La flor púrpura

Este libro me ha parecido espectacular para ser el primer libro de la autora Chimamanda Ngozi Adichie.
En esta novela nos muestra la vida de una familia nigeriana cuyo padre es un rico empresario, pero también fanático religioso, que incluso reniega de su propio padre por no haberse convertido.
En este ambiente opresivo crecen Kambili y Jaja, dos hermanos que siempre tienen que ser los primeros de la clase, que apenas conocen al resto de su familia…pero un día la hermana de su padre, la tía Ifeoma, lo convence para que los deje pasar unos días en su casa con la excusa de visitar un lugar donde se aparece la virgen. Esa visita los hará ver que hay otra vida distinta de la suya donde se vive con respecto, admiración e incluso superación sin la presión que les ejerce su padre.

Mi primer acercamiento con una escritora africana es con este libro y la verdad es que me encontré descubriendo un mundo literario maravilloso, a partir de esta lectura he sumado más libros de autores africanos y no me he sentido nada decepcionada.
La forma en que el cristianismo ha afectado vidas y culturas de todos los países donde se ha ido a evangelizar ha sido de forma cruel al querer erradicar la ideosincrasia de las naciones, haciendo que el choque entre la magia de las culturas originarias y el cristianismo destruya lazos familiares como en el caso de la familia de la protagonista de esta historia. Un libro que vale la pena leer.

No es un libro extenso y en cambio, de todos los que he leído de Chimamanda, sin duda, ha sido el que más me ha costado leer. Tiene una narrativa ágil y sencilla pero me costó adentrarme en el mundo familiar de los protagonistas, a pesar de tener un personaje gracioso que cae en la simpatía ante el lector, La flor púrpura supuso para mí un libro que al compararlo con Americanah se queda muy corto. Con el segundo sentí una atracción demasiado fuerte hacia el personaje principal, una comprensión personaje-lectora que en este libro me ha faltado, es por eso que no he conseguido conectar de la misma manera porque al comparar esta obra con Americanah se me queda corta.

Aunque considero que es un libro que no está mal leerlo porque nos acerca a África y a esa manera de vivir tan desconocida y tan irrealizada ante nuestros ojos, el libro me ha dejado una sensación agridulce porque veía personas que intentaban encontrar un ambiente familiar hogareño y librarse de las presiones de la perfección, y a la vez me costaba conectar con esos personajes.

No puedo decir que sea una mala obra porque no lo es. No creo que se pueda decir que Chimamanda no consiga acercarnos un poco al mundo de su continente, pero no ha sido para mí.
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Hacia mucho que un libro no me dejaba con tantas sensaciones al terminarlo. Y ha sido muy curioso por un motivo: Hasta que no cerré este libro definitivamente, tras leer sus últimas páginas, no me di totalmente cuenta de la belleza y complejidad que alberga y, sobre todo, de lo muchisimo que me ha gustado, sorprendido e impactado. Quería leermelo desde hacia tiempo, tenia muchas expectativas con esta novela, y no me ha defraudado para nada.

En “La flor purpura”, primera novela de la escritora Chimamanda Ngozi Adichie, conocemos la historia de la adolescente nigeriana Kambili y su familia, en la que sobresale la figura de su padre. de puertas para fuera es un heroe que hace muchas obras de beneficiencia y lucha por los derechos humanos, pero en su casa es un hombre profundamente religioso y de pétreas convicciones, que dirige y controla las vidas de sus familiares por medio de una férrea disciplina basada en el maltrato psicológico y físico,la tirania y la manipulación. La vida familiar de Kambili y su hermano Jaja, cimentada en el miedo y la represión, contrasta con la alegría, serenidad y libertad que se respira en casa de su tía Ifeoma, como descubrirán cuando vayan unos días de visita.

Centrándonos en lo que es la novela, la prosa de la autora no tiene nada de especial, es muy simple y fácil de leer. Y ya. Pero no es ahí donde radica la grandeza de esta obra. Curiosamente esta se basa en el que es su punto más débil, y lo único que no me ha gustado de la misma: el ritmo narrativo es excesivamente lento, hay muchos párrafos , e incluso páginas, que me parecían que sobraban y que solo servían para ralentizar y estancar la narración. Algo que podría ser mortal en una novela como esta, en la que todo se sustenta en los personajes y no en la trama.

