Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
Una unión en la que el corazón no tiene la última palabra es una caricatura del amor conyugal. El dinero y las vanidades del mundo no son nada sin un profundo amor recíproco.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
Una unión en la que el corazón no tiene la última palabra es una caricatura del amor conyugal. El dinero y las vanidades del mundo no son nada sin un profundo amor recíproco.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
Así el hombre de 1938 sentía que lo acechaba de continuo la guerra, invisible pero presente.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
No pienso imitar a los Jeremías que se cubren la cabeza de ceniza. Las cosas se arreglarán, porque en la vida siempre acaba estableciéndose una especie de modus vivendi, un acomodo de la desgracia, que es lo único a lo que racionalmente puede aspirarse.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
Abandonaron el bosque del Coudre y avanzaron por el camino despejado, abrasado por el sol, anhelando el frescor nocturno, enterrando gustosos en el pasado, en el olvido, el día que acababa, que había sido uno de los más tranquilos, agradables y felices de su vida. Pero ellos no lo sabían.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
No entiendo nada del mundo en el que vamos a entrar. Pierre dice que ésta no será la última guerra, como creíamos, sino la primera de una larga serie de contiendas todavía más implacables y crueles.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
El ser humano saca fuerzas de la desgracia, y cuanto mayor es ésta, mayores son sus fuerzas.
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Los bienes de este mundo de Irène Némirovsky
Al comienzo de una contienda el corazón es del todo nuevo, aún no ha encallecido. Parece rodeado por mil lazos que lo unen a los habitantes de un país o a cierta ciudad, a una provincia donde nunca se ha estado pero cuyo simple nombre provoca angustia o esperanza.
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El ardor de la sangre de Irène Némirovsky
Lo mejor para que llegue, y me refiero a un amor auténtico, limpio y sano, es no pensar demasiado en él, no llamarlo. Si no, te equivocas. Le pones la máscara del amor a la primera cara vulgar que se presenta.
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Los perros y los lobos de Irène Némirovsky
Él preguntaría al librero. Nunca adivinaría la verdad, aunque no podría evitar pensar en ella, sin conocerla, como ella había pensado en él en vano durante tanto tiempo. Le arrancaría un sueño, un suspiro, un deseo. No podía aspirar a más.
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Los perros y los lobos de Irène Némirovsky
Demasiados anillos, siempre demasiados anillos, decían sus cuñadas. Pero ella creía que las joyas no estaban hechas para la oscuridad de las cajas fuertes.
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Los perros y los lobos de Irène Némirovsky
Sintió el mismo placer, suave y casi doloroso, que al contemplar el cielo y la hermosa casa. En sus labios, aquel extraño nombre nuevo, de noble y singular sonido, se formaba como un beso.
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Los perros y los lobos de Irène Némirovsky
El viento cortante parecía acechar a los transúntes a la vuelta de la esquina para abofetearlos con exultante ferocidad.
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El vino de la soledad de Irène Némirovsky
Elena se metía en el mar, y tenía la sensación de que el agua salada que le chorreaba por el cuerpo borraba el cansancio de las noches en vela y la indignidad de la existencia. Flotando en la superficie, miraba sonriendo el cielo y pensaba con agradecimiento: 'No puedes sentirte desgraciada teniendo todo esto: el olor a mar, la arena entre los dedos, el aire, el viento ...'
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El vino de la soledad de Irène Némirovsky
Los árboles de hierro bruñido bajo el suave cielo invernal, el delicado olor de la lluvia y aquella luna amarilla que, en el brumoso y pesado crepúsculo, se alzaba poco a poco sobre la columna Vendome.
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Suite francesa de Irène Némirovsky
Todos sabemos que el ser humano es complejo, múltiple, contradictorio, que está lleno de sorpresas, pero hace falta una época de guerra para verlo […]. Nadie puede presumir de ver el mar si haberlo visto en calma y en la tempestad.
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El maestro de almas de Irène Némirovsky
Solamente él podía ahuyentar a sus demonios. Sin su médico, el miedo se enseñoreaba del alma del enfermo. Cada uno de sus movimientos quedaba paralizado por una angustia de la que únicamente él conseguía librarlo.
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El maestro de almas de Irène Némirovsky
Cuando el pasado reaparece en la vida de un hombre, nunca lo hace con los rasgos de un solo rostro; lo acompaña el cortejo de los amigos, los amores, los remordimientos olvidados.
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El maestro de almas de Irène Némirovsky
- Mi método -dijo Dario- no es muy diferente del que emplean de manera instintiva los poetas y los artistas, que traducen sus bajas pasiones a un registro más elevado y de ese modo obtienen de ellas un aumento de las fuerzas espirituales.
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El maestro de almas de Irène Némirovsky
Evidentemente le tienen apego a la vida; los trata bien. Y en la mayoría de los casos, la vida también siente apego por ellos.
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El maestro de almas de Irène Némirovsky
Fuera hacía una hermosa noche primaveral. Darío aspiró el aroma, familiar desde su infancia, a jazmín, pimienta y brisa marina, común a Crimea y todo el Mediterráneo.
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¿Quién escribió la saga?