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Críticas sobre Una madre (47)
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Beatriz_Villarino
 23 September 2018
He de reconocer que en casa me encontré de pronto con este libro que no recordaba tener, es de esos que compras porque al autor le han dado un premio, forma parte de una trilogía y dices, pues voy a por la primera. Y así es como Una madre descansaba en un estante durante mucho tiempo, hasta que me di cuenta de que no lo había leído. al principio me gustó, la lectura es rápida, ágil y salpicada de humor irónico «—Hay que ver, desde que sabes que solo tienes un sesenta y cuatro por ciento de discapacidad (visual) te has vuelto muy observadora, mamá». Pero de pronto, se descontrola y me desconcierta; no sé si Amalia, la madre de Emma, Silvia y Fernando, con 65 años está enferma, con demencia senil, o tiene un coeficiente intelectual muy bajo. No encontraba normal que todo fueran risitas «ji ji ji», que cada vez que intentase llevar a cabo una acción deshiciese el conjunto de lo que tenía a su alrededor y que no afrontase con seriedad los problemas, graves problemas, por los que estaban pasando sus hijos.

Hasta que en el libro tercero, Alejandro Palomas divide la novela en cuatro libros y estos a su vez en capítulos, me di cuenta de que Amalia no padecía ninguno de dichos contratiempos, al menos no tan serios como yo creí reconocer en un principio (exceptuando su deficiencia visual, claro). Amalia es una mujer que tuvo la mala suerte, como muchas de su edad, de topar con un marido autoritario, egoísta, de los que se querían sólo a sí mismos y que les hizo la vida imposible a ella y a sus tres hijos hasta que los dejó, como cualquier parásito, llenos de deudas y sin dinero. Uno de tantos machos que proliferaban en la España de mediados del XX y a los que su familia no podía replicar; como Amalia no trabajaba fuera de casa, se acostumbró a darle la razón en todo para después, sin apenas ser vista, intentar colmar a sus hijos con el amor que les faltaba de su padre. Paradójicamente cuando él se va de casa, Amalia empieza a vivir, a salir adelante con lo poco que le ha quedado y a intentar seguir protegiendo a sus hijos, quienes, por otro lado, al vivir una infancia y juventud con miedo, se resquebrajan al menor contratiempo.

Amalia estará ahí con ellos y, aunque parezca que son los hijos los padres de Amalia, el día de Noche Vieja consigue reunir a toda la familia que le queda y la ayuda a hablar, arreglando a su manera, peculiar, los obstáculos que a todos les impiden llevar una vida normal. Y digo a su manera, porque es difícil deshacerse de trastornos mentales, de golpes que te va dando la vida

—Sí mamá –dice Silvia con voz triste–. de oírte tantas burradas y tener que estar vigilándote continuamente, siempre detrás de ti para que no hagas alguna de las tuyas, como si nosotros fuéramos la madre y tú la hija […] Agota ¿sabes? Te juro que agota

La familia, de clase media, queda en la ruina al desaparecer el padre con lo que hay en el banco y conseguir que su mujer firme el divorcio con unas condiciones de absoluta indefensión para ella; pero Amalia subsistirá en un piso diminuto. Y no sólo ella, su hijo Fernando aparecerá por allí un día, con su gran danés, Max, para quedarse al no poder soportar la soledad cuando su novio lo abandona

…desde que las cosas —las mías— se torcieron y la música empezó a sonar mal, fuera de tono, fuera de todo. Desde que, en mi deseo de enderezarme, me adentré por un camino que tomé por un atajo y que al poco se reveló un callejón sin salida.

Por otro lado, Emma, a pesar de mantener una relación fantástica con Olga, su pareja, no consigue olvidar a Sara, «La herida de Emma se llama Sara», aquella que la dejó el día en que iban a comprar un piso para empezar una nueva vida; y Silvia, la mayor, aparentemente una mujer casada y con éxito laboral, se queda sin trabajo, pues la echan —la crisis, ya se sabe—, y sin marido, pues se va a su país de origen.

Por si no constituyeran ya la familia más infortunada del mundo aparece el tío Eduardo, otro acomplejado por la soledad que arrastra toda su vida y que intenta subsanar con jovencitas, cual típico donjuán español desde tiempos inmemoriales, un donjuán de bastante edad, penoso, que sólo consigue chicas de lo más extraño socialmente, chicas de bajos fondos cuya única intención es divertirse con él hasta cansarse, cuando se presente otro en mejores condiciones.

