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Pero todo eso lo ha vencido él. ¿Buscas a alguien equiparable al Alcida? Nadie hay más que él mismo: haga, pues, consigo mismo la guerra.

Él se sobrepone a las desgracias y se engrandece con ellas y mi cólera le produce gozo. Mis odios los convierte en motivos de alabanza propia: al imponerle empresas demasiado crueles he demostrado quién es su padre y le he dado una oportunidad para su gloria.

Yo, la hermana del Tronador (éste es, en efecto, el único título que se me ha dejado), a un Júpiter que siempre anda con otras y a los santuarios del altísimo cielo, siempre vacíos, los he abandonado.

Yo quiero amar a alguien como si mi corazón no fuera a romperse nunca.

Si eres feliz solo, para qué molestarse, ¿no? Pero a veces pienso que no estamos hechos para estar solos y que amar a alguien y ser amado es..., no una necesidad, no quiero decir necesidad..., sino tal vez una de las cosas importantes que buscamos en la vida...

No podía temer algo que no podía visualizar.

Por lo general, la gente no responde a lo que se le dice, sino a lo que cree que estás pensando cuando se lo dices

Temo los acontecimientos del futuro, y no por sí mismos, sino por sus resultados.

¡Para poder olvidar lo que debe olvidar, el sistema no puede olvidar qué es lo que debe olvidar!

Siempre se negó a admitir que los niños fueron un obstáculo a su éxito, a su libertad.

Si marido le reprocha a menudo que trabaje tanto, y ella se enfada. Él se ofende por su reacción y exagera su preocupación por ella. Finge que lo que le inquieta es su salud, que Pascal la esté explotando. Ella evita pensar en sus hijos. Evita que la corroa la culpa.

Con Louise,nada se acumula, ni la ropa ni los cacharros sucios, ni las cartas que uno se olvida de abrir y encuentra de pronto debajo de una revista atrasada. Nada se pudre, nada caduca. Nunca descuida nada.

No podemos cambiar nuestro pasado, solo nuestro futuro.

Espera a la niñera como se espera al Salvador, aunque le aterroriza la idea de dejar a sus hijos. Sabe todo sobre ellos y desearía mantener secreto ese saber. Conoce sus gustos, sus manías. Adivina enseguida que están tristes o que se van a poner malitos . Siempre ha estado pendiente de ellos, convencida de que nadie mejor que ella podría protegerlos.

Fue esa la opción que eligieron al final, después de que él afirmara: "Sumando las horas extra, la niñera y tú ganaréis casi lo mismo. Pero en fin, si crees que con ello te sentirás más realizada..." .De aquella conversación ella conserva un gusto amargo. Se quedó resentida hacia Paul.

Baño al bebé, diciéndose que esa felicidad, sencilla, muda, carcelaria, no bastaba para consolarla.

Tras este episodio acudía con regularidad a Monoprix y escondía un champú, una crema o una barra de labios que nunca iba a usar. Estaba convencida de que si la pillaban, bastaría con interpretar el papel de madre desbordada de trabajo. Creerían, sin dudarlo, en su buena fé. Esos robos ridículos la exaltaban. Se iba riendo sola por la calle, con la impresión de burlarse del mundo entero.

“Una mañana me levanté y pensé que debía escribir, que tenía que atarme a la silla, y que debía continuar buscando, incluso con la certidumbre de no encontrar nunca respuesta. El libro, quizá, no sería otra cosa que eso, el relato de esta búsqueda, contendría en sí mismo su propia génesis, sus vagabundeos narrativos, sus tentativas inacabadas. Pero sería ese impulso titubeante e inacabado de mí hacia ella”.

“Toda tentativa de explicación está condenada al fracaso. Por tanto, debería conformarme con escribir restos, fragmentos, hipótesis.

La escritura es impotente. Como mucho permite plantear preguntas e interrogar a la memoria”.

“¿Cómo me había imaginado, aunque fuese un solo instante, poder hacer inventario de la vida de Lucile? ¿Qué buscaba en el fondo, si no era acercarme al dolor de mi madre, explorar sus contornos, sus pliegues secretos, la sombra que arrastraba?”.