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En estos relatos podemos apreciar el germen de muchas de sus grandes novelas, de muchos de sus grandes personajes. Y es que ya empieza a destacar Delibes por el mimo, por el cariño, por el cuidado que tiene a la hora de crear y describir a sus protagonistas. Unos personajes perfectamente definidos, perfectamente perfilados, y, sobre todo, muy humanos. Y en estos relatos encontramos el estilo que ha caracterizado toda la obra de Delibes: sencillez. Siempre usa Delibes un lenguaje perfectamente asequible, lo que no quiere decir pobre. Su dominio del lenguaje, su maestría narrando y plasmando diálogos, se refleja en todos y cada uno de los relatos que componen este libro. Compuesto por nueve relatos, el primero es el que le da título al libro, La mortaja. Con un protagonista, el Senderines, que nos recuerda mucho a Mochuelo, de El camino. Delibes nos muestra en este relato los temas que se van a convertir en una constante en su obra: la naturaleza, la infancia y la muerte. El Senderines tiene que enfrentarse a la muerte por sorpresa de su padre, el único familiar que le queda. Y se encontrará solo, sin más nadie. Saldrá a buscar ayuda en el pueblo, pero nadie acudirá. Y sentirá temor por tener que velar el cuerpo de su padre, solo, toda la noche. Finalmente un hombre vendrá, aunque movido por el interés. Pondrá precio a su compañía y ayuda esa noche. Y en esa noche, Senderines crecerá. Dejará de ser un niño para pasar al mundo adulto. La soledad, el rechazo de los demás, la muerte... Todo hará que crezca rápidamente. Imposible no sentir pena por este niño desvalido, que se encuentra solo en un momento tan dramático y que es capaz de darlo todo por evitar esa soledad que tanto teme. El segundo relato, El amor propio de Juanito Osuna, se centra en el tema de la caza para hablarnos de uno de los grandes pecados del hombre: la envidia. Con ironía nos habla Delibes de la competición que se establece entre dos cazadores por ser quien más piezas se lleve en cada cacería. Intentando siempre fingir que no les importa las piezas que el otro consiga, pero siempre atentos. En Patio de vecindad nos encontramos con un profesor jubilado. Un hombre tímido en el contacto directo, pero capaz de comunicarse relajadamente a través de las ondas, como radioaficionado. Y así empezará un día una relación especial con una viuda de Valladolid que vive en Cuba. Y a partir de ese momento, siempre se encontrarán a la misma hora, todos los días, sin faltar ninguno. Hasta que ella falta a su cita... El sol es, por su estructura, uno de los relatos más peculiares de todo el libro. Aquí el autor nos muestra las claras diferencias entre la clase obrera y la clase burguesa. Y lo hace narrando dos escenas diferentes, aunque comparte situaciones parecidas y hasta los personajes de las dos escenas comparten nombres. Y si en la primera escena aparece una mujer que no desea que el sol se note en su piel y se tapa con un pañuelo, para que no delate su condición de mujer trabajadora; en la segunda, la mujer protagonista, perteneciente a la clase ociosa, está deseando conseguir ese moreno que queda "sencillamente genial". A estos relatos le siguen La fe, un relato que rebosa cariño y amor familiar y donde la religión está presente; El conejo, donde somos testigos de la reacción de unos niños ante la muerte (infancia y muerte vuelven a estar muy unidas); La perra, donde Delibes vuelve a uno de sus temas favoritos, la caza, y nos deja una escena final tristísima; o Las visiones, que nos recuerda mucho al monólogo de Cinco horas con Mario. Sobresale Navidad sin ambiente en estos últimos relatos. Nos sitúa Delibes en una cena navideña. Pero donde debería haber alegría, solo hay tristeza. El fallecimiento de la madre está aún reciente y todas las conversaciones, todos los gestos revelan cuánto la echan de menos. No consiguen el ambiente de otros años y se echan la culpa unos a otros, cuando la causa no es otra que el dolor que aún sienten por la ausencia de la madre. No sé si soy objetiva con este autor, porque hasta ahora todo lo que he leído de él me ha gustado. Me gusta su forma de contar historias, natural, sin grandes artificios. Me gustan sus historias, sencillas, cercanas. Tengo debilidad por sus personajes, que siempre consiguen emocionarme. Y todo esto lo he vuelto a encontrar en este libro de relatos. Así que los he disfrutado muchísimo. Si os gusta el autor, os recomiendo este libro. Y si aún no os habéis estrenado con él, es un buen libro para empezar a conocerle. Enlace: http://mislecturasymascosita.. + Leer más |
“¿Qué mundo heredarán nuestros hijos?” es el subtítulo del libro La Tierra herida, una charla sobre la amenaza del colapso ecológico entre el escritor Miguel Delibes y su hijo, el biólogo Miguel Delibes de Castro, publicado en 2005. En aquel libro el padre, ya anciano, apremiaba al científico en plenitud para que le diera respuestas concretas sobre cómo arreglar el destrozo que se estaba cometiendo en el planeta.
Casi 20 años después, cuando catástrofes como una pandemia o una guerra cercana alertan de que el colapso planetario puede ser más que una simple amenaza, Miguel Delibes de Castro se reformula la pregunta. Para este científico, la demanda humana de recursos y la producción de residuos excede la capacidad de la Biosfera para producir los unos y depurar los otros. Es insostenible aspirar a vivir todos como los que mejor viven. Por eso se precisa una justicia económica global para salvar la naturaleza. Es decir, la sostenibilidad ambiental debe ir a la par de la sostenibilidad social. Mientras sigan creciendo globalmente la población y el consumo habrá daño al medio ambiente y peligrarán las especies animales, habrá pérdida de bosques y biodiversidad y crecerán el calentamiento global y la hiperfertilización de la tierra y de los océanos.
En el tiempo transcurrido desde la publicación de la Tierra herida, la inquietud por el medio ambiente ha crecido. Se han llevado a cabo políticas ecológicas y sostenibles generalizadas y se han producido pequeños avances -los ríos europeos están más limpios, hay más parques naturales y más especies, como el lince y la nutria, que han mejorado su situación-. Sin embargo, Delibes de Castro asegura que a escala global la situación ha empeorado. Tomar consciencia es un primer paso, pero las pequeñas mejoras locales solo son tiritas en una Tierra herida en su totalidad.
Miguel Delibes de Castro visita La Térmica para advertir de que solo se podrá evitar el colapso del planeta alumbrando una gobernanza global, que haga hincapié en cambiar la manera de vivir y repartir mejor lo que es de todos. Hacen falta economistas que orienten hacia la economía del no crecimiento y políticos que ayuden a mejorar el nivel de vida de los que menos tienen. de no hacerlo por las buenas, serán las catástrofes venidas y por venir las que obligarán a ir por ese camino.
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