Pues sí, no encuentro una familia en peores circunstancias. Por primera vez, desde que Amalia se divorció, dos años antes, todos se reúnen en la minicasa, los cinco, más otra silla reservada para aquellos fantasmas que ya no están presentes pero inciden en sus vidas y los dos perros, el de Fernando, enorme y el de Amalia, pequeñito. ¿Cómo caben? pues apretados. Lo que está claro es que ya el espacio deja poco lugar a la acción, por lo que la novela es un diálogo entre ellos, la mayoría de veces para “enfadarse” con la madre que dice un sinsentido tras otro, en ocasiones con expresiones realmente humorísticas «llevo días con la sensación de que esta noche vamos a tener más de una sorpresa […] Es como una vibración…mmm… holística, hijo ¿Tú no la notas? “Ho…lística” He podido contener una carcajada pero no he conseguido morderme a tiempo la lengua.».

Y en otras ocasiones para echarse en cara aquello que llevan dentro durante tiempo sin dejarlo salir «—Y de tus locuras –vuelve a la carga Silvia– de que nunca hagas caso de nada y de tener que correr luego a solucionarte las papeletas…»

Estos diálogos van salpicados con analepsis, mediante las que nos enteramos, por un narrador en primera persona, normalmente Fernando, de todo aquello que las conversaciones dejan a medias, porque todas están expresadas en lenguaje oral-coloquial, en el que tienen cabida frases inacabadas que se dan por sabidas entre ellos, o palabras que aluden a hechos pretéritos, por lo mismo.

Así pues las analepsis se agradecen a pesar de que en la mayoría de casos no son imprescindibles; el lector es capaz de entenderlo por el contexto. Este es el mayor problema, si se le puede llamar así, que le veo a la novela; no hay sorpresas. A pesar de los saltos en el tiempo el argumento es bastante lineal, sencillo… Los personajes son algo tópicos, la trabajadora incansable, responsable, dura, que todo se lo echa a la espalda hasta que no puede más, y los traumatizados por diferentes ausencias de sus parejas. Y como tópico mayor, una madre que, simplemente hablando –en una o dos ocasiones con sentido– es capaz de hacerles ver a todos que en la vida hay que tener esperanza y alegría.

No sé, algo rechina en todo esto que no me resulta creíble, quedan asuntos por resolver. ¿Por qué Emma es quien deja su trabajo para dedicarse a la granja? ¿No le gustaba la enseñanza? ¿Decide escapar del mundo?

—Alquilaremos habitaciones y yo me encargaré del mantenimiento de la casa –dijo.
Mamá parpadeó y frunció el ceño.
—¿Y qué pasa con el instituto, hija? –preguntó– ¿Vas a pedir traslado o […]
—No –la interrumpió, sin dejar de sonreír. Y luego–: He pedido una excedencia…

¿Por qué Amalia necesita tener a su madre a su lado para que solucione sus angustias, y sus hijos aceptan este remedio para ellos mismos como algo posible? ¿Por qué esos hijos no están pendientes de su madre, casi ciega y con la mentalidad de una niña, y la dejan vivir sola?

“—Hay una rumana con tres dientes de oro y una BlackBerry con cristales de Swarovsky limpiando en casa de mamá. No sé si llamar a la policía o a un psiquiatra de urgencias para que venga y la electrocute de una vez” […] nos dio mucho que pensar, más que temer […]
—Ah, pues qué raro –dijo Eugenia–. Es que como hay un camión delante del portal y están sacando todos tus muebles por la ventana…

Es cierto que todos los personajes sufren y se guardan ese sufrimiento para ellos, es cierto que deberían haberlo hablado en su momento, pero precisamente por estar tan enquistado el dolor, veo un desenlace demasiado simple e irreal… claro que es ficción y, sin embargo, el autor pretende exponer una situación real. Puede que lo sea, que yo esté equivocada, pero normalmente en la realidad las cosas acabarían de otra forma.

