Tras la desaparición de la pequeña de 3 años Kiera Templeton durante el desfile de Acción de Gracias, el libro sigue la investigación de este secuestro a lo largo de los años y la vida de unos padres cuyo destino se ve truncado.
En este contexto conocemos a Miren, la verdadera protagonista del libro, una joven estudiante de periodismo en el momento de la desaparición de Kiera, a la que también veremos crecer con los constantes saltos temporales que da el libro, y que son tan habituales en el estilo de
Javier Castillo. Miren es un personaje realmente interesante, cuya juventud esta marcada por un suceso que cambia para siempre su forma de ver el mundo y que la convierte en un ser impredecible, perseverante y con un punto oscuro (que personalmente me parece genial). Desde el principio, Miren se interesará por la desaparición de Kiera, lo que la vinculará a este caso para siempre.
Es un libro que, conociéndome, habría devorado en pocos días si no fuera porque lo leí de forma conjunta y había que respetar las metas. El autor es un maestro del cliff hanging, el final de cada capítulo te impide dejar ahí la lectura. Además, al intercalar espacios temporales y personajes, la lectura se hace realmente dinámica. Sin embargo, lamento decir que no me ha encantado… la segunda mitad del libro me ha dejado un poco fría. En mi opinión, el final es precipitado, ¡ni que se le gastaran las hojas! Y, sobre todo, quizás por culpa de las teorías que nos montamos en la LC y yo en mi cabeza, me imaginaba un caso mucho más complejo… Me ha faltado un plot twist, algo que me sorprendiera al final. Desde la mitad del libro prácticamente, la historia estaba resuelta…
En cualquier caso, creo que es un libro muy fácil de leer y entretenido, ideal si buscáis una lectura ligera pero a los amantes del thriller, tal vez os pase como a mi... Y aunque al final me he quedado con ese sabor agridulce, reconozco que si hay secuela la leeré.