Pero precisamente ahí esta el punto fuerte del estilo de escribir de Adichie: todo lo cuenta es importante, los pequeños detalles son las puntadas que conforman el brillante tapiz que es el libro, y en conversaciones y hechos que parecen intranscendentales se esconde mucho más de lo que parece a simple vista, demuestran y consolidan las personalidades de los personajes y sus actos. Gracias a esto nos encontramos con personajes muy individualizados y magistralmente construidos, vemos como son condicionados por sus creencias y ,sobre todo, por la situación política y social de Nigeria, que se nos presenta por medio de sus situaciones vitales.

Si la forma en que el mundo que Kambili conoce desde su casa choca con la descubre en el del hogar de su tía y sus primos, es porque ambas representan a las dos Nigerias, la de las riquezas y la abundancia de comida frente a la de los cortes de luz, la falta de combustible y las huelgas estudiantiles. Y no solo dos formas de entender la vida y la religión, las cuales ocupan un lugar esencial dentro de la narración. Toda esta complejidad con todas las contradicciones intrínsecas de su país y de su herencia (cultural, religiosa, social y colonial) nos las muestra Adichie con gran maestría y sencillez, haciendo que todo este nítidamente detallado y sea simple y puramente realista.

Y lo mismo sirve para los conflictos personales por los que pasa internamente nuestra protagonista y los caracteres que la rodea . Algunas de las escenas que nos encontramos a lo largo de la obra, son muy duras y difíciles de leer, y la autora nos las muestra con brutal realismo, implicando al lector en el dolor y el miedo que pasa en ellas Kambili. Pero también permite que veamos casi como si nos estuviéramos pasando a nosotros como va descubriéndose a si misma, y como, paulatinamente, ella y su hermano van rebelándose, cada uno a su manera, contra la opresión que conocen como único modo de existencia, reafirmándose en si mismos. Incluso aunque el final sea algo durillo (e impactante) deja resquicio para la esperanza; demuestra que después de la tormenta sale el sol y viene la calma, un mensaje optimista que casa muy bien con el libro.

Nunca voy a cansarme de recomendar esta maravillosa novela, que emociona e incómoda a partes iguales, si, pero también desgarra con su absoluta y pura belleza, con su perfección e inteligencia, y con el mensaje lleno de crudeza y esperanza que porta, perdurando en la memoria del lector mucho después de que la termine. Estoy deseando leer más cosas de esta autora, especialmente la novela “Americanah” y el manifiesto “Todos deberíamos ser feministas”.

La joven Kambili, de quince años, y su hermano mayor Jaja llevan una vida privilegiada en la ciudad de Enugu. Viven en una hermosa casa y frecuentan un elitista colegio religioso, pero su vida familiar dista de ser armoniosa. Su padre, un poderoso y respetado hombre de negocios, es un fanático católico que alienta expectativas de cariño imposibles de cumplir. Cuando los jóvenes visitan durante unos días a la cariñosa tía Ifeoma en su humilde apartamento, descubren un mundo totalmente nuevo: el rico olor a curry que inunda el lugar, las continuas risas de sus primos, las flores exuberantes, el respeto a las ideas, la libertad, el amor y la ausencia de castigos. al regresar a su hogar, transformados por la libertad, la tensión familiar crece de forma alarmante.

La narración de esta historia es muy amena y entretenida, de capítulos largos sí, pero con interrupciones que facilitan el avanzar. La prosa que acompaña la vida de Kambili ayuda a ponerte en la piel de la protagonista, con grandes descripciones de lo que acontece y de sus pensamientos. El dolor que transmiten las palabras de la joven mientras cuenta su vida traspasan las páginas, he llegado casi a apartar la mirada y pausar la lectura debido a la dureza de algunas situaciones.