…en silencio, con mamá abrazada a Silvia por detrás mientras al otro lado de la mesa, junto a la Silla de los Ausentes, Emma acaricia distraídamente el brazo de Olga […] Max deja escapar un suspiro de sueño que se expande por el salón como una ola pequeña.

La estructura es de novela psicológica, aunque profundice poco en la mente de los personajes; podría ser llevada al teatro con absoluta precisión cambiando algún diálogo en el que se expusiera la analepsis correspondiente con algo más de claridad en las réplicas. Sin dificultad. Porque hemos de reconocer que los detalles abundan, son exhaustivos, no dejamos de enterarnos de nada de las causas por las que llegan a ese estado; las consecuencias son algo más irreales, a no ser que la intención de Alejandro Palomas no fuera ésta, exponer las consecuencias de una vida traumática, sino conseguir emociones en el lector, risas, llantos, alegrías y esperanza, aunque sea a costa de que queden instaladas en la superficie. Creo que la novela, algo moralista, es más adecuada para un público joven, más dado a soñar con imposibles y a empaparse de buenos valores. Por mi parte, mi subconsciente se rebela ante determinadas circunstancias porque me doy cuenta de que si algo se enquista en una persona no desaparecerá sólo con una conversación, puede servir de bálsamo momentáneo pero la solución, si llega, es con otros medios; tanta ternura, tanto histrionismo no sirven como único remedio para unos personajes apaleados por la vida hasta dejarlos casi en la insolvencia.

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Lorena_pf
 29 August 2018
Tengo que decir que este libro no ha sido para mí...o al menos este no ha sido el momento de leerlo. Sé que quizá me caen muchas críticas porque según Goodreads y otras páginas de libros, esta novela se puntúa muy bien, con notazas. Sin embargo, a mí no me ha convencido, no me ha atrapado.

Es una novela de personajes, es decir la trama es la vida de cada uno de ellos, los secretos que guardan y como la familia ayuda a vivir ciertas situaciones complicadas. No he conectado con ninguno de los personajes.

La historia se me ha hecho muy lenta, muy descriptiva. Los capítulos se me hacían muy largos y pesados, aunque reconozco que la pluma del autor es de calidad y muy comprensible. Las situaciones que se describen son circunstancia que seguro, más de uno o una ha vivido en su día a día, sin embargo no me hacían sentir ninguna empatía. Ha sido una lectura extraña.

Yo iba con expectativas muy altas porque, además de que había leído muy buenas críticas, me pensaba que esta lectura me iba a emocionar, me iba a recordar a mi madre (todos sabemos lo especiales que son las madres). No ha sido así. Amalia, la madre de Fer, Silvia y Emma no me ha recordado nada a mi madre, por ello creo que no me ha convencido la novela. Esperaba encontrar más parecidos.

Las desvariaciones de Amalia me hacían perderme...no entendía sus idas. Aunque supongo que lo hacía para quitarle hierro a los problemas, a mí a veces me daba la sensación de que los desviaba para no afrontarlos...cosa que mi madre nunca ha hecho. Si debía decirnos algo, lo hacía y lo sigue haciendo de forma muy clara y directa. Quizá no he sabido interpretar al autor...que puede ser totalmente posible.

En resumen, no ha sido un libro que me haya atrapado, ni su historia ni sus personajes y por ello no creo que siga con las demás historias que siguen. ¡Por supuesto, esto es mi humilde opinión y no por ello debes dejar de leerla si te apetece!
Enlace: https://labateriadelibros.bl..
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Janire
 22 January 2018
Alejandro Palomas tiene mucha sensibilidad a la hora de redactar las historias, y cuenta con una maestría increíble a la hora de describir personajes, tanto masculinos como femeninos, y les dota de una personalidad y un carácter que cautivan desde el mismo momento en que aparecen.

En esta ocasión, asistimos a los acontecimientos que rodean a una familia formada por Amalia (la madre), Silvia, Emma y Fer (los hijos), Olga (la mujer de Emma), Tío Edu (el hermano de Amalia) y por supuesto, Shirley y Max (los perros y compañeros fieles de Amalia y Fer).

Nos encontramos en la última noche del año, y Amalia está feliz porque por fin vuelve a reunir a toda la familia alrededor de la mesa. El narrador de la historia es Fer, el hijo de Amalia, que con sus palabras nos va desgranando lo que ocurre en el presente, entremezclándolo con recuerdos del pasado, haciéndonos participes a los lectores de todas las situaciones que han llevado a los protagonistas a ser lo que son hoy en día.

