Leda se toma unas vacaciones en un pueblito costero, luego de que sus dos hijas se mudan a Canadá con su padre. Separación que supone para ella un alivio. Esta solitaria mujer vacacionista en la mediana edad, se encuentra con sus más oscuros deseos, recuerdos, con aquellos inconfesables pensamientos que le atacan, como el no sentir nostalgia alguna por esta separación e incluso cuestionarse el acto (declarado/social/obligatorio de toda mujer)de la maternidad. Encontrarse en la playa con una familia muy parecida a la que ella tuvo, hace a esta mujer re encontrarse con la sombra de su existencia. Dura, a veces, tierna, otras algo psicópata. Bien escrita, todo el tiempo estás sintiendo por ella y como ella, tal es la magia de su autora. |
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Tiene sentido no saber quién se esconde detrás del seudónimo Elena Ferrante. En realidad, no hay motivo alguno para querer saberlo más allá del mero chisme. Elena Ferrante, el símbolo, el enigma que va más allá de un nombre propio, no es solo una, sino muchas: Elena Ferrante son las mujeres que habitan en sus novelas, personajes redondos, con el espesor y la sensibilidad, el brillo y la oscuridad de varias de las más grandes figuras de ficción de nuestro tiempo. Por eso, Elena Ferrante no es solo una, sino la suma de todas ellas. de hecho, uno de los ejercicios más difíciles a los que Ferrante se (y nos) somete como narradora —y de los que sale victoriosa— es el de enfrentarnos a protagonistas que no son de una pieza, que no se conocen del todo a sí mismas, que no están hechas y cerradas para siempre. En el siguiente texto, prólogo impecable de «Crónicas del desamor» (Lumen, 2015), un volumen que incluye las novelas «El amor molesto», «Los días del abandono» y «La hija oscura», el poeta argentino Edgardo Dobry recorre todos estos modelos de representación de la figura femenina en la obra de la intangible Ferrante.
Narrado por Antonio Martínez Asensio.Imagen ilustrativa: Getty Images.