Esta lectura es dura, como ya he mencionado, pero es muy interesante descubrir la vida en un país y ambiente tan distante como Nigeria. Las diferencias culturales pueden dificultar de vez en cuando el entender de lo que hablan (sobre todo al referirse a comidas, tema recurrente en el libro), pero en general me ha parecido muy enriquecedor el conocer cosas nuevas y el ser capaz de comprender un pensamiento tan diferente.

La flor púrpura es un libro muy entretenido, interesante y necesario. Es un libro que te enseña sobre culturas dispares, pero que también te muestra la evolución de un pensamiento tradicional a la revolución que sufre Kambili a lo largo de las páginas de la obra. Un cambio necesario que se encontrará muchos obstáculos por el camino, pero que enseñará muchas lecciones al lector.

Irbis.

No soy de esas personas que se suelen poner retos lectores (salvo el objetivo de GoodReads), en cuanto a autores, géneros, idiomas, etc… Pero sí que había una espina literaria clavada en mí y era leer, por fin, alguna de las novelas de Chimamanda Ngozi Adichie.

“La flor púrpura” fue su primera novela allá por 2003, ubicada y ambientada en su Nigeria natal. Una novela en la que la autora cuenta una desgarradora historia.

Esta novela es una feroz crítica a la religión fanatizada, a la violencia, al machismo, y a la normalización de todo esto.

A través de los ojos de la protagonista, asistimos a un relato familiar, a la foto de una familia en apariencia perfecta a ojos de la sociedad de aquella Nigeria post colonial.

¿Qué puedo decir de este libro o de esta autora que no se haya dicho ya? Primero que creo que todos deberíamos leer a Chimamanda, al menos una vez en nuestra vida. Si bien el libro no me ha fascinado, la historia está tan bien contada, tan bien ambientada, que ha conseguido estremecerme. Esa sensación de miedo y sumisión a la que se ven sometidos los personajes, la impotencia en algunos momentos, la liberación en ciertas situaciones… Una maravilla.

Y sobre todo me ha gustado mucho como encuentras personajes totalmente opuestos: el fanatismo religioso de Eugene, el “paganismo” de la abuela, la relación con el padre Amadi… Y ese final, que te deja con el corazón en un puño.

El título hace referencia a un tipo de flor muy común en Nigeria, pero cuyo color púrpura es, sin embargo, atípico. Porque la historia de Kambili y de Jaja, la historia de su familia, de sus padres, es una historia común, pero también una historia atípica.

La flor púrpura no existe. Eso fue lo primero que aprendí de este libro: que su título original no habla de cualquier flor, habla del hibisco. Y el hibisco púrpura no existe.
Una vez más, la traducción nos quita una pista.

"La Flor Púrpura" es una novela que comienza con un Domingo de Ramos en el que todo cambia. En Nigeria, Kambili es la más pequeña de una familia católica adinerada en la que el silencio es sagrado y las reglas del hombre blanco son tan indiscutibles que su incumplimiento es castigado severamente. Y, sin embargo, le basta pasar unos días con su tía y su abuelo, a quienes su padre llamaría "paganos" para que el cambio se abra camino como el agua a través de las piedras.

Narrando desde una mirada ingenua e inocente, la prosa mantiene una profunda sencillez en la que una simple pregunta puede sacudir todos los cimientos. Con infinidad de simbolismos, los enfrentamientos religiosos, políticos y sociales, así como la cultura nigeriana respecto a los roles de género, atraviesan la historia en una serie de valores opuestos entre los que caminan Kambili y su hermano, Jaja. Los valores nativos y los impuestos por el hombre blanco muestran en cada capítulo tanto los peligros de los fundamentalismos, como la necesidad humana de la conciliación y el respeto por la diversidad. La necesidad humana de la libertad de elegir quiénes somos.

Es una lectura que, a pesar de los episodios dolorosos, deja un silencio de los lindos y la sensación de que, como dice Kambili, "ahora ya podemos hablar de futuro".
El hibisco púrpura no existe, pero sí existe en el libro. Y tal vez sea justamente eso, lo todavía inexistente, lo que necesitamos crear para crecer como sociedad.

