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Críticas sobre El camino (28)
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MarioG17
 11 February 2020
El camino, de Miguel Delibes, es un libro que había sido de mi madre. de hecho, tiene la parte interior de la portada y de la contraportada llena de letras de canciones de la época que ella transcribía de su puño y letra. Dentro del libro he encontrado un mini calendario de 1986 y un papelito donde mi madre guardó el número de teléfono fijo de un familiar lejano. Con todo este contexto comencé a leer este libro que tantos recuerdos me trae aunque no me haya pertenecido a mí directamente.
Esta novela está protagonizada por Daniel, el Mochuelo, un chico que vive en un pueblo español y que, al cumplir los once años, se va por voluntad de su padre a la ciudad a estudiar el bachillerato. La novela comienza con Daniel acostado en su cama, en la que será la última noche que duerma en su pueblo. El resto de la novela es esa noche. Y el último capítulo ya es de día, cuando Daniel se ha dado cuenta de que ha pasado toda la noche pensando en toda su vida en el pueblo y que no ha dormido nada el mismo día que se va a la ciudad.
Con una fuerte presencia de la vida rural, como en muchas obras de Delibes, Daniel va repasando su infancia en un pueblo que no fue ajeno a la Guerra Civil española, durante la cual se camuflaban en mitad del campo intentando eludir los bombardeos, se suceden las descripciones y la historia del pueblo y de sus habitantes, algunos con motes altisonantes como la Guindilla mayor, una cotilla de mucho cuidado que, al mismo tiempo, es la más devota cristiana del pueblo (Delibes para los motes también es un hacha, porque en Las ratas había un personaje parecido a la Guindilla mayor a la que llamó el Undécimo Mandamiento).
La novela se clausura con la entrada en la vida adulta del pequeño Daniel, que ha visto pasar por sus recuerdos aquellos días en que conoció a la Mica, una muchacha diez años mayor que él de la que se enamoró, o la Uca-uca, una chica de su edad que estaba loca por él y a la que despreció primero y apreció después, o a aquel vecino del pueblo que se marchó a trabajar a América y se hizo rico (el padre de la Mica), o el cura, que pierde ese sambenito de represión religiosa para encarnar la bondad humana (de hecho, el narrador siempre se refiere a él como “don José, que era un gran santo”). Aunque, todo hay que decirlo, la Guindilla mayor ejerce de embajadora de la moralidad religiosa imperante en la época y llega a preguntar al benévolo cura: “Padre, ¿es que se puede ser bueno sin creer en Dios?”.
Casi al final de la novela, Daniel rememorará la muerte accidental de uno de sus mejores amigos, si no el mejor, y empezará a ser consciente de la existencia de la muerte, de que todos acabarán muriendo, incluso él, o la Mica, o la Uca-uca, cuyas muertes parecen tan lejanas e improbables. Y esta escena me recordó a un párrafo de una entrevista que leí hoy mismo (estoy escribiendo esta reseña a principios de 2019 aunque se publique a finales de año, así que la entrevista es de estas fechas también). Una entrevista a Luisgé Martín en La Razón, donde el autor de El amor del revés dice: “A partir de una determinada edad, que en general suele ser la de la adolescencia, la de la pubertad, la de los 12, 13 años, es cuando uno empieza a tener consciencia de que las cosas se pierden y no se consiguen. Es cuando se descubre el amor por un lado y la muerte por otro”.
Me esperaba una novela del estilo de Las ratas, y en cierto sentido se le parece muchísimo, pero esta tiene un aura mágica que envuelve la historia e impregna enteramente esta historia a priori tan sencilla, pero tan espléndida. Toda la novela es el compendio de los recuerdos de Daniel, que dice adiós a su infancia en una noche inevitablemente emotiva para él. Delibes ha conseguido que se me coja un nudo en la garganta con esta oda a la infancia que también está tan llena de tristeza, de melancolía, de nostalgia. Desde luego, Delibes es de mis escritores favoritos desde que me deslumbró con Cinco horas con Mario. Y ahora ha vuelto a hacerlo, desde otro ángulo le ha marcado un gol olímpico a mis emociones. Gracias, don Miguel.
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cintiafr
 05 January 2022
Vaya sorpresón, vaya maravilla.

