón ha latido a impulso de un amor profundo y leal, dudo de que pueda compararse con el mío

Se veían ahí oficiales que carecían de nociones militares, marinos que no siquiera sabían lo que era un navío, administradores que ignoraban las leyes de la administración y sacerdotes cínicos, mundanos del peor de los mundos, con ojos sensuales, lenguas sueltas y vidas más sueltas aún