La narración mantiene en vilo al lector en todo momento sin poder dejar de elucubrar sobre qué ocurrió o qué va a ocurrir a continuación. Si bien es cierto que hay partes que son un tanto previsibles, se compensa perfectamente con lo maravilloso de la escritura, las frases llenas de sensibilidad, y con lo perfectamente que está narrada.

En cuanto a los personajes, absolutamente todos están muy bien definidos y descritos, y eso ayuda a que el lector entienda perfectamente a cada uno de ellos. Sin duda alguna, el peso de la historia lo tiene Amalia, una mujer feliz que ha logrado serlo tras muchos años luchando, que, a lo largo de la obra, da la sensación de que son sus hijos quienes la cuidan a ella, en vez de ser a la contra. Es dicharachera y no para de hablar, tiene un carácter muy desquiciante en la mayoría de ocasiones, pero también posee una sensibilidad que atrapa, que encoge el corazón en cada verdad que dice y que, en definitiva, tiene una sensibilidad que solo una madre puede poseer.

La lectura no pierde ritmo en ningún momento. Por mi parte, no quería que se acabara la novela, ya que quería seguir conociendo más aventuras de esta familia.
Con esta novela me he emocionado, he reído, me he desquiciado y he disfrutado mucho de su historia. Absolutamente, Amalia es un personaje de los que es difícil desprenderse, y esta novela ha calado bastante hondo en mí, así que, sí, la recomiendo mucho.
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Xfi
 01 February 2024
Un libro que habla de sentimientos, de contradicciones, de fracasos, de traumas, de buenos recuerdos...de la vida.Muy bien escrito, con una prosa que por momentos parece poesía, con unos personajes que van creciendo según avanza la historia y un personaje central , La Madre, Amalia, que por momentos parece que se va a convertir en una caricatura pero que finalmente coge las riendas de su cabeza y pone orden en la situación.Un libro que hace reír, que me ha hecho soltar alguna carcajada, pero justo después de esos momentos te suelta un puñetazo en la boca del estómago de los que te dejan encogido, incluso al borde de las lágrimas,Es que las historias que cuenta son universales, y seguro que alguna de ellas nos toca de cerca, por que la vida es lo que tiene, está llena de riesgos y de fracasos pero no puedes evitarlos sin renunciar a vivir. Y eso sería muy triste.
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vallemiranda
 06 January 2024
Somos un cúmulo de desaciertos y pesares. Cada uno de nosotros lleva una mochila con la que nos es difícil lidiar. Unir esas miserias, esos desencuentros, esas angustias, concatenarlas con las de los otros, encadenarnos a un engranaje de taras y lastres y pedir que el mecanismos funcione, es quizá pedir mucho.
Pero eso es una familia.
Un quebrando incómodo, una tormenta sin interludio, un exigir constante, un recibir con agravios. El choque constante entre personalidades y sensibilidades diferentes.
Y aún así, saber que mi familia es la que sostiene el delgado pero inquebrantable hilo que me ata a la vida.
Alejandro Palomas te estruja las entrañas, te las aprieta y retuerce con frases que caen como losas sobre tu cabeza. Y, sin embargo, hace gala de un sentido del humor tan mío, tan necesario para subsistir, que he caído rendida a su prosa.
Leedla, porque es exactamente la novela que me gustaría haber escrito.
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microleTTera
 12 September 2023
La última noche del año siempre es un buen momento para echar la vista atrás y ajustar cuentas. En “Una madre” partimos de la celebración de una Nochevieja en la que Amalia volverá a sentar a la mesa a los que más le importan. Fer, su hijo, es quien nos narra esta historia en la que conoceremos a Emma y Silvia, sus hermanas, y al particular tío Eduardo. También a Olga. Y oiremos hablar de la abuela… Pero, sobre todo, conoceremos a su madre, a Amalia, un personaje entrañable capaz de sacar de quicio a cualquiera y que, al mismo tiempo, es imposible no querer.