Creo que no os puedo comentar mucho más acerca de lo que trata la historia porque la sinopsis es bastante detallada así que voy a ir al grano. El libro cuenta con 300 páginas, pero ya os digo yo que es muy rápido de leer y muy adictivo. Yo me lo leí en 3 o 4 días como mucho. El libro está contado desde la perspectiva de Kambili, una niña, donde sus comentarios son inocentes. Ni siquiera es capaz de criticar la forma que tiene su padre, un fanático religioso, de planificar su vida, sus pensamientos y sus acciones. Cuando Kambili llega a la casa de su tía empieza a comprender estas cosas y la autora consigue que simpaticemos con Kambili, al fin y al cabo, ha sido una niña que ha vivido bajo la merced de su padre toda su vida.

Sinceramente, he disfrutado leyendo el libro porque trata temas importantes, pero había escenas que las tenía que leer muy rápido porque me generaba una angustia importante. Aunque contrastando con esas escenas, había otras muy bonitas y todas ellas se desarrollan con el personaje de la tía Ifeoma. Una mujer, que a pesar de ser africana y respetando su cultura, ha aceptado la religión y la cultura occidental. Una mujer empoderada que educa a sus hijos y que tiene un pensamiento de liberación de la mujer.

Así pues, es una historia bastante interesante y entretenida, donde podrás aprender un montón sobre un montón de temas, no solo los citados anteriormente. Y una cosa muy curiosa del libro es que la autora introduce palabras y expresiones en Ibo —en la edición completa, el libro contiene un diccionario— y, aunque parece que al principio no vas a entender nada de esas palabras, la autora consigue transmitirte el mensaje. Sin duda alguna, es un libro que recomiendo mucho.

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nos cuenta (y elijo esta palabra con intención, lo explicaré después) un año en la vida de una familia católica y privilegiada en Nigeria, en el contexto de una dictadura militar. A través de los ojos de Kambili, podemos ver a Eugene, su padre, un fanático religioso que lucha por la verdad y “libertad” de su gente, que ayuda a los necesitados que, a todas luces parecería un buen hombre y que, sin embargo, lleva su casa con puño de hierro, golpes y terror. Es un paralelismo muy interesante porque, profesionalmente es un hombre que cree en la democracia y la libertad, pero no por eso deja de ser un tirano en su hogar.
Toda la familia está sometida a su voluntad, hasta que su hermana, Ifeoma, se lleva a los niños a su casa unas vacaciones, tras haber atisbado como es una vida sin miedo, con cariño y con risas, las cosas jamás volverán a ser iguales en el hogar de Kambili.

La integración de la novela con el contexto histórico está muy bien llevada por lo sutil y por la crítica a la colonización que se deja entre ver gracias a algunos personajes. Personajes maravillosamente bien creados y realistas (a excepción de la protagonista que bien podría haber sido suplantada por un ficus y nada habría cambiado…).

La pasividad constante de la narradora es mi primer problema con el libro, si bien no es necesariamente un defecto. El gran fallo que le veo es la necesidad constante de contarlo todo, de explicarte lo obvio, de asegurarse de que no deja nada a la libertad de comprensión o intuición del lector. Es algo que odio y que me agobia profundamente. Por lo demás: se lee con soltura, se aprende sobre la forma de vida de una Nigeria ya cambiada por el colonialismo y tiene partes muy duras y otras bellas.

La flor púrpura es una obra dura y cautivadora a partes iguales.
Es la primera vez que tengo oportunidad de leer algo de la autora y sinceramente me ha impactado, tiene una pluma impecable la cual te envuelve y hace que te sumerjas entre sus palabras.

En esta obra nos habla de la vida de una adolescente nigeriana y de su familia, del fanatismo religioso, de la pasión, el amor, el maltrato, la corrupción, los lazos familiares, la represión, entre otros y todos ellos los trata de una forma impecable, clara y adictiva.
La autora nos muestra la realidad social y política de Nigeria, un país desconocido para mi hasta el momento y ha logrado que quiera conocer más de su realidad y cultura.

Bajo mi punto de vista esta obra es de las que dejan huella, de las que con el paso de los años recuerdas y me ha resultado una lectura muy enriquecedora. Tengo claro que va a estar entre mis libros de cabecera con el paso del tiempo.