Me ha ALUCINADO la manera de escribir de Delibes, esa capacidad para utilizar la palabra precisa en cada momento; esa capacidad de describir y narrar y trasladarte a ese pueblecito de Cantabria, y presentarte a sus vecinos, a esos personajes tan peculiares, y, sobre todo, esa capacidad para que, en un par de páginas, cojas cariño al Mochuelo, el Tiñoso y el Moñigo.

Uno de los detalles que más me ha gustado es que la historia está teñida de la inocencia propia de un crío de once años, Daniel, el Mochuelo. A través de su punto de vista, se nos cuentan sus ocurrencias y las de sus amigos, las anécdotas del pueblo, etc., en el contexto de la posguerra.

Qué maravilla, de verdad.
Enlace: https://sinhintercalada.com/..
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LEMB
 21 December 2020
Publicado en 1950, está considerada la primera incursión del autor en el género literario de novela. Es una novela en la que se aúnan realismo social y novela de aprendizaje, y en la que se nos habla de la vida en una pequeña aldea castellana, en los años posteriores a la Guerra Civil. Se asocia esta historia con el pueblo de Cantabria donde pasaba los veranos Miguel Delibes (Cantabria formaba parte de Castilla hasta el año 1981, si no me equivoco).

¿Qué me he encontrado en El camino? Imaginaos un chiquillo de once años que ha pasado toda su vida en su aldea, en ese pequeño y limitado mundo, rodeado de la gente que conoce y del entorno donde se encuentra seguro. Ese niño se acuesta con miedo, sabiendo que al día siguiente su vida va a cambiar porque se va a ir a estudiar a la ciudad. Él no quiere, pero el afán de superación de su padre, que es quesero, le obliga a dar ese paso. Esta decisión ha condicionado su vida. Ese niño, nervioso, intenta dormir con la mente bullendo, llena a rebosar; piensa en lo que conoce, sus amigos, sus amoríos, las gentes del pueblo, su día, su mundo... y va dando un repaso a sus recuerdos y a su entorno, y ese repaso es el camino que le ha llevado a él, Daniel el Mochuelo, a encontrarse donde está. También podría determinarse que ese momento es el comienzo de su camino, el camino que tomará Daniel para conformar su vida.

Está escrito como reflexiones y recuerdos, y lo maravilloso de este texto es cómo percibe el niño todas esas reflexiones. El narrador, como buen observador y comprendiendo las limitaciones del Mochuelo, acompaña el texto con alguna que otra aclaración y algún que otro recuerdo que explique y amplifique lo que nuestro niño va pensando, y recordando.

Con esos pensamientos, se nos describe una época increíble, llena de vitalidad y aprendizaje, desde la humildad y sencillez de una vida en una pequeña y apartada aldea, que el mismo narrador llama vulgar y pequeña; una vida ya casi perdida y lejana, donde las prioridades eran otras, y donde cada habitante, con su apodo y su realidad, conforma un compendio de sabiduría rural y vital. Tiene el valor de mostrar tanto partiendo únicamente de ese miedo de Daniel el Mochuelo al cambio y a la pérdida de su existencia tal y como lo conoce.

En la historia se juega con dos planos temporales: el cercano, que es esa noche previa al viaje, y el lejano, o evocado, que confluye el groso del texto, y nos habla de la vida en ese microcosmos de Daniel, que es su aldea. Además, la novela tiene una estructura circular, ya que comienza en un momento y vuelve a él al final del capítulo XXI; y, entremedias, los recuerdos, las anécdotas y los personajes del pueblo. Capítulos cortos y muy ágiles, que se leen casi de un tirón, con un estilo narrativo muy sencillo y directo, muy popular, pero que no carece de un nivel de vocabulario interesante y locuaz, que hace ricas las descripciones, una parte esencial del texto.

Yo me quedo asombrada con la facilidad del autor para transmitir escribiendo; cómo consigue conformar personajes con dos frases y hacerlo de manera tan acertada. Tiene esa capacidad de hacer que lo sencillo sea tan increíble.