Lo simbólico de ese 31 de diciembre, con esos personajes que van llegando a la cena, cada uno a su hora y a su manera, nos sirve de punto de partida para conocerlos, a cada uno de ellos, desde su pasado y, sobre todo, desde sus heridas. La madre, con su aparente ingenuidad, será el pegamento que una a los miembros de esta familia que parecen estar ahí por puro trámite. Hay cierta tendencia al desapego en todos ellos, como si no necesitasen de los otros, como si solos pudiesen con todo. Sin embargo, a medida que vamos conociéndolos, las corazas se resquebrajan mostrando lo que hay debajo: rupturas, ausencias, pérdidas irreemplazables, soledad, tristeza… miedos.

En esta novela, Alejandro Palomas nos muestra una estampa familiar muy real, y lo hace de manera muy acertada, dibujando las personalidades de sus personajes con detalle. Haciéndonos partícipes del particular universo de Amalia.

Y juntos, a pesar de lo atropellado de la cena, de las confidencias y las revelaciones, de las sorpresas, terminarán por entenderse. Nada es fácil. Nadie dijo que lo fuera, pero esa última noche del año será también un buen momento para mirar hacia adelante. Con esperanza.
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unmillondepaginas
 20 August 2023
“ʟᴏ ᴅɪᴄᴇ ᴄᴏɴ ᴇsᴀ ᴠᴏᴢ ᴅᴇ ᴍᴜᴊᴇʀ ᴍᴀʏᴏʀ ǫᴜᴇ ɴᴏ sᴀʙᴇ ᴅᴇғᴇɴᴅᴇʀsᴇ ᴅᴇ ʟᴏs ᴀᴛᴀǫᴜᴇs ᴅᴇ ʟᴀ ɢᴇɴᴛᴇ ᴀ ʟᴀ ǫᴜᴇ ǫᴜɪᴇʀᴇ ᴘᴏʀǫᴜᴇ ᴅᴇsᴅᴇ sɪᴇᴍᴘʀᴇ ᴘʀᴇғɪᴇʀᴇ ᴅᴏʟᴇʀsᴇ ᴀ ᴅᴀñᴀʀ. ᴍᴀᴍá ᴇs ᴀsí ʏ ᴛᴏᴅᴏs ʟᴏ sᴀʙᴇᴍᴏs. ʏ ᴇsᴏ, ᴇsᴀ ғᴏʀᴛᴀʟᴇᴢᴀ ᴛᴀɴ ᴅéʙɪʟ, ᴇs ᴀʟɢᴏ ᴄᴏɴ ʟᴏ ǫᴜᴇ sɪʟᴠɪᴀ ɴᴏ ᴘᴜᴇᴅᴇ, ᴘᴏʀǫᴜᴇ ʟᴀ ᴘᴜᴇᴅᴇ”.

Con la excusa de una cena de Fin de Año en la que Amalia (una madre) consigue reunir a todas las personas que quiere alrededor de su mesa, Alejandro Palomas nos relata la historia de una familia dolida por las ausencias, por los fracasos, por los vacíos en sus vidas. Ella es el eje central que los une, su “pegamento”.

El narrador, su hijo Fer, va desgranando poco a poco la madeja de sus vidas, los lazos que les unen y lo que les ha llevado a esa noche llena de descubrimientos en la que se cierran las heridas. Porque todos tienen algo que contar, algo que cambiar, mucho por vivir.

“ᴘᴏʀ ᴍᴜᴄʜᴏ ǫᴜᴇ ʟᴀs ᴄᴏsᴀs ᴄᴀᴍʙɪᴇɴ, sɪ ɴᴏ ʟᴀs ᴍɪʀᴀs, sɪ ɴᴏ ᴛɪᴇɴᴅᴇs ʟᴀ ᴍᴀɴᴏ ᴘᴀʀᴀ ᴛᴏᴄᴀʀʟᴀs, ɴᴜɴᴄᴀ ᴛᴇ ᴅᴀʀás ᴄᴜᴇɴᴛᴀ ᴅᴇ ǫᴜᴇ ʏᴀ ɴᴏ sᴏɴ ʟᴀs ǫᴜᴇ ᴇʀᴀɴ. ɴᴏ ᴘᴀsᴀʀá ɴᴀᴅᴀ. ɴᴜɴᴄᴀ ᴘᴀsᴀʀá ɴᴀᴅᴀ”.

