Destaca esta novela sobre todo por su protagonista, Meursault, que es quien ejerce de narrador a lo largo de toda la historia. Un protagonista con el que es imposible simpatizar. ¿Cómo hacerlo ante un hombre frío, carente absolutamente de emociones, carente absolutamente de valores? Un personaje que más que vivir, se dedica simplemente a estar, sin sentir, sin opinar, sin mostrar ningún sentimiento. Que no siente, que no padece, que no piensa en ningún momento en el alcance de sus decisiones, de sus acciones... Ni siquiera muestra un atisbo de tristeza ante la muerte de su madre. Sólo le supone un estorbo, una molestia, por tener que desplazarse hasta la residencia donde ella pasó los últimos días de su vida. Tampoco siente amor por una compañera de trabajo con la que pasa algunos días. Sólo siente atracción sexual, simple y llanamente. No muestra ningún sentimiento hacia ella. Se limita a estar y pasar los días con ella. No notaría su ausencia si ella desapareciese de su vida. Y así transcurre la vida de Meursault hasta que un día comete, casi sin querer, un asesinato con una absoluta frialdad. No siente nada en el momento de cometer el crimen. No tenía ninguna razón para cometerlo. Sólo lo hizo porque alguien se lo dijo. Y no se planteó en ningún momento si estaba bien quitar una vida. Como si para él el límite entre el bien y el mal no existiera. Como si no comprendiera el horror de quitar una vida humana... La segunda parte de la novela trata ya de su estancia en prisión y el juicio. Un juicio que tiene perdido desde el momento en que él mismo afirma que no tenía motivos para el crimen, que no estaba enajenado por la muerte de su madre como pretendía hacer ver su abogado. Los testigos que aparecen tampoco le hacen un gran favor. Todos están de acuerdo en que es una persona absolutamente fría, carente de emociones, carente de sentimientos. Y con todo el tiempo del mundo ahora que está en la cárcel, Meursault se detiene un momento a pensar en sí mismo, en su vida. Se da cuenta de que va a ser condenado, no tanto por el crimen en sí como por la imagen que de él se está dando. Y es que no llorar a una madre... ¿Qué ser humano es capaz de hacerlo? Es su humanidad lo que realmente se está juzgando, una humanidad que en él parece estar totalmente ausente. Aunque al final hay casi un intento de presencia... En definitiva, estamos ante una visión horriblemente pesimista del ser humano. Apenas hay sitio para la esperanza. No hay sitio para la humanidad. Pero lo describe Camus de una forma tan concisa y magistral, que su lectura es un auténtico placer. Un pequeño libro muy recomendable. Enlace: http://mislecturasymascosita.. + Leer más |