Mi afecto y mis deseos no han cambiado, pero una palabra suya me silenciará para siempre.
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Mi afecto y mis deseos no han cambiado, pero una palabra suya me silenciará para siempre.
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Quizá pudiera haber hablado más un hombre que sintiera menos.
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No soy capaz de determinar la hora, ni el lugar, ni la mirada ni las palabras que sentaron los cimientos. Hace demasiado tiempo. Antes de darme cuenta de que había comenzado, ya iba por la mitad.
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Después de insultarte a la cara de una manera tan abominable, no podía tener reparo en insultarte ante todos tus parientes.
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Mi amor y mis deseos no han variado; pero una palabra suya me hará callar para siempre en este sentido.
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¿Para qué vivimos, sino para hacer reír a nuestro prójimo y para reírnos de él a nuestra vez?
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Solo estoy resuelta a obrar del modo que conduzca a mi felicidad, según mi propia opinión, sin tener en cuenta la de usted ni la de ninguna otra persona tan completamente ajena a mí.
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¿Cree usted que podría tener bajo ningún concepto la tentación de aceptar al hombre que ha echado a perder, para siempre quizá, la felicidad de mi hermana, que me es tan querida?
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Mis sentimientos no se dejan reprimir. Debe permitirme que le diga con cuánto ardor la admiro y la amo.
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Usted no podría hacerme feliz a mí, y estoy convencida de que yo soy la última mujer del mundo que podría hacerlo feliz a usted.
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Jane Austen (16 de diciembre de 1775-18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la