No había leído nada del autor y lo cierto es que aunque me ha resultado ameno escucharla, no puedo decir que me haya entusiasmado. Tiene frases para guardar y reflexiones bonitas, pero no me ha convencido del todo. Su prosa se me ha hecho un poco repetitiva y cansina a veces. Se queda en un libro más, con el que no he acabado de conectar, fundamentalmente por la excesiva caricaturización de los personajes, que me ha parecido algo forzada.
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Pianobikes
 19 March 2023
“Estás es-tu-pen-da, mamá. Todos estamos estupendos. de hecho, somos la Familia Estupenda. No sé por qué no nos han llamado de Informe Semanal para el especial de verano” ~ Una madre de Alejandro Palomas.

Tras haber leído Esto no se dice, me he adentrado en Una madre y realmente no esperaba encontrarme un libro en esta línea. Vaya por delante lo que me he reído leyendo esta historia, gracias a unos personajes y a unas situaciones hilarantes. Decir también que no es que tenga yo la risa floja en cuestión de lecturas, lo cual acentúa aun más la gracia que me ha hecho este libro y que, además, he leído en un entorno nada risueño.

Una madre narra una cena de fin de año de una familia es-tu-pen-da compuesta por Amalia, sus dos hijas, Silvia y Emma, y su hijo Fer. No sé si la historia tiene tintes autobiográficos pero la familia es maravillosa; la forma de narrar de Alejando Palomas las situaciones, imperdible; y la capacidad que tiene el autor para que los diálogos no pierdan frescura ni espontaneidad es mágica. En esta cena tenemos dos personajes más: el tío Eduardo y Olga sin dejar atrás a los animales domésticos que también juegan un papel importante en esta estupenda familia.

De verdad que no pensaba encontrarme con una historia tan divertida pero ojo, la diversión no resta trasfondo a la vida cotidiana de esta familia con temas relevantes como la soledad, el luto, la pérdida de seres queridos, las autoexigencias, las huidas hacia adelante o la salud mental. Ya os podéis imaginar que de Una madre recalo en Un perro.
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loveisinthebooks
 08 December 2022
Qué difícil es hacerle a este libro una reseña a su altura... Y cómo describir todo aquello que me ha hecho sentir...
No esperéis una novela llena de acción, porque es de aquellas historias que hay que ir saboreando poco a poco... Es una historia de grandes personajes, de historias familiares y personales, escrita con muchísima sensibilidad y llena de sutilezas. Historias en las que te puedes sentir identificad@. Con las que me he emocionado, conmovido, reído, llorado... Alejandro consigue convertir un momento de lo más cotidiano, en una bella historia. No quiero dar muchos más detalles, sólo invitaros a descubrirla y que os embriaguéis de Amalia, Fer, Emma, Silvia y Edu.
Recomendado!!
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missllano
 08 August 2022
Me ha pasado algo que creía que nunca sucedería: no tengo palabras. Me da la sensación de que nada que diga podrá expresar ni de lejos lo que me hizo sentir este libro. Pero para eso estoy aquí, así que voy a intentarlo.

El libro es corto en páginas, pero largo en historias; las que se cuentan y las que recuerdas. En torno a Amalia, esa madre que tiene un poco de todas las madres, suceden muchas cosas y no sólo en lo que concierne a su familia.
Durante todo el libro he pensado en mi propia madre. En sus despistes tan parecidos a los de Amalia. En la de veces que, al igual que ella, se hace la tonta para que no crea que las ideas son mías y no suyas. En lo gallinita que es, que sigue tratándome como su niña pequeña a pesar de estar en la cuarentena...
Los que hemos visto a nuestra madre reflejada en Amalia cuando lo hemos leído, somos afortunados. Amalia es uno de esos personajes que despiertan ternura y que quieres achuchar muy fuerte y no soltar. Ella junto con Silvia, Fernando y Emma (sus hijos) hacen que este sea un libro de personajes. Personajes que te hacen pasar de la lágrima a la risa sin darte cuenta. Que hacen aflorar lo que hay dentro sin que les cueste. Tan bien perfilados que los conoces sin haberlos visto nunca.

Me he enamorado. de Amalia. de como escribe Alejandro, porque lo hace de una forma que simplemente defino como maravillosa.
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