He notado una mezcla en el estilo narrativo entre el pensamiento de un niño de once años, cómo se expresa en el texto lo que él ha visto o recuerda, y una construcción adulta, que acompaña, porque detrás de esas palabras sencillas o de esas repeticiones está la mano de alguien que sabe por qué coloca cada coma, cada punto o cada repetición. Me ha parecido un texto que casi se recita mientras se lee. Creo que eso es una de las cosas que más me atrae de Delibes, esa sonoridad narrativa que he encontrado (¿existe esto o simplemente me lo he inventado?)

Está escrito en tercera persona; el narrador habla de lo que siente el Mochuelo, habla de lo que piensa el Mochuelo, cuenta lo que vivió el Mochuelo y recuerda, y, a todos los personajes que son nombrados en esta historia, los marca desde la visión del mismo Mochuelo, añadiendo aclaraciones para ampliar la comprensión. le toca al lector asimilar lo que lee y darle el valor adecuado, según la experiencia vital que tenga.

He tenido la sensación de que el pueblo era un personaje muy importante, por no decir el central. El protagonista es Daniel el Mochuelo, porque es a partir de quien cobra sentido lo que se está leyendo, pero, para mí, adquiere muchísima importancia el pueblo, la vida allí; con sus personajes, como algo real y cercano al lector. También físicamente, con su aislamiento (solo habla de la comunicación por el tren que llega de vez en cuando) y su vulgaridad, muy alejada del romanticismo de la ciudad.

¡Qué sencillo y qué complejo a la vez!¡Qué maravilloso poner a ese Mochuelo, que crece frente a nosotros, como caminante que busca su camino impuesto y no deseado! Llena de reflexiones sobre la vida y sobre nuestro papel en ella. No esperaba un trabajo tan increíble y variado de personajes que pasan, dejan su impronta en cierta manera, y siguen su propio camino, y todo con tan pocas palabras. En cierta manera, la mirada inocente de Daniel nos devuelve la creencia en una vida casi perdida, y nos lleva a leer sobre la soledad, sobre el amor, sobre la amistad, sobre la paternidad, sobre las decisiones, sobre la muerte, sobre la naturaleza, sobre hacer lo que se debe y lo que se quiere... un texto lleno de sabiduría.



Enlace: https://millibrosenmibibliot..
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queleelaprofe
 24 February 2024
207 páginas.
Año 1950.

Daniel, el Mochuelo, tiene ya 11 años y esta es la ultima noche que pasa en el pueblo antes de irse a la cuidad a "progresar".

Lejos de dormir, pasa la noche recordando a cada una de las personas que han compartido con él su infancia en el pueblo y cada una de las aventuras que ha vivido con sus inseparables amigos.

Roque, el Moñigo y Germán, el Tiñoso, son esos amigos con los que aprendes de la mano, descubriendo el mundo, la valentía, los secretos del ser humano y el amor.

Los demás habitantes son parte de un entramado maravilloso que se configura en los pueblos de toda España. Quién haya tenido pueblo sabrá a lo que me refiero.

Es una novela tan sencilla pero tan existencialista que no puede no emocionarte. En ella se mezclan la ironía, el humor, la tragedia y lo pícaro formando un libro atemporal y muy tierno.

En la historia se suceden varios tiempos. Por un lado está el presente, la noche previa a la partida de Daniel a la cuidad, y por otro lado está el pasado, presentado también con varios saltos y formado por los recuerdos y emociones de Daniel evocando su vida en el valle.

Puede parecer que es el propio Daniel, el mochuelo, el que nos narra la historia; sin embargo, el narrador es omnisciente y en tercera persona, pero desde el punto de vista de Daniel, nos reconstruye la historia del valle y sus habitantes.

Esta es una novela de personajes. Llegas a conocer a cada vecino del valle de una forma tan íntima que comprendes sus motivaciones, pensamientos y actos.

Así, doña Lola y doña Irene, las Guindillas, Paco, el herrero, don Moisés, el Peón, don José, el cura, que era un gran santo, Quino, el manco y su hija la Uca-uca, las Lepóridas, Gerardo, el Indiano y la Mica, Rita, la Tonta y todos los demás vecinos pasan a ser viejos conocidos con los que compartes todos sus secretos.

