No cambies, por consideración a una persona, el valor de los principios y de la integridad, no trates de convencerte o de convencerme de que el egoísmo es prudencia, no de que el hecho de no ser consciente del peligro al asegura la felicidad.
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No cambies, por consideración a una persona, el valor de los principios y de la integridad, no trates de convencerte o de convencerme de que el egoísmo es prudencia, no de que el hecho de no ser consciente del peligro al asegura la felicidad.
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Cuanto más se del mundo, menos me gusta; y cada dia estoy más convencida de la inconstancia del carácter humano, y de lo poco fiable que es la apariencia de valía o de buen juicio.
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La arrogancia y el orgullo son cosas muy distintas, aunque a menudo se toman como sinónimos.
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No has de cambiar, por consideración a una persona, el significado de los principios y de la integridad, ni tratar de convencerte, o convencerme a mí, de que el egoísmo es prudencia y la insensibilidad ante el peligro certidumbre de felicidad.
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-Bien, querida mía -Dijo el señor Bennet cuando Elisabeth terminó de leer la nota-, si tu hija enferma de gravedad y muere, siempre será un consuelo saber que todo ha sido por la causa del señor Bingley y por orden tuya.
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-Muy cierto- replicó Elisabeth -, y podría perdonarle su orgullo si no hubiera herido el mío.
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Haz cualquier cosa, menos casarte sin amor.
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-Hubiera podido fácilmente perdonar su orgullo, si no hubiera sido porque se metió con el mío-
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Estoy muy interesada por este libro y espero con ansias poder leerlo
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Cualquier intento de intimidarme no hace más que estimular mi valor.
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Jane Austen (16 de diciembre de 1775-18 de julio de 1817) fue una novelista británica que vivió durante la