Me reafirmo en mi admiración por Delphine de Vigan, en su sensibilidad y elegancia para tratar cualquier tema controvertido o denunciable en una novela redonda, con una literatura ágil e intensa. Una novela de intriga, de denuncia social, con un punto psicológico en la que Delphine nos cuenta una historia sin posicionarse, haciéndonos reflexionar sobre una realidad muy cercana. La adicción a las RRSS, el culto al ego, y la sobreexposición de los menores a todo ese abanico llamado “progreso digital”. Un mundo paralelo en el que la perfección es ley y la intimidad una banalidad. La secta de las RRSS. Una familia, aparentemente perfecta, queda expuesta a la vulnerabilidad de las redes. Dos niños, Sammy y Kimmy, son esclavos de su reflejo al mundo y de su reflejo interior. La vida está compuesta de fragmentos y solo se les ofrece «Un mundo donde poder existir» Dos mujeres, Melanie, la madre youtuber, crea su propio personaje tras el que esconde su debilidad emocional inventando un mundo propio a través de sus hijos, un mundo en el que es “normal” esa forma de estar presente. Y Clara, la policía, atípica, desplazada generacionalmente, ajena a cualquier evolución, criada en una realidad en la que todo es cuestionado. Dos personalidades opuestas que acabaran situándose en el mismo nivel, enfrentándose a sus propias miserias ellas solas. Los límites entre lo interior y lo exterior de una vida se había desplazado, ya no era algo firme como un muro de carga inamovible, era una simple puerta corredora que se abría y se cerraba a voluntad. O te subes al tren o te pierdes el paisaje. Delphine de Vigan traslada la acción al año 2031 y así nos hace pensar y replantearnos esa felicidad impostada; realidad ficticia, explotación de la intimidad y exigencias narcisistas proyectadas en los hijos. El desdoblamiento de las personalidades de cada personaje, dejando expuesto sus mundos, tanto del que se expone como de los que se nutren de esa exposición, traerá unas consecuencias inevitables, va prediciendo el derrumbe de cualquier estabilidad. Crear grietas en los cimientos de vida, es proclamar el hundimiento de “la casa”, si falla la base, falla todo. No me ha dejado indiferente un libro con mucha carga moral que nos hace replantearnos no solo como padres sino como personas si estamos transitando el camino adecuado. «¿Cómo hacer amigos cuando no sabes nada de su vida y ellos miran la tuya a través de una pantalla? Estábamos solos. Marginados» «La falta de miedo reflejaba la falta de amor» “Algún día habrá que hablar también de los niños que no paran de ver esos vídeos” « Es un mundo cuya existència se nos escapa» + Leer más |