El camino es, para mí, un camino hacia el final de la inocencia.
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rebelionenloslibros
 29 January 2023
Primera lectura de este año. El camino de un chico y su pueblo nos será narrado por una tercera persona que conoce el pueblo y las vidas de sus gentes como si fuera el protagonista. El protagonista y sus amigos, nos serán presentados a través de diversas vivencias diarias, así como acontecimientos de su pueblo. El narrador es muy curioso, puesto que siempre cuenta todo como si fuese el mismo protagonista (el pequeño Daniel).

Veremos, como digo, el día a día de las vidas (me gusta decir que estos libros son libros de vida); cosas buenas ocurrirán y otras no tan buenas. Me he reido mucho imaginándome a Daniel y a sus amigos haciendo travesuras, y me ha recordado a mi de pequeño con mis amigos, realizándolas.

Me ha gustado sobre todo la forma en que se cuenta, ese narrador que conoce todo y parece que cuenta las cosas desde el punto de vista del niño, sin serlo. Además es un libro bastante divertido, travesuras no faltan, así como motes y curiosidades, que ojo, podemos ver reflejado en la vida de cualquier pueblo o barrio.
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alpolorenedo
 31 August 2018

La novela comienza la noche antes en que Daniel, El Mochuelo, con 11 años se marcha a lo que su padre llama progresar, estudiar fuera.

Pensó en su partida y en lo que su amigo Roque, El Moñigo le solía decir: "Un hombre bien hombre no debe llorar aunque se le muera el padre".

Durante la noche que se pasa en vela, Daniel narrará las historias que más marcaron su infancia y que junto a sus amigos Roque, El Moñigo, y Germán, El Tiñoso, nos abrirán la vida de un pueblo de un valle cualquiera que en la españa de la posguerra nos acercará a los típicos personajes con sus motes correspondientes: Paco El Herrero, Las Guindillas, Las Lepóridas, El Chano, El maestro Don Antonio El peón, El párroco Don José que era un Santo, La Uca-Uca, Quino El Manco, Gerardo El Indiano y su hija La Mica, Cuco El Factor.....

El porqué de detallar todos estos personajes no es más que el detallar la esencia del libro, un libro muy profundo donde lo que te llevas es un pueblo cualquiera de la época y sobre todo esos personajes y sus personalidades vistas a través del protagonista.

CONCLUSIÓN:

Este libro está brillantemente escrito por Miguel Delibes al que poco a poco estoy descubriendo, ya que he de confesar que lo conocí personalmente en su entorno familiar a la edad de 80 años y era una persona adusta no muy sociable, pero correcta. Quizás por esta imagen me costó empezar a leerle, aunque mi debut con El Hereje me dejó muy convencido, y ahora con El Camino, no he hecho más que confirmar el bien merecido nombre del Autor.

En esta novela está escrita en la propia época, cosa que hace que la ambientación sea impecable, nos trasporta literalmente a las ausencias propias de la posguerra española, y también a las esencias de lo necesario y los valores de lo inmaterial, las relaciones vecinales, la amistad, el amor, en definitiva sentimientos puros no viciados por lo material de nuestra época. Toda la historia salpicada por un sentido del humor justo e inteligente y que hace que sea un relato recomendable para cualquier edad, no obstante ha sido una obra muy recomendada (obligada) en las lecturas escolares.



A medida que voy descubriendo al autor, parece que voy intuyendo reminiscencias de su forma de escribir en algunos de los mejores autores actuales.

Sin duda un clásico que nunca pasará de moda, con una extensión ideal y que recomiendo sin duda alguna.

VALORACIÓN: 10 / 10
Enlace: https://familialectorade4.bl..
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Claudia
 13 November 2017
Cuando me mandaron leer este libro en el Instituto, no las tenía todas conmigo. Compañeros de otros cursos se quejaban de ella, diciendo que era horrible.

Por obligación más que por gusto, le di una oportunidad. Y lo cierto es que me llenó.

Me hizo reír y llorar, me hizo empatizar con los personajes y vivir el día a día con ellos, sufriendo sus castigos y riendo sus trastadas.

Creo que esta novela es de las que tenemos que leer con tranquilidad, pues esconde más vida de la que parece.
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malagonc
 28 February 2024
Nadie ha descrito mejor que Miguel Delibes todo lo concerniente al mundo rural, y 'El camino' es prueba de ello. Sus costumbres, sus desgracias, sus miedos y su estilo de vida. Y todo bajo la mirada inocente de Daniel, el Mochuelo, un joven de once años. Un relato lleno de ternura
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herbookss
 12 November 2021
Aún no había leído nada de Miguel Delibes y este primer acercamiento me ha gustado mucho, me he encontrado con una historia preciosa y muy entrañable. Está ambientada en la España rural de la posguerra, en un pueblecito que podría ser cualquiera y que vemos a través de los ojos de un niño de once años. Es su última noche en el pueblo y Daniel el Mochuelo no puede dormir, porque a la mañana siguiente se marchará a la ciudad para estudiar y él no quiere irse. Ha sido decisión de su padre, quien quiere que su hijo tenga una vida mejor que la suya, pero Daniel es feliz en el pueblo, con sus amigos, sus gentes, sus costumbres...

Y es en esa noche, en su cama, con una mezcla de miedo y nerviosismo, en que recuerda todo lo que ha vivido allí en sus once años. le acompañamos en sus anécdotas, travesuras junto a sus amigos y también vivencias más difíciles. A través de su mirada infantil e inocente conocemos a los habitantes del pueblo y todo lo que pasa allí, tocando temas universales con un tono muy entrañable pero real. La narración te hace estar todo el rato con una sonrisa en los labios y llegas a encariñarte tanto de Daniel como de todos los personajes secundarios, que me han encantado.

Una lectura cercana que a mí personalmente me estuvo recordando en todo momento a mi abuelo, me lo imaginaba entre los niños en su pequeño pueblo y viviendo cosas muy parecidas. Me dejó con una mezcla de nostalgia y melancolía y a la vez pensando "qué bonita ha sido".
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loco_libros
 15 June 2021
La noche está más presente que nunca, llenando de oscuridad las habitaciones de la casa. Estoy en una de ellas. Es verano y se escuchan grillos cantar en el exterior. Mis pupilas se adaptan a la falta de luz e intuyo una forma rectangular, arrimada al ángulo recto que forman dos paredes. Es una cama. Y sobre ella, dos lucecitas pequeñas, que se apagan casi periódicamente para volver a encenderse de forma muy tenue: son los ojos de Daniel, el Mochuelo, que no puede dormir. En unas horas, en cuanto amanezca, se marchará a la ciudad a estudiar.
.
Me siento en el borde de la cama. Daniel vela porque no puede dejar de pensar en sus 11 años de vida en ese valle que ha sido, y es, su cuna. de repente las paredes de la habitación se caen y aparece ante nosotros el pueblo, y viajamos días, semanas, meses, años atrás, para recorrer el camino ya marcado del pasado antes de construir el del futuro. Voy a conocer al Mochuelo y todo lo que ha vivido en un valle que le pertenece tanto como él le pertenece al valle.
.
No hablo. Solo escucho y miro el lugar, sus gentes, sus vidas. Descubro que la decisión de ir a la ciudad a estudiar es de su padre y punto, como no podía ser de otra manera a finales de los 40. Me entero de lo absurdo de los apellidos allí, pues todos tienen mote. Conozco a sus amigos, el Moñigo y el Tiñoso, con los que va descubriendo las verdades de la vida que la inocencia no nos quiere mostrar; sus tropelías, sus baños en la Poza. Las Guindillas, el Manco, el cura, la Uca-Uca, la Mica, la Sara, el Herrero... Yo, que he llegado allí desde tiempos lejanos, encuentro en este relato ternura, sonidos, olores; momentos divertidos y tristes; nostalgia. Un álbum de fotos de un lugar, una gente y una época que contrasta con la actual.
.
El cielo se aclara ya. Un jilguero canta con una alegría que parece fuera de lugar. Las paredes de la habitación vuelven a colocarse en su sitio. Daniel ha frenado sus recuerdos, pues ha de levantarse. Debo irme y lo hago llevándome conmigo esta maravillosa historia: qué descripciones, qué sensaciones. Impresionante.
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