La joven Kambili, de quince años, y su hermano mayor Jaja llevan una vida privilegiada en la ciudad de Enugu. Viven en una hermosa casa y frecuentan un elitista colegio religioso, pero su vida familiar dista de ser armoniosa. Su padre, un poderoso y respetado hombre de negocios, es un fanático católico que alienta expectativas de cariño imposibles de cumplir. Cuando los jóvenes visitan durante unos días a la cariñosa tía Ifeoma en su humilde apartamento, descubren un mundo totalmente nuevo: el rico olor a curry que inunda el lugar, las continuas risas de sus primos, las flores exuberantes, el respeto a las ideas, la libertad, el amor y la ausencia de castigos. al regresar a su hogar, transformados por la libertad, la tensión familiar crece de forma alarmante. La narración de esta historia es muy amena y entretenida, de capítulos largos sí, pero con interrupciones que facilitan el avanzar. La prosa que acompaña la vida de Kambili ayuda a ponerte en la piel de la protagonista, con grandes descripciones de lo que acontece y de sus pensamientos. El dolor que transmiten las palabras de la joven mientras cuenta su vida traspasan las páginas, he llegado casi a apartar la mirada y pausar la lectura debido a la dureza de algunas situaciones. Esta lectura es dura, como ya he mencionado, pero es muy interesante descubrir la vida en un país y ambiente tan distante como Nigeria. Las diferencias culturales pueden dificultar de vez en cuando el entender de lo que hablan (sobre todo al referirse a comidas, tema recurrente en el libro), pero en general me ha parecido muy enriquecedor el conocer cosas nuevas y el ser capaz de comprender un pensamiento tan diferente. La flor púrpura es un libro muy entretenido, interesante y necesario. Es un libro que te enseña sobre culturas dispares, pero que también te muestra la evolución de un pensamiento tradicional a la revolución que sufre Kambili a lo largo de las páginas de la obra. Un cambio necesario que se encontrará muchos obstáculos por el camino, pero que enseñará muchas lecciones al lector. Irbis. |