Nos educan como si pudiéramos cuidar de todo el mundo sin cuidarnos a nosotros mismos, aunque eso sea una contradicción en sí misma. Sin un «yo» es imposible un «nosotros».
|
Nos educan como si pudiéramos cuidar de todo el mundo sin cuidarnos a nosotros mismos, aunque eso sea una contradicción en sí misma. Sin un «yo» es imposible un «nosotros».
|
No dejes que nadie te haga creer que lo que no eres es más importante que lo que sí.
|
Qué pena que la magia no exista si uno no cree en ella… y que se necesiten dos para creer en el amor.
|
—Es una pena que no podamos querernos —le dije—. Porque nos queremos muy bonito. —Sí. Tú y yo haríamos poesía. |
Nunca se encuentra en lo nuevo la calidez del hogar, aunque el hogar esté en llamas y en riesgo de derrumbe. Por eso deberíamos aprender que el único hogar está allá donde nos lata el corazón.
|
Supongo que no hay nada que le guste más al amor que las historias imposibles. Y no hay nada más imposible que aquello en lo que no cree nadie. Hasta los fantasmas, dicen, guardan el secreto de su existencia en la creencia de la gente.
|
—Tú mereces una historia perfecta, de princesas, y yo no creo en la magia. Nos querremos bonito, ¿cuánto? ¿Un par de años? Como mucho. Después, poco a poco, te darás cuenta de que solo soy un sueño que no se cumplió. Y me odiarás por lo que no conseguí ser. Y yo te odiaré a ti por ser demasiado buena para mí.
|
Supongo que aún tenía muchas cosas que entender de mí misma para asumir por qué me daba tanto miedo no olvidar. Lo nuevo, lo que exige de nosotros más esfuerzo, más pasión, menos control… siempre aterroriza de primeras.
|
Le hablé de que jamás soñé con ser nada en concreto, que en mi cabeza lo único que existió siempre fue la imagen de una yo mejorada que nunca terminaba de alcanzar y la sensación de vacío.
|
(…) estábamos intoxicados como solo puedes sentirte cuando empiezas a amar y aún no te has hecho las preguntas que más asustan.
